Sus Mandamientos No Son Gravosos

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de Él. En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Supongan que un amigo cristiano de ustedes estuviese haciendo algo que no es correcto – no correcto al menos por lo que ustedes pueden juzgar de acuerdo a las Escrituras. ¿Cómo responderían si él dice: “Yo sé que no es lo que la Biblia específicamente manda, pero creo que es lo más amoroso. Y cómo el amor es la norma ética más importante de las Escrituras, por consiguiente creo que lo que estoy haciendo está bien”?

Una clase de razonamiento ético falsa

Hoy, esta tipo de razonamiento está muy generalizado entre los cristianos – es decir, un razonamiento que encuentra una palabra clave en las Escrituras, como “justicia”, “misericordia”, “amor”, “paz” o “reino de Dios”, y luego la convierte en criterio de lo que está bien y lo que está mal, sin dejar que los mandatos específicos de las Escrituras determinen el fondo de ese criterio.

En otras palabras, un principio que tiene aprobación bíblica se saca de la Biblia, pero las más detalladas características de ese principio, las cuales están dadas en los mandatos específicos de las Escrituras, son ignoradas mientras que se moldea el principio de acuerdo a la intención personal.

Es un error fácil de cometer porque la Biblia no responde directamente cada cuestión moral. Tenemos que usar principios como la justicia, el amor, la paz, para comparar varias alternativas, donde la situación puede ser diferente de lo que la Biblia aborda.

Pero, me parece que lo que está pasando hoy en toda clase de cuestiones morales es que, en nombre de ciertos principios bíblicos, se niegan los mandatos y enseñanzas que están en las Escrituras. Es decir, se adquieren los principios de la Biblia pero se complementa el contenido verdadero de acuerdo a los deseos personales y las presiones sociales, no de acuerdo a los mandatos específicos y los ejemplos de las Escrituras.

Luego les voy a dar algunos ejemplos de lo que tengo en mente. Pero, tenemos que ver primero que nuestro texto de hoy habla directamente de este problema. Examinemos juntos este texto y dejemos que surja esta cuestión mientras vemos el flujo del pensamiento de Juan.

La prueba de si el amor por Dios es verdadero

La primera unidad es 4:20-5:1 y el punto principal de esta unidad es conocido, es decir, la prueba de si nuestro amor por Dios es verdadero es si amamos a nuestro hermano creyente. El versículo 20 aborda el tema negativamente y los versículos 21 y 5:1 lo hacen positivamente.

No podemos amar a Dios si no amamos a nuestro hermano

En 4:20, dice Juan: “Si alguno dice ´Yo amo a Dios´ y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues, el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?".

En otras palabras, la devoción religiosa que no produce hechos prácticos de amor son palabras vacías – o peor que vacías. Juan diría que es una mentira. Una persona que canta: “Te amo, Señor y levanto mi voz para adorarte. Oh, mi alma se regocija” y tiene rencor en su corazón y no demuestra amor a los concurrentes es un mentiroso. Su canción es una mentira.

La manera en la que tratamos a un hermano o una hermana visibles es la prueba de si realmente nos deleitamos en nuestro Padre invisible y valoramos sus promesas.

No creo que Juan diga en el versículo 20 que es más fácil amar a un hermano, que se puede ver, que amar a Dios a quien no se puede ver. Se puede tener esa impresión del versículo (El que no ama a su hermano a quien ha visto no puede amar a Dios a quien no ha visto). Y es por eso que mucha gente tropieza en esto.

¿No está diciendo simplemente esto?: Si realmente amas a Dios – si realmente confías y te deleitas en todo lo que Dios es para ti , en todas sus maravillosas promesas, entonces AMARÁS a tu hermano. Estarás tan lleno de esperanza, alegría y libertad que te encantará propagar las cosas buenas de Dios a tanta gente como sea posible. Pero, agrega, no hay manera de saber si amas realmente a Dios porque no está alrededor tuyo. No puedes abrazarlo o inclinarte ante su presencia visible o acatar una orden dicha directamente de sus labios.

Hay una sola manera de saber si la afirmación de amar a Dios es un auto engaño o no, es decir, en la manera en la que se relacionan con la gente que pueden ver (cf. 4:12). Si no aman a su hermano al que pueden ver, entonces hay una evidencia plena de que no pueden estar diciendo la verdad cuando hablan del funcionamiento invisible del corazón hacia un Dios invisible.

Por tanto el versículo 20 dice negativamente: “El que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto”.

El que ama a Dios ama al que cree en Jesús

En 4:21-5:1, Juan dice lo mismo de manera positiva: “Este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre ama al que ha nacido de Él”.

La traducción literal del 5:1 es: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios".

Para decirlo de otro modo, el versículo enseña que la fe es el resultado y la evidencia de haber vuelto a nacer, no que haber vuelto a nacer es el resultado de la fe. Hay un cambio de tiempo verbal que las versiones inglesas esconden: “Todo aquel que cree (tiempo presente) ... ha nacido de Dios (pretérito perfecto). El nacimiento nuevo precede y posibilita la fe. No viceversa.

Luego la segunda mitad del versículo dice que el que ama al que engendra ama al engendrado. El que ama a Dios ama a los que Dios ha engendrado. Todo el que ama al Padre divino también ama al hijo humano.

Cuando se juntan las dos mitades del versículo, el punto es: Todo el que ama a Dios ama a aquellos que creen que Jesús es el Cristo, porque creer en Cristo es la marca de haber nacido de Dios y todo el que ama al Padre ama a aquellos que Él da un nuevo nacimiento.

Esa es la primera unidad en este texto, 4:20-5:1. Y el punto principal es el ya conocido de que amar a sus compañeros creyentes es la prueba de si realmente aman o no a Dios.

La prueba de si el amor que tienen por la gente es verdadero

La segunda unidad es un pensamiento nuevo. Se encuentra en 5:2-3. Es la cuestión a la que me referí al principio de este mensaje. “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos”.

Hasta ahora en este libro de 1 Juan la pregunta ha sido: Cómo podemos estar seguros de que amamos a Dios o creemos en Dios o somos nacidos de Dios. Y la respuesta siempre resurge en que sabemos que sucede con nosotros y Dios de acuerdo a si amamos a nuestros hermanos y hermanas en la tierra. El amor al hombre ha sido la prueba del amor a Dios.

Pero, aquí en 5:2 hay una pregunta nueva. Es tan diferente que tendemos a pensar que nos habremos equivocado al leerlo. Parece un retroceso de todo lo que hemos visto hasta ahora. “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios”. Seguramente, él quería decir lo contrario, ¿no es cierto: “En esto sabemos que amamos a Dios: cuando amamos a los hijos de Dios”? Pero, esto no es lo que dice. Dice que la prueba de si realmente amamos a otras personas es si amamos a Dios.

¿Razonamiento circular?

Esto parece muy circular. Por un lado, en 4:20 dice: “Si alguno dice ´Yo amo a Dios´ y aborrece a su hermano es un mentiroso”. En otras palabras, el amor al hombre es la prueba del amor a Dios. Pero, por otro lado, en 5:2 dice: "En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios”. Dicho de otro modo, el amor a Dios es la prueba de nuestro amor al hombre.

Esto parece destruir nuestra seguridad por ambos lados. Si amar al hombre da la seguridad de que realmente amamos a Dios y amar a Dios da la seguridad de que realmente amamos al hombre, entonces ¿dónde empieza la seguridad? ¿Dónde podemos encontrar un punto de apoyo seguro para empezar? ¿Cómo puedo usar mi amor por Dios como una prueba de mi amor por el hombre cuando la pregunta que se me hace en dicha prueba es: ¿Amas al hombre? Todo lo que puedo decir es: ¡Eso es lo que estoy tratando de descubrir!

Guardando mandamientos que no son gravosos

Tal vez si seguimos leyendo habrá una solución. Los versículos 2 y 3 dicen: “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues, este es el amor a Dios, que guardamos sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos”

Como el versículo 2 dice que el amor por Dios es la prueba de nuestro amor por las personas, Juan nos dice algo sobre la prueba. En el versículo 3, dice que el amor por Dios significa guardar sus mandamientos y no sentirlos gravosos: “Este es el amor de Dios, que guardamos sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos”.

Si esta es la prueba para ver si realmente amamos a nuestros hermanos y hermanas, entonces no parece tan circular después de todo. Sería algo así: “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios, cuando guardamos sus mandamientos y no los sentimos gravosos”. En otras palabras, la prueba de la genuinidad de nuestro amor por los hijos de Dios es si dejamos que los mandamientos gobiernen nuestra relación con ellos y si estos mandamientos resultan gravosos para nosotros.

Las dos mitades de esta prueba

Vale la pena pensar sobre esto. Tomemos una por una las dos mitades de esta prueba.

1 La primera parte de esta prueba

Primero, vemos la parte que dice que amamos a los hijos de Dios cuando guardamos sus mandamientos. Esta es la respuesta de Juan a la gente de nuestro tiempo que toma una palabra clave de la Biblia y luego de esa palabra determina el criterio del bien o del mal, sin dejar que los mandatos específicos de las Escrituras determinen el fondo de ese criterio.

Definiendo el amor en nuestros propios términos y no en los de las Escrituras

Por ejemplo, algunos toman la palabra clave “amor” y dicen que este es el ideal bíblico para las relaciones humanas, pero luego dejan que su propio punto de vista de lo que el amor debe ser anule mandatos específicos y enseñanzas de las Escrituras. Podemos mencionar algunas instancias.

Homosexualidad

En la actualidad, muchos argumentan que lo que es afectuoso decir sobre la práctica homosexual es, no que la actividad homosexual sea pecado, sino que lo que es pecado es la promiscuidad. Encuentren a una pareja y sean fieles. Ellos dicen que no sería nada amoroso prohibir la satisfacción sexual a alguien que tiene una preferencia homosexual. Por lo tanto, la norma bíblica de amor se usa contra las enseñanzas bíblicas de Romanos 1, que dice que la homosexualidad está contra el orden creado por Dios y se juzgará a aquellos que la practican.

Juan diría que la prueba del amor verdadero hacia un homosexual se demostraría cumpliendo los mandamientos de Dios y de esa manera buscar el bien eterno del homosexual. Tomar un concepto bíblico como el “amor” y darle a ese concepto un significado propio para anular mandamientos específicos de Dios, no es considerado como amor de acuerdo a 1 Juan 5:2. Él dice: en esto sabemos que amamos a los homosexuales si obedecemos los mandamientos de Dios.

La disciplina de la iglesia

Otro ejemplo, sería la disciplina de la iglesia: Si un miembro de la iglesia está involucrado en un pecado abierto, persistente y sin arrepentimiento ¿qué dictará el amor? Habiendo suplicado privadamente a una persona que no se arrepiente y en grupos como iglesia ¿expulsamos a esa persona de la congregación de acuerdo al mandamiento en Mateo 18:17? ¿O tomamos el enfoque clave y decimos: “Esto no sería amar”?. Según 1 Juan 5:2, podemos saber si amamos a alguien si dejamos que los mandamientos de Dios gobiernen esa relación.

Los roles de los hombres y las mujeres en el matrimonio y en la iglesia

Otro ejemplo sería la cuestión de si existen diferencias bíblicas sancionadas entre los roles de los hombres y de las mujeres en el matrimonio y en la iglesia. Aquí, las palabras clave varían. Algunos toman la idea de “igualdad” de Gálatas 3:28. Algunos toman la idea de “persona” de Génesis 1:27. Otros toman la idea de “don” de 1 Corintios 12. Y hay quienes toman la idea de “amor”. Y el resultado generalmente es el mismo: el significado dado a la palabra clave se usa para anular algunos de los mandamientos de Dios.

Cuando las Escrituras dicen: “El marido es cabeza de la esposa así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo . . .Así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia” – es decir, cuando las Escrituras enseñan una distinción de roles para los maridos y las esposas modelada sobre la distinción entre los roles de Cristo y la iglesia, la respuesta feminista estándar es que contradice la igualdad, que contradice la condición de persona, que contradice la concesión del don, o que contradice el amor. Y por lo tanto, no lo aceptamos.

Y así, algunos de los mandamientos de Dios se hacen nulos porque el concepto general de “igualdad”, “condición de persona”, “concesión del don” o de “amor” no toma su contenido de las enseñanzas bíblicas más específicas, sino que, en cambio, lo toma de algún otro lugar. Pero, 1 Juan 5:2 diría: “Si quieren saber si sus ideas sobre el rol de las relaciones entre hombres y mujeres encierran amor, entonces midan sus ideas de acuerdo a los mandamientos de Dios, aún si tienen que estar en contra de la presión social”. Los mandamientos de Dios al final serán revindicados.

La disciplina de los hijos

Otro ejemplo está relacionado con la disciplina de los hijos. El miércoles pasado, escuché a un hombre en la radio aconsejando por teléfono a una joven madre qué hacer si su hijo de 2 años decía NO cuando ella le decía que pusiera el brazo en su chaqueta. El profesional de la radio dijo: “No lo reprenda o insista en la obediencia. En cambio, trate de contarle una historia y cuando desvíe la atención, deslice su brazo en la chaqueta”. ¿Por qué? Eso es más amoroso.

Radio, televisión, libros, revistas, diarios, grabaciones, vídeos – todos tienen ideas sobre cómo se debe amar a los hijos. Una y otra vez, se usa algún principio para anular los mandamientos de Dios en las Escrituras. “El que escatima la vara odia a su hijo, pero el que lo ama lo disciplina con inteligencia . . . Corrige a tu hijo mientras hay esperanza, pero no desee tu alma causarle la muerte” (Proverbios 13:24; 19:18).

Si quieren saber si aman a sus hijos o no, no confíen en los rumores del pensamiento contemporáneo. En cambio pregunten: “¿Estoy guardando los mandamientos de Dios con respecto a mi hijo?" No simplemente: “¿Estoy usando alguna frase clave bíblica que suena amorosa?” Sino: “¿Busco entender e implementar las enseñanzas específicas de las Escrituras con respecto a mis hijos?”

El verdadero amor es guiado por los mandamientos de Dios

El punto de todos estos ejemplos es simplemente demostrar que, según el pensamiento de Juan, no se puede hablar de amar a los hombres sin involucrar a Dios – “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y obedecemos sus mandamientos”. Muchas cosas en el mundo parecen amorosas (como dijo Pablo en 1 Corintios 13:3) pero no son amor verdadero, a menos que estén hechas por el amor a Dios y guiadas por sus mandamientos.

Esta es la primera mitad de la prueba de si nuestro amor por la gente es verdadero. Ahora vamos a . . .

2 La segunda parte de la prueba

Cuando Juan dice que podemos saber que realmente amamos a los hijos de Dios cuando amamos a Dios, quiere decir que no solo las relaciones deben ser guiadas por los mandamientos de Dios, sino también que esos mandamientos no deben resultar gravosos. Versículo 3: “Este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. El amor por Dios, que puede probar la genuinidad de nuestro amor por el hombre, es una experiencia de Dios en nuestras relaciones con la gente que no solo nos provoque someternos a sus mandamientos, sino también hacerlo libremente más que de mala gana. Cuando se tiene esa experiencia de Dios – lo que Elizabeth Elliot llama “la rendición contenta” – entonces se tiene la seguridad de que el amor hacia los hijos de Dios es verdadero, no simple auto engaño.

Convirtiendo los mandamientos de Dios de carga en alegría

Por lo tanto, nuestra consideración final debe ser: ¿ómo se puede llegar al punto donde los mandamientos de Dios no son una carga sino una alegría.

Los versículos 4 y 5 dan la respuesta. Los mandamientos no son gravosos “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?".

Derrotando al mundo a través del Nuevo Nacimiento y de la Fe

El versículo 4 dice que dos cosas vencen al mundo

  1. Lo que es nacido de Dios
  2. Nuestra Fe

Recuerden la relación entre la fe y el nuevo nacimiento en el versículo 1: todo aquel que tiene fe ha nacido de Dios. El nuevo nacimiento da lugar a la fe en las promesas de Cristo. Y esta fe derrota al mundo. Y eso elimina lo gravoso de los mandamientos de Dios.

Los mandamientos gravosos de Dios y el mundo

¿Cómo funciona? ¿Cuál es la conexión entre lo gravoso de los mandamientos de Dios y el mundo? Parece ser dual: los mandamientos de Dios son gravosos para nosotros, por un lado, porque el mundo nos tienta a creer que obedecer los mandamientos de Dios no satisface tanto como desobedecerlos, y tendemos a estar de acuerdo con el mundo, y por otro lado hay algo en nosotros que le encanta estar de acuerdo con el mundo. Antes del nuevo nacimiento somos “del mundo” (4:5). Cualquier cosa contraria a la lujuria de la carne y de los ojos y el orgullo de las posesiones es una gran carga y locura para el hombre no regenerado.

Es una carga ser casto sexualmente si creen en el mensaje del mundo de que la fornicación o el adulterio realmente les dará más satisfacción. Es una carga ser honesto en la devolución de impuestos si creen en el mensaje del mundo que más dinero les dará más satisfacción. Es una carga testificar a un colega si se cree el mensaje del mundo de que los cristianos son tontos y que el sentirse avergonzados ha de evitarse a a toda costa. Es una carga decir: “Lo siento; estaba equivocado” si se cree en el mensaje del mundo de que la mayor satisfacción se origina al mantener un frente de fuerza.

Dios derrota las mentiras del mundo

Pero, si el mundo pudiese ser derrotado, entonces los mandamientos de Dios no serían gravosos. Serían el camino de la alegría, la paz y la satisfacción. ¿Qué puede vencer a las tentaciones del mundo? ¿Qué puede desenmascarar las mentiras del mundo?

Respuesta: Dios puede. Y lo hace al darnos un nacimiento nuevo para que podamos ver la infinita superioridad de las promesas de Cristo sobre las promesas del mundo. El resultado es que confiamos en Cristo y al confiar en Él derrotamos las tentaciones del mundo.

La fe le dice a toda tentación del mundo: ¡NO, VETE! Yo sé dónde se encuentra la verdadera satisfacción. Dios me ha amado con amor infinito. Él promete disponer todas las cosas para el bien de aquellos que lo aman. No niega lo bueno a los que caminan rectamente. Nada que se ofrezca se puede comparar a la alegría de la comunión con Él ahora y a la gloria que se revelará en el más allá. Mundo, has perdido tu poder. Me he convertido en el esclavo feliz de un Buen Amo. Su yugo es fácil y la carga de sus mandamientos es ligera.

Una invitación final

Concluyo con una invitación. Pues, el Señor les ofrece muchas cosas buenas en este texto.

Si quieren saber si el amor por otros es verdadero y no auto engaño, si quieren tener el poder de obedecer los mandamientos de Dios, si quieren encontrar una vida de amor y al mismo tiempo que no sea gravosa, si quieren vencer el poder engañoso del mundo, entonces consideren la infinita superioridad del Hijo de Dios y tengan fe en su perdón por los pecados y sus promesas para el futuro. ¡Quién tiene al Hijo tiene vida!