Verdades difíciles y amor profundo: reflexiones sobre la soberanía, el sufrimiento y la promesa del Cielo


Reproducción de las notas tomadas durante la sesión.

Todas las cosas cooperan para bien.

Romanos 8:28

“Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”.

Vamos a centrarnos en uno de los versículos más importantes de las Escrituras: Romanos 8:28. Es falto de sensibilidad introducir a una persona en Romanos 8:28 de un modo que minimice el sufrimiento. Jesús lloró por el sufrimiento y la fealdad de la muerte. Las Escrituras nunca disminuyen el sufrimiento y el dolor ante la realidad de la resurrección. No obstante, Dios hace que todas las cosas cooperen para bien para aquellos que lo aman.

Algunos pueden decir que este versículo les parece cruel. Sin embargo, Dios es totalmente soberano y Él es capaz de cumplir esta promesa. Cuando consigamos entender el verdadero significado de este versículo, podremos ver a Dios magnánimo y glorioso.

Es asombroso todo el sufrimiento que hay en este mundo, pero cuanto peor se ponen las cosas, mayor necesita ser la historia de la redención para arreglarlas. La historia de nuestra redención en Cristo tiene un final glorioso como puede verse en Efesios 2:7: "a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.

¿Qué conocería usted de la gracia de Dios si el mal, el pecado y el sufrimiento no hubiesen entrado en el mundo? ¿Qué conocería de la misericordia de Dios? ¿Qué conocería de su paciencia? ¿De su compasión? Son atributos de Dios que nunca habríamos conocido, celebrado y por los que nunca le hubiésemos alabado durante toda la eternidad si no hubiese existido tanto sufrimiento en este mundo. Cuando seamos más como Cristo, más será glorificado Dios por toda la eternidad y nosotros experimentaremos mayor bien que el que jamás hubiéramos imaginado si todo lo malo no hubiese ocurrido.

Herederos con Cristo

Dios nunca se ha retractado de su idea original de que personas justas gobiernen la tierra por toda la eternidad. Romanos 8:16-17 dice que "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él".

Somos herederos del rey y nuestro negocio familiar es el que gobierna. Tendremos un cuerpo resucitado, en un mundo resucitado, en una cultura resucitada en la nueva tierra. Gobernaremos la tierra para la gloria de Dios. Daniel 7:27 nos da una idea de esta futura realidad: “Y la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos debajo de todo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán".

Romanos 8:16-17 nos habla de que se necesita sufrir para poder reinar con Él. Una vida fácil va en detrimento del desarrollo de personas de carácter y parecidas a Cristo. Dios nos ha dado muchos y buenos dones, pero Dios no quiere que el mundo acabe siendo gobernado por personas que no se asemejen a Cristo. Estamos cometiendo un gran error al pensar que Dios solo está preparando un lugar para nosotros sin prepararnos a nosotros para ese lugar. Dios nos está preparando para gobernar en justicia como reyes siervos el mundo que tiene para nosotros. El sufrimiento está directamente ligado a gobernar su reino como herederos de Dios.

Las aflicciones nos preparan para la gloria

Cada vez que leemos Romanos 8:18: "Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada", deberíamos compararlo con 2 Corintios 4:17, "Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación". Si quiere saber qué era para Pablo “aflicción leve y pasajera", lea 2 Corintios 11: encarcelamientos, azotes, peligros de muerte, latigazos, pedradas, naufragios, trabajos duros, noches insomnes, etc.

Jesús dijo en Mateo 13:43, "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre". Esto comienza aquí y ahora y continúa por toda la eternidad. No piense que Dios quiere que usted espere a morir para ser como Jesús. Es en esta vida donde tenemos que ser más como Cristo. Esto sucede a través del sufrimiento y a través de la adversidad.

El Espíritu de Dios es el que nos ayuda a creer que la palabra de Dios es verdad cuando dice que todas las cosas cooperan para bien. Nada podrá separarnos del amor de Cristo porque Dios está obrando todas las cosas para nuestro bien (Efesios 1:11 y Romanos 8:28). Lo mejor está aún por llegar; esa es la promesa de Dios pagada con la sangre de Jesucristo. Cuando se encuentre en una situación de sufrimiento y dude de que Jesús se esté preocupando por usted, imagínelo abriendo sus manos marcadas por las cicatrices y mostrándole la prueba de su amor por usted.