Ser fortalecido con la gracia

Hebreos 13:7-16

Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban. Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo. Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos a El fuera del campamento, llevando su oprobio. Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir. Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante El, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre. Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios.

El Señor es el que me ayuda; no temeré

La semana pasada, vimos, partiendo del primer párrafo de este capítulo, que debiéramos amarnos unos a otros y mostrar hospitalidad y cuidado por los prisioneros y guardar nuestros votos matrimoniales y evitar el amor por el dinero, y hacer todo esto, no mediante nuestras propias fuerzas o ingenuidad, sino por el poder de la promesa de Dios en los versículos 5-6: Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé, de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?"

En otras palabras, si usted realmente cree en esta promesa, si cree que es verdadera, y su corazón está satisfecho con el Dios que promete estar allí para usted y ayudarle, entonces usted no anhelará el dinero, mantendrá sus votos matrimoniales, cuidará de los prisioneros, recibirá a los extraños y amará a los demás. La fe en las promesas de Dios es el poder para vivir una vida cristiana radical, normal.

Requiere fuerzas. Requiere fuerzas para amar. Requiere fuerzas para arriesgarse con los extraños. Requiere fuerzas para traer, a nuestras vidas, el sufrimiento de los prisioneros, cuando quizá ya tenemos suficiente con nuestros propios sufrimientos. Requiere fuerzas para mantener los votos matrimoniales cuando la situación se pone difícil y no es de la forma en que usted soñó que sería. Requiere fuerzas para alejarse de las promesas del dinero. Sobre esa fuerza trata el texto de hoy: de dónde obtenerla y cómo mantenerla. Y las respuestas no son nuevas, solo son declaradas de un modo nuevo.

¿Es fuerte su corazón?

Vea el versículo 9. "No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban".

Yo le pregunto: ¿es fuerte su corazón? No me refiero al corazón físico. Pienso que el escritor no se refiere aquí al usted físico, material, sino a sus pensamientos, sentimientos, voluntad, esperanzas, temores, confianzas, anhelos, cóleras, dolores, regocijos. El usted interior, a quien se refería Pablo cuando oró en Efesios 3:16 para que usted fuera fortalecido en el "hombre interior". ¿Es usted fuerte? Nada tiene esto que ver con sus músculos, o su pulso, o sus medidas, o su colesterol, o su conteo de glóbulos blancos, o su electrocardiograma. ¿Es usted fuerte, en su hombre interior?

¿Quiere serlo? El versículo 9 dice: "buena cosa es para el corazón el ser fortalecido". Eso es bueno. Por tanto, es algo que debiéramos querer. Es algo que usted debiera desear y buscar, ahora mismo, mientras estoy predicando. La fortaleza de corazón para ser el tipo de persona descrito en los versículos 1-5. Hablamos de fortaleza de corazón, no del poder para montar un espectáculo o para limpiar lo exterior de la copa y dejar débil y sucio el interior. Una fortaleza suficientemente real en el interior para moldear naturalmente el exterior. ¿La quiere? Yo sí. Miremos a Dios ahora en Su Palabra para que ella obre en nosotros.

Fortalecidos por gracia, no por alimentos

El versículo 9 nos dice, en una palabra, a dónde ir buscando fortaleza de corazón y a dónde no ir. Vaya a la gracia y no a los alimentos. "No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban". Evidentemente, en esa iglesia había algunas enseñanzas extrañas circulando sobre el poder de los alimentos. Es bueno que no conozcamos los detalles. Nos hace meditar en nuestra propia situación.

Hoy hay muchas rutinas religiosas y seculares de alimentación, rutinas religiosas de alimentación como el ayuno y los sacramentos, y el vegetarianismo y los diferentes tipos de abstinencia. Y hay rutinas seculares de suplementos alimenticios y vitaminas y antioxidantes y dietas orgánicas y alimentos libres de grasa, de azúcares, de cafeína, de químicos. Y algunas veces, no siempre, estas cosas se vuelven obsesivas. Alcanzan una importancia que consumen la vida. Lenta y sutilmente, las promesas que hacen para nuestro bienestar se convierten en las promesas en las que ponemos nuestras esperanzas y por las cuales vivimos.

Pero contra este mal uso de los alimentos, dice Dios (en el versículo 9): "buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos". Por tanto, tenga cuidado de las "doctrinas extrañas" que elevan la dieta y la nutrición poniéndolas en un lugar donde son los verdaderos fortalecedores y vitalizadores y esperanzadores de su vida. Y aprenda, al contrario, a permitir que su corazón sea fortalecido por la gracia, día a día, en la mañana, al mediodía, y en la noche.

¿Cómo come usted la gracia?

¿Cómo lo hace? Si usted no come comida para fortalecer su corazón, entonces, ¿cómo come gracia? Si se levanta en la mañana y se siente culpable e impuro por algo feo que hizo ayer, o se siente como un fracaso por el pobre día de ayer, ¿qué hace? La "doctrina extraña" diría: "cómete un buen desayuno, haz que los nutrientes adecuados fluyan por tu sangre, haz un poco de ejercicios, y toma un poco de sol". Pero Dios dice: "sé fortalecido por la gracia. En una mañana como esa, desayuna gracia".

¿Cómo? Bien, considere el versículo 10: Retomando este problema de ser fortalecido por gracia y no por los alimentos, dice: "Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo”. Se está refiriendo a los sacerdotes en Jerusalén, quienes ha rechazado a Jesús como su Mesías, pero que continúan sirviendo en el "tabernáculo" el cual tenía el propósito de señalar a Jesús como el sacrificio final y a la cruz como el último altar del sacrificio (Hebreos 9:26; 10:12). Así que el altar que tiene en mente es la cruz donde fue ofrecido nuestro sacrificio final, una vez y por todos nuestros pecados. Ahí es donde se encuentra nuestra comida. Ésa es la mesa donde fue preparada la gracia.

Si usted quiere saber dónde fue preparado su desayuno de gracia, la respuesta es (versículo 10): Nosotros tenemos un altar -el desayuno de la gracia fue preparado sobre el altar de la cruz donde murió Jesús por nuestros pecados. Si quiere ser fuerte en su corazón, cuando su corazón gima sintiendo el pecado y el fracaso, antes de ir a la cocina a comer comida, vaya al altar y coma la gracia comprada por sangre, la gracia de perdón y esperanza.

Comiendo perdón y esperanza

Siga leyendo en el versículo 11. Él explica que en el Día de la Expiación, en Levítico 16, después de que es llevada al lugar santísimo la sangre del novillo y del macho cabrío, y después de que es salpicada allí para cubrir los pecados del pueblo, los cuerpos del novillo y del macho cabrío son llevados fuera del campamento y quemados (Levítico 16:27). "Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento”. La idea que él está transmitiendo es que estos sacrificios no son comidos, como ocurre con otros sacrificios. La nutrición que recibía el pueblo en el Día de la Expiación era el perdón y la esperanza, no la carne.

Sí, pero todo eso tenía el propósito de señalar hacia Jesús, el sacrificio final por el pecado. Había una lección ahí. El escritor explica la comparación en el versículo 12: "Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”. En otras palabras, Jesús ha cumplido los sacrificios del Día de la Expiación; ellos están terminados en Él; encuentran su significado supremo en Él. Y el significado es: Todo lo que había para comer, el Día de la Expiación, era perdón y esperanza. Éso es todo lo que hay para comer en el altar del Calvario, donde fue consumido con sufrimiento el cuerpo de Jesús.

Por tanto, la idea es: Cuando usted se siente un fracaso, cuando se siente desanimado y sin esperanzas y sucio, no vaya a los alimentos. Es un remedio extraño, y el versículo 9 dice que no hay beneficio para los que caminan en él. Solo empeora las cosas. Por el contrario, ve al altar de gracia. Tenemos un altar. Y ahí hay comida. Y el alimento es la gracia, la gracia del perdón y la gracia de la esperanza. El único modo de ser fuerte es regresar a esta mesa una y otra vez.

Festejando en el altar de la gracia

Hablo basado en algunos años de experiencia personal en estas cosas; hay muchas mañanas cuando el festín en el altar de la gracia es el único modo en que sobrevivo. Algunas veces el desayuno de la gracia tiene que reemplazar el desayuno de los alimentos. Cuando usted es un líder, el corazón debe ser fuerte. La gente va a usted buscando ayuda; necesitan respuestas a preguntas difíciles en medio del dolor; y guía en decisiones desconcertantes; y esperanza en medio del desánimo; y un oído que escuche sus decepciones o incluso su ira; una visión de Dios en medio de la oscuridad. El corazón de un líder debe ser fuerte.

Y también el de ustedes. Todos ustedes son ministros. Y la gloria del cristianismo es que tenemos un altar, tenemos una vieja cruz agreste. Y allí el Salvador, Jesucristo, sirve raciones inagotables de gracia. ¿Quiere que su corazón sea fuerte? ¿Quiere ser una persona fuerte que tenga los recursos para amar a otros y reciba a los extraños y cuide a los prisioneros, y permanezca casado o soltero y casto, y no ame al dinero? Entonces permanezca cerca del altar y coma y coma y coma y coma de nuevo, de la gracia de Dios.

La única fortaleza que realmente importa en la vida es la fortaleza de corazón que proviene de alimentarnos de la gracia y confiar en la gracia. Durante toda nuestra vida, no es en la salud y en la fortaleza física que Dios se deleita. El Señor se deleita en los que esperan en su gracia (Salmo 147:11). Y cuando muramos, para nada importará la comida o la dieta. Una cosa sí importará, ¿estamos alimentados en el altar de la gracia?

Otra ayuda para la fe - recordando a los que nos amaron y guiaron

Ahora, aquí hay más ayuda para nosotros. Este escritor no solo nos dice dónde se sirve la gracia, a saber, en el altar de la cruz, también nos dice cómo mantener ardiente la fe en la gracia. Él dice en el versículo 7: "Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos". Este escritor realmente creía en la importancia de los héroes y los modelos y las biografías (vea el capítulo 11).

No solo debemos recordar que tenemos un altar donde podemos hallar gracia cada día, también demos recordar a las personas que confiaron en esa gracia y nos amaron y hablaron la Palabra de Dios. Recuérdelos, dice el versículo 7. Sepa algo de historia, quizás no solo sobre sus familiares vivos, o sus abuelos, o un pastor o misionero. O, incluso mejor, conozca a los cercanos, y luego vaya hacia las maravillosas biografías que cuentan las historias de los que fueron líderes en la iglesia y hablaron la Palabra de Dios.

Algunos de ustedes podrán preguntarse por qué durante once años en nuestra conferencia de pastores he impartido conferencias biográficas sobre personas en la historia de la iglesia -- Lutero, Calvino, Edwards, Brainerd, Spurgeon, Machen, Lloyd-Jones, etc. No es solo porque sean interesantes. Es porque Dios dijo: "Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios".

Dios dice, específicamente (en el versículo 7), vean el resultado de su conducta. ¿Qué significa eso? No solo es: Miren su conducta. Es: Miren el resultado, literalmente, la salida de su modo de vida. Creo que significa: Miren todo el transcurso de sus vidas, especialmente el final de ellas. ¿Cómo corrieron? ¿Se mantuvieron firmes hasta el fin? ¿Terminaron bien? ¿Hicieron todo lo que esta carta de Hebreos nos ayuda a hacer: perseveraron hasta el fin y fueron salvos?

Es por esto que los héroes muertos son más importantes que los héroes vivos. Los héroes muertos son importantes, pero pueden dejar de ser héroes antes de morir. Pueden decepcionarnos. Más bien, dice, "acordaos", esa es una palabra que se extiende hacia el pasado. Recuerden a aquellos cuya conducta ustedes pueden explorar de principio a fin, y considérenla toda, especialmente cómo terminó.

Imitad su fe

¿Por qué? ¿Por qué este enfoque en los líderes humanos que conocieron y hablaron la Palabra de Dios? ¿Es para que usted pueda copiar su conducta? Éso no es lo que dice el escritor. Dice que es para que usted pueda imitar su fe. Versículo 7: "Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe”.

No su conducta. Si ustedes tratan de imitar su conducta, serán una farsa religiosa, una falsificación espiritual. Esta es una atemorizante realidad, cuando usted la ve: son las personas que han aprendido las formas de piedad y nada saben del poder que proviene de la fe genuina. Por el contrario dice: miren todo el transcurso de su conducta, y vean cómo terminaron su curso, y reciban el mismo "motor" que les hizo lo que fueron: su fe.

¿Fe en qué? El siguiente versículo dice: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos". ¿Ven la secuencia de su pensamiento? En el versículo 7 dice: "Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe”. Entonces, en el versículo 8: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos". ¿Ve la idea?

Él es el mismo, ayer, hoy, y mañana.

Ellos confiaron en Jesús en el pasado. Ahora ustedes, hoy y mañana, continúen confiando en Jesús. ¿Por qué? Porque Jesús es el mismo hoy cuando usted confía en Él y será el mismo mañana cuando usted confíe en Él.

Pero, ¿ve lo que esto implica sobre la gracia y cómo ella fortalece al corazón? Hay algo nuevo implícito aquí, algo que no vimos en los versículos 9-10. Si Jesús fuera solo importante por lo que hizo en la cruz, entonces no importaría si Él fuera el mismo hoy y mañana. Todo lo que importaría es que la obra pasada, sobre el altar de la cruz, es aun válida. ¿Todavía la sangre compra mi perdón? Pero si Jesús es importante, no solo porque murió una vez para perdonar mis pecados, sino porque también vive para estar conmigo y ayudarme en los próximos dos minutos y en esta tarde, y mañana, entonces todo depende de si el Jesús que vive hoy es el mismo que cuando murió por mí en el altar.

Y, la semana pasada, fue éso exactamente lo que vimos que él prometió ser. "Nunca te dejaré ni te desampararé" (versículo 5). La fe que debemos imitar es una fe en la gracia venidera, no solo en la gracia pasada, fe en que el Jesús vivo que nos ayudó ayer, nos ayudará hoy y mañana.

La gracia del perdón y la ayuda prometida

Cuando despierto en la mañana y me siento culpable e impuro por la fealdad de ayer, y desesperanzado por el fracaso de ayer, mi corazón necesita ser fortalecido por dos tipos de gracia, no solo una. Necesito la gracia del perdón basada en un gran sacrificio sustitutivo pasado sobre la cruz que cubre todos mis pecados. ¡Oh cuán preciosa! Y necesito la gracia de la ayuda prometida del Jesús de hoy y mañana.

Si puedo tener perdón, y si puedo tener la promesa de una ayuda omnipotente del Jesús que es el mismo ayer, hoy, y siempre, mi corazón será fuerte, y yo podré continuar durante otro día. Tal es la gloria de la gracia en la vida cristiana.

Si usted no disfruta del perdón de sus pecados, o no tiene esperanza de que Jesús le dará toda la ayuda que necesita hoy y mañana, entonces le invito a alejarse de los alimentos que no satisfacen o ayudan, y a poner su confianza en la gracia de Jesús.