Acerquémonos con confianza al trono de la gracia

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados; y puede obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas; y por esa causa está obligado a ofrecer sacrificios por los pecados, por sí mismo tanto como por el pueblo.

¿Por qué Dios esperó tanto para enviar a Jesús?

¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios planeó una historia tan larga con Israel antes de enviar a su Hijo al mundo para morir por nuestros pecados? Sería un gran error responder pensando que la historia humana funciona por su propio poder y que Dios ha estado tratando de hacer lo que quería hacer durante siglos, pero no podía lograr que sucediera, y por eso es que hubo 2000 años entre su elección de Abraham en Génesis 12, y la encarnación de Cristo en el libro de Mateo.

Sería un error por dos razones. Una es que todo el Antiguo Testamento muestra a Dios gobernando la historia, no frustrado por la historia. Por ejemplo, el profeta Daniel dice: "Sea el nombre de Dios bendito por los siglos de los siglos, porque la sabiduría y el poder son de Él. Él es quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos" (Daniel 2:20-21). Por tanto, los reyes no surgen y caen por sí mismos. Y los tiempos y épocas de la historia no cambian por sí mismos. Dios gobierna en todo esto.

El rey Nabucodonosor lo había aprendido de la manera difícil. Pero después de haber enloquecido con el orgullo, alabó al Dios verdadero y dijo:

Su dominio es un dominio eterno,   y su reino permanece de generación en generación. Y. . . El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4:34-35)

Así que sería un error pensar que la historia estaba tomando su propio curso y que Dios solo esperaba que ocurriera algo que le permitiera traer a Jesús en un momento óptimo.

La otra razón por la cual sería un error, es que Dios había planeado que Jesús viniera y muriera y nos diera la gracia del perdón incluso antes de que hubiera una historia que gobernar.  Por ejemplo, en 2da a Timoteo 1:9, Pablo dice:

[Dios] quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad.

Dios planificó la gracia de nuestro perdón en Cristo, desde antes de la Creación.

Así que sabemos dos verdades: una es que desde la eternidad Dios planificó la muerte de Jesús por nuestros pecados, y la otra es que Dios gobierna la historia y por ello logra sus planes sin dificultad.

¿Por qué, entonces, hay una historia de dos mil años con Israel antes de enviar a Jesús al mundo? Dios podía haber planificado enviar a Jesús en los días de Noé, o justo antes de la Torre de Babel, o en los días de la esclavitud en Egipto. ¿Por qué la demora?

Necesitábamos categorías para ayudarnos a entender a Jesús

Una respuesta es que cuando el Hijo de Dios viene al mundo, son necesarias algunas categorías para que tenga sentido la explicación de quién es él y qué viene hacer. Es necesario que haya un contexto que interprete por qué está aquí el Hijo de Dios y qué está haciendo. Esa es una de las razones para que exista la historia de Israel y el registro del Antiguo Testamento. Nos da el contexto y las categorías para entender quién es Jesús y por qué vino.

Es por esta razón que las misiones y la estrategia misionera llamada Firm Foundations son tan importantes. Lleva a una persona o a una tribu de personas (como se muestra en el video EE-Taow) y las expone a las historias del Antiguo Testamento durante semanas, e incluso meses, con el objetivo de dar un contexto para el evangelio de Jesucristo. Imagine ir a una villa que nunca escuchó que Dios creó el mundo y que el mundo cayó en pecado, y que Dios dio una ley para que la obedeciéramos, y que había sacerdotes y sacrificios y profetas y reyes en el pueblo de Dios. ¿Cómo podrían dar sentido a Cristo y a su venida?

Si usted trata de obviar el Antiguo Testamento e interpretar a Jesús fundamentalmente dentro de nuestro propio contexto, sin tener en cuenta el contexto histórico-bíblico y sus categorías, usted pudiera convertir a Jesús en un entrenador deportivo, o en un terapeuta, o en un buen ejemplo, o en un gurú, o en un mentor, o en un héroe, o en un vanguardista. Y pudiera ser que haya verdad en cada uno de esas explicaciones. Pero no serán tan verdaderas y profundas y autoritativas y útiles como las categorías que la misma Biblia usa.

Una categoría: Él es nuestro Sumo Sacerdote

En nuestro texto de hoy tenemos una de esas antiguas categorías del Antiguo Testamento para entender quién es Jesús y qué vino a hacer, es decir, la categoría de "sumo sacerdote". Hebreos 4:14:

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe.

Ahora, no hay sacerdotes a nuestro alrededor hoy. Así que esta es una categoría para comprender a Jesús que nos es extraña. Pero Dios planificó siglos de historia con Israel, registrados en el Antiguo Testamento, para que tuviéramos un contexto a fin de comprender esta categoría. Ésto significa que él cree que la categoría es verdaderamente importante. Si dijéramos "Bien, es demasiada anticuada e irrelevante para la actualidad, nadie sabe qué es un sumo sacerdote; traduzcamos a Jesús a una de nuestras categorías familiares, digamos, un abogado defensor", entonces nos empobreceríamos y alejaríamos de la verdad".

En lugar de ello, lo que necesitamos hacer, antes de saltar a analogías contemporáneas, es volver al contexto de Dios, la historia de Dios, y el libro de Dios, y aprender algunas verdades profundas y maravillosas que de otra forma pasaríamos por alto (incluso para nuestro peligro), porque un sumo sacerdote no es igual a un abogado de defensa u otra analogía en nuestra sociedad. Nuestra historia es simplemente demasiado limitada para interpretar a Jesús. Necesitamos la historia de Dios. Nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestra época son demasiado provinciales para dar las categorías necesarias a fin de comprender quién es Jesús y qué vino a hacer.

Así que agradezco a Dios por el libro a los Hebreos. A veces es difícil de comprender. Pero oh, cuántas riquezas hay al ver a Jesús como Dios planeó mostrarlo, según él diseñó la historia y religión del Antiguo Testamento. Fue toda para Jesús. Jesús dijo en Juan 5:39:

Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

De una forma u otra toda tiene que ver sobre Jesús. Dios estaba guiando la historia de Israel como un trasfondo para ayudarnos a dar sentido a la venida de Jesús. El Antiguo Testamento es un trasfondo esencial para profundizar en la obra de Jesús.

Hebreos 5:1-3 nos da una pequeña visión de quiénes fueron los sumo sacerdotes en la vida religiosa del Antiguo Testamento. El versículo 1 dice que los sumos sacerdotes venían de entre los hombres y eran seleccionados para el bien del pueblo, a fin de ofrecer dones y sacrificios a Dios por los pecados. Abre ante nosotros todo un mundo de significados. Hay un Dios. Hay pecado. Este pecado ha creado una barrera entre Dios y el pueblo. Pero Dios ha hecho provisión para ser reconciliado con el pueblo. Él ordenó que hubiera sacerdotes humanos, que serían los intermediarios; y estos sacerdotes ofrecerían sacrificios. Habría un derramamiento de sangre, una especie de sustituto animal por el pecador. Dios lo miraría y quitaría su ira por los pecados de las personas.

Pero, incorporado en este sistema sacerdotal había algunas insuficiencias. La que vemos aquí, en Hebreos 5:3, es de que el sumo sacerdote mismo era un pecador, y tenía que ofrecer sacrificios por sí mismo y por los pecados del pueblo. Esto no solo significaba que su simpatía sería imperfecta, y que su presencia ante Dios, en el lugar santo, sería limitada; también significaba que él moriría y tendría que ser reemplazado. Nunca podría garantizar una presencia continua para intervenir por el pueblo delante de Dios. A medida que avancemos en el libro de Hebreos se aclararán todas las insuficiencias del antiguo sacerdocio. Pero ese es el propósito de toda la historia de Israel: el sacerdocio es imperfecto, inadecuado, e incompleto. Señala hacia algo mayor, al Alguien perfecto y completo. Señala hacia Jesucristo, el Hijo de Dios, nuestro supremo y perfecto Sumo Sacerdote. De hecho, incluso los sacrificios que el sumo sacerdote ofrece (5:3) señalan a Jesús, porque Jesús es un cumplimiento tan perfecto y completo del sacerdocio que él no solo es el Sumo Sacerdote, también es el sacrificio que el Sumo Sacerdote da (Hebreos 9:12, 25-26; 13:12).

Miremos por tanto lo que Hebreos 4:14-16 nos dice acerca de nuestro Sumo Sacerdote perfecto y supremo, y qué diferencia produce él en nuestras vidas del siglo XX.

Versículo 14: Jesús, el Hijo de Dios, está vivo y con Dios

El versículo 14 no da tres detalles esenciales:

  1. Jesús está vivo;
  2. Él está con Dios por encima de los cielos; y
  3. Él es el Hijo de Dios.

Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios...

1. Jesús vive

A diferencia de todos los sumos sacerdotes que alguna vez vivieron y murieron, Jesús murió y resucitó de entre los muertos para nunca morir de nuevo. Es por esta razón que se dio fin a todo el sistema del sacerdocio del Antiguo Testamento. Jesús es el último y supremo sacerdote entre el hombre y Dios, porque él nunca muere. Él llegó a ser sacerdote mediante una vida indestructible (Hebreos 7:16). Tenemos un sacerdote y él está vivo.

2. Él está con Dios sobre los cielos

Él también está con Dios sobre los cielos. El hecho de que él "que trascendió los cielos" nos trae a la mente la ascensión de Jesús cuando se levantó a través de las nubes y del cielo hacia otro reino, es decir, hacia la misma presencia de Dios. Antes de Cristo, el lugar santísimo del tabernáculo o templo era visitado una vez al año por el sumo sacerdote. Pero eso solo era una sombra del verdadero Lugar Santo en el cielo, donde mora Dios. Allí es donde vive hoy nuestro Sumo Sacerdote. Él tiene acceso inmediato a Dios en los cielos, día y noche. Hebreos 7:25 dice que él: "vive perpetuamente para interceder por [nosotros]".

3. Él es el Hijo de Dios

Él no solo era un humano exaltado a esta posición sacerdotal. Él es el Hijo divino de Dios, quien creó los cielos y la tierra (1:8-10). Esto da un valor infinito a su sacrificio. Jesús no lleva la sangre de toros y cabras hacia el tabernáculo celestial. Ni siguiera lleva la sangre de un simple humano. Él lleva su propia sangre preciosa, la sangre del Hijo de Dios (Hebreos 9:12). Y cuando Dios el Padre ve este sacrificio por mi pecado, dice: "Suficiente. La deuda ha sido pagada. Mi justicia ha sido vindicada. Mi gloria es exaltada". Y pasa por alto mi transgresión castigada y me tiene como su hijo inocente y amado.

Así que nuestro Sumo Sacerdote está vivo para siempre; él está con Dios sobre los cielos en el lugar más santo del universo; y él es el mismísimo Hijo de Dios quien presenta mi caso mediante su propia sangre.

Versículo 15: Jesús, aunque tentado, nunca cedió, y por ello es compasivo

Entonces, en el versículo 15, aprendemos que a pesar de lo supremo que es nuestro Sumo Sacerdote (vivo para siempre en la presencia de Dios como el Hijo de Dios), sin embargo, aún prevalecen las otras tres verdades acerca de él:

  1. Él fue tentado en todos los modos en que lo somos nosotros;
  2. Nunca cedió ni pecó; y
  3. Él es por tanto compasivo con nosotros en nuestra debilidad.

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no se compadezca de nuestra debilidad, sino Uno que fue tentado en todas las cosas que nosotros, pero sin pecado.

Hace cincuenta años, C.S. Lewis imaginó a alguien objetando aquí: "Si Jesús nunca pecó, entonces no sabe cómo es la tentación. Él vivió una vida protegida y no pudo sentir cómo puede ser una tentación fuerte". Esto es lo que Lewis escribió en respuesta a esa objeción:

Existe la idea actual de que las personas buenas no saben qué es la tentación. Esto es una mentira obvia. Solo los que tratan de resistir la tentación saben cuán fuerte es. . . Un hombre que se rinde a la tentación después de cinco minutos, simplemente no sabe cómo hubiera sido una hora después. Es por esa razón que las personas malas, en cierto sentido, saben muy poco acerca de la maldad. Ellos han vivido una vida protegida al rendirse siempre. . . Cristo, por ser el único hombre que nunca cedió a la tentación, es también el único hombre que conoce a plenitud la tentación, el único verdadero realista.

Jesús puede simpatizar con nosotros en nuestro dolor y en nuestra muerte, porque él experimentó un dolor extremo y lo sufrió todo hasta la muerte. Y puede simpatizar con nosotros en nuestra atracción por el pecado, porque fue tentado –

  • a mentir (para salvar su vida)
  • y a robar (para ayudar a su pobre madre cuando su padre murió)
  • y a codiciar (todas las cosas agradables que tenía Zaqueo)
  • y a deshonrar a sus padres (cuando ellos fueron más estricto que otros)
  • y a tomar venganza (cuando fue acusado falsamente)
  • y a la lujuria (cuando María secó sus pies con su cabello)
  • y a la auto-compasión (cuando sus discípulos cayeron dormidos en su última hora de prueba)
  • y a murmurar contra Dios (cuando Juan el Bautista murió por el capricho de una bailarina)
  • y a burlarse de sus acusadores (cuando no pudieron responder sus preguntas)

Jesús conoce la batalla. Él la peleó hasta el final. Y en cada encuentro derrotó al monstruo. Así que fue tentado de la misma forma en que lo somos nosotros, y la Biblia dice que es un Sumo Sacerdote compasivo. Él no quita entorna los ojos por nuestro dolor o chasquea la lengua ante nuestra batalla con el pecado.

Retengan por tanto su esperanza, y acérquense a Dios

Todo esto nos lleva a la gran conclusión práctica y relevante del siglo XX. Porque él vive, y está en la presencia de Dios con el sacrificio de la sangre del Hijo de Dios y lleno de compasión por su pueblo, por ello, hagamos dos cosas:

  1. versículo 14b: "retengamos nuestra fe" y
  2. versículo 16: "acerquémonos con confianza al trono de la gracia".

La fe es simplemente nuestra esperanza inconmovible (10:23) de que Dios es por nosotros y obrará para traernos hasta su reposo y gozo final. Reténganla porque tienen un gran Sumo Sacerdote. Esa es la primera conclusión. Durante semanas hemos estado viendo el llamado a retener y a ser diligentes y a prestar atención. Aquí lo vemos de nuevo. ¡Solo que aquí el escritor está dando poderosas razones, no solo por las cuales usted debería retener su fe, también por las cuales puede retener su fe! Dios es por usted. Usted tiene un gran Sumo Sacerdote. Él vive. Él está en la presencia de Dios. Él es el Hijo de Dios. Él es compasivo. Por tanto, retenga su esperanza.

Pero, en la práctica, ¿qué hace usted con su esperanza? Ése es el último punto, a saber, el versículo 16:

Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

Ahora escuche cuidadosamente a medida que terminamos, porque esto es increíblemente importante. Cada uno de nosotros necesita ayuda. No somos Dios. Tenemos necesidades. Tenemos debilidades. Tenemos confusiones. Tenemos limitaciones de todos los tipos. Necesitamos ayuda.

Pero cada uno de nosotros tiene algo más: tenemos pecados. Y por ello, en el fondo de nuestros corazones, sabemos que no merecemos la ayuda que necesitamos. Y por eso nos sentimos atrapados. Yo necesito ayuda para vivir mi vida y para lidiar con la muerte y para afrontar la eternidad -ayuda con mi familia, mi esposa, mis hijos, mi soledad, mi trabajo, mi salud, mis finanzas. Necesito ayuda. Pero no merezco la ayuda que necesito.

Entonces, ¿qué puedo hacer? Puedo tratar de negarlo todo y ser un súper hombre que no necesita ayuda alguna. O puedo tratar de ahogarlo todo y lanzar mi vida hacia una piscina de placeres sensuales. O, simplemente, puedo dar lugar a la parálisis y al desespero.

Pero Dios declara sobre esta conclusión sin esperanzas: Jesucristo se hizo Sumo Sacerdote para destruir esa falta de esperanza, llenándolo todo con esperanzas y para humillar a ese súper hombre o súper mujer y para rescatar a ese desgraciado que se ahoga.

Sí, todos necesitamos ayuda. Sí, ninguno de nosotros merece la ayuda que necesitamos. Pero no al desespero y al orgullo y a la lascivia. Miren lo que Dios dice. Como tenemos un gran Sumo Sacerdote, el trono de Dios es un trono de gracia. Y la ayuda que recibimos en el trono es misericordia y gracia para recibir ayuda en el tiempo de necesidad. ¡Gracia para la ayuda! Ayuda inmerecida, ayuda de gracia.

Este es todo el mensaje del Antiguo y Nuevo Testamentos. Dios planificó un Sumo Sacerdote, un Salvador, un Redentor, un Ayudador de gracia.

Usted no está atrapado. Diga NO a la esa mentira. Necesitamos ayuda. No merecemos la gracia. Pero podemos tenerla. Usted puede tenerla ahora mismo y para siempre. Si recibe y confía en su Sumo Sacerdote, Jesús, el Hijo de Dios, y se acerca a Dios mediante él. Amén.