Cómo matar el pecado, parte 1

Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia. 11 Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros. 12 Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne, 13 porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, 17 y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El.

Hace tres semanas anuncié la visión Plantar una Pasión, para hacerle soñar, que es parte de la propagación del anhelo por la supremacía de Dios en todas las cosas. Y que esta supremacía de Dios sea para el regocijo de todos y nos haga iniciar una iglesia renovada, fortalecida, centrada en Dios, que exalte a Cristo, esté saturada de la Biblia, y sea misionera, ganadora de almas y seguidora de la justicia. Y nos haga plantar esta iglesia en algún lugar de las Twin Citties. Es mi oración que la visión Plantar una Pasión, esté llenando de fuego a todos los creyentes que me escuchan.

El Llamado a ser Seguidores de la Justicia, Cristianos Coronarios1

En las últimas dos semanas estuvimos compartiendo algo de lo que significa ser una iglesia seguidora de la justicia. Hace dos semanas nos enfocábamos en la justicia racial, y la semana anterior en la justicia para los no nacidos. En general, yo rogaba a Dios para que él levantara cristianos seguidores de la justicia, cristianos coronarios en Bethlehem, no cristianos adrenalínicos.2 Cristianos que se mantienen bombeando la sangre de vida hora tras hora, día tras día, semana tras semana, año tras año, dedicados a una causa mayor que ellos mismos, mayor que sus familias o iglesia. Cristianos maratonistas, no cristianos velocistas.

William Wilberforce, vivió en Gran Bretaña hace doscientos años atrás, fue un cristiano que entregó toda su vida a la lucha contra el comercio de esclavos. Uno de sus adversarios dijo: “Es necesario verle como alguien bendecido con ese espíritu entusiasta, suficiente y desbordante, el cual lo hace estar lejos de flaquear, y lo hace levantarse con mayor ímpetu luego de alguna caída”. En otras palabras: Puedes derribarle de un golpe, que se levantará con mayor fortaleza. No existen muchos hombres como él hoy en Norteamérica. La mayoría de los hombres que son derribados por ser seguidores de la justicia, sienten pena por sí mismos. Se preguntan donde estaba Dios en ese momento, luego buscan a alguien para que les consienta. Los cristianos coronarios aprenden de sus reveses, se levantan hacia una nueva meta y continúan activos en la causa.

Los Cristianos Coronarios Batallan Contra Sus Pecados

En esta mañana regresamos a Romanos 8 para continuar donde nos quedamos el 16 de Diciembre. Sin embargo, sigo proclamando la visión Plantar una Pasión. Continúo trabajando para edificar iglesias “seguidoras de la justicia”. Continúo pidiendo a Dios que levante cristianos coronarios; y lo hago porque los versículos 12-13 de Romanos 8 me motivan. Si usted va ser de las personas que se levantan luego de haber sido derribadas por un golpe del enemigo, y en lugar de planear la venganza, planea una fresca y renovadora estrategia de amor. Si usted va a ser de aquellos, que en vez de cuestionar a Dios se somete a su sabiduría y a su buena soberanía, y en vez de lloriquear se regocija en la tribulación y quiere ser refinado como el acero; entonces tendrá que aprender cómo matar los pecados de autocompasión, de orgullo, de rencor y de vanidad. En otras palabras, el cristiano coronario no sale de la nada, lleno de gozo continúa adelante por una gran causa de amor y justicia. Los cristianos coronarios han sido forjados en el horno candente de la batalla contra el pecado, librada principalmente en sus propias almas.

Echemos un vistazo a los versículos 12-13, “Así pues, hermanos, no nos vemos obligados a la carne [literalmente: somos deudores, no a la carne], para vivir de acuerdo con la carne; 13 porque si ustedes viven de acuerdo con la carne, de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán” (Versión Nuevo Mundo). Por lo tanto, si desea ser un cristiano coronario, que afirma la pasión cristiana (o en realidad, cualquier cristiano que herede la vida y no la muerte) Pablo dice que usted que no debe ser el esclavo que paga las deudas de esa vieja, rebelde, insubordinada y autosuficiente naturaleza que tenemos, llamada carne (Romanos 8:7). “Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne”, no le debemos nada a la carne, excepto enemistad y guerra. No pierdas el tiempo con tu destructor. No seas deudor de tu propio destructor. Evade cualquier deuda con la carne, no pagues por tu propia destrucción.

¿Cómo?, nos preguntamos. El versículo 13 nos lo describe. Si usted desea ser un cristiano coronario, seguidor de la justicia, de los que afirman la pasión y ser un cristiano libre de las fatales deudas a la carne, entonces deberá ser un experto en matar sus propios pecados. Aquí tenemos un lenguaje peligroso, así que tenga cuidado. No piense en los pecados de otras personas, ni piense en cuánto las personas le han agraviado. Piense solamente en sus propios pecados. Pablo nos advierte de lo que está hablando. Versículo 13b: “pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne [de ustedes], viviréis”.

John Owen, Sobre la “Mortificación del Pecado

El gran maestro de la iglesia sobre la doctrina de la mortificación del pecado es John Owen. Probablemente nadie haya demostrado esta doctrina de manera más profunda que él. Él escribió un pequeño libro con más de  ochenta y seis páginas llamado La Mortificación del Pecado en los Creyentes. “Mortificación” significaba “matar” en el inglés del siglo XVII. En nuestros días solo significa “avergonzar” o “abochornar”. Pero Owen estaba haciendo referencia a Romanos 8:13, de hecho, todo su libro es una exposición de este versículo. Así lo dice John Owen: “O estás matando el pecado, o él te matará”.

Cuando yo tenía quince años mi madre escribió en mi Biblia  “Este libro te alejará del pecado, o el pecado te alejará de este libro” (aún conservo la Biblia). Ahora Owen está diciendo basado en Romanos 8:13, “O estás matando el pecado, o él [el pecado] te matará”. Veremos que estas dos frases están estrechamente relacionadas. Romanos 8:13 dice que nosotros hacemos morir el pecado por el Espíritu, “pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. ¿Y cual es el instrumento que podemos esgrimir para hacer morir las obras de la carne a través del Espíritu? La respuesta fue dada en Efesios 6:17: “la espada del Espíritu, la palabra de Dios”. Este libro te alejará del pecado, o sea, este libro matará el pecado. Retomaremos este asunto nuevamente dentro de dos semanas.

Por ahora solo deseo mostrarles como todos los temas tratados en estas últimas semanas están conectados entre sí. Pudiéramos pensar que desde el 16 de Diciembre hasta la fecha nos hemos estado desviando de la epístola a los Romanos. Realmente estábamos explicando qué sucede cuando los cristianos hacen morir las obras de la carne, se convierten en cristianos coronarios, cristianos maratonistas que exaltan a Dios. Llegan a ser cristianos seguidores de la justicia, que afirman la pasión por Dios.

Por tanto, ¿qué pudiéramos aprender que nos sea útil para experimentar el llamamiento que nos hace Romanos 8:13? Bueno, puedo apreciar cuatro preguntas a responder para conocer sobre el crucial deber de matar el pecado.

  1. ¿Cuáles son “las obras de la carne” a las que Pablo se refiere al decir, “pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”? Seguramente no todas las obras de la carne deben morir. Se supone que el cuerpo debe ser un instrumento de justicia. ¿Así que, cuáles son las obras de la carne que deben morir?
  2. ¿Qué significa hacer morir? ¿Acaso poseen vida que debamos quitarles? ¿Qué implica matarlas?
  3. ¿Qué significa “por el Espíritu”? El Espíritu es Dios mismo. Él no es una herramienta sin vida para esgrimirla como deseemos. La sola idea de tener el Espíritu en mis manos como herramienta, me ocasiona el temor que infunde el irrespeto hacia su persona ¿Estoy en sus manos, o no? Yo soy el que está en sus manos, no él. Él es el poder, no yo ¿Cómo debo entender la muerte del pecado “por el Espíritu”?
  4. ¿Acaso esta amenaza de muerte significa que puedo perder mi salvación? El versículo 13a dice: “porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir”. El apóstol Pablo se dirigió en esta epístola a toda la iglesia en Roma. Muerte, en este sentido, significa muerte eterna y juicio. Sabemos que todos (vivamos o no conforme a la carne) padeceremos una muerte física. Por tanto, la muerte a que se refiere este pasaje nos advierte de algo más, algo que ocurre a unos, pero a otros no. Así dice la pregunta: ¿podemos morir eternamente si hemos sido justificados por la fe? Si es así, ¿qué sucede con nuestra seguridad de salvación? Y si no es así, entonces ¿por qué Pablo nos amenaza con la muerte por vivir conforme a la carne y nos dice que nos ocupemos en matar el pecado?

Empecemos con esta última pregunta y luego nos ocuparemos de las demás dentro de dos semanas. En esta mañana, deberíamos tomar cuenta el sentido general en que se relacionan la justificación y la aniquilación del pecado; y lo crucial que es matar el pecado.

¿Acaso la Amenaza de Muerte Implica que Podamos Perder Nuestra Salvación?

Usted conoce mi respuesta: No, quien ha sido justificado por fe y no por las obras de la ley no puede morir en el sentido eterno de la muerte. Una de las razones principales que me llevan a creer esta verdad se encuentra en este capítulo, en el versículo 30. En este versículo, Pablo sostiene que toda la salvación, desde el principio hasta el final, es una obra de Dios, donde cada parte se enlaza a la siguiente formando una cadena indestructible. Romanos 8:30: “y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó”. Aquí es evidente la conexión entre la justificación y glorificación. Si usted ha sido justificado por la fe, entonces será glorificado. Es decir, usted será llevado hacia la vida eterna y la gloria. La cadena no se romperá: Predestinación, llamamiento, justificación, glorificación.

La Muerte del Pecado es el Resultado y la Evidencia de la Justificación

Por lo tanto, la pregunta es: ¿por qué Pablo dice a la iglesia de Roma – y a Bethlehem – (versículo 13) “porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”? Porque la muerte de las obras de la carne por el Espíritu –la práctica diaria de hacer morir el pecado en nuestras vidas– es el resultado de haber sido justificados y es la evidencia de que hemos sido justificados por la fe, y no por las obras de la ley. Si usted le ha declarado la guerra al pecado, y camina por el Espíritu, entonces sabrá que ha sido unido a Cristo solo por la fe. Si ha sido unido a Cristo, entonces la sangre y la justicia de Jesús proveen un terreno firme e inconmovible para su justificación.

Por otra parte, si está viviendo conforme a la carne – si no está guerreando contra su carne, si no está haciendo morir, de manera práctica, al pecado en su vida; entonces no hay una razón convincente para pensar que esté unido a Cristo por la fe y ni para creer que haya sido justificado. En otras palabras, hacer morir las obras de la carne no es la vía por la que alcanzamos la justificación, es una de las vías por la que Dios evidencia que somos justificados. Por eso Pablo nos ordena que hagamos morir el pecado, porque, si no lo hacemos –si no hacemos guerra contra la carne y hacemos morir las obras de la carne por medio del Espíritu– si el crecimiento en la gracia y la santidad no significan nada para nosotros- entonces, probablemente, somos falsos en nuestra fe o profesión; entonces, nuestra membresía en la iglesia sería falsa, y nuestro bautismo un fraude. Probablemente, ni siquiera seamos cristianos después de todo, y tal vez nunca lo lleguemos a ser.

Hacer Morir El Pecado Es El Efecto, No La Causa De Nuestra Justificación

Este es un buen lugar para recapitular y establecer nuevamente el gran fundamento para nuestro llamamiento a ser cristianos coronarios y seguidores de la justicia. ¿Cree que le estamos haciendo un llamamiento a vivir de esta manera para obtener la justificación? ¿O cree que le estamos llamando a vivir este camino porque es la manera en que viven los pecadores justificados? ¿Es la búsqueda de la justicia y el amor “por el Espíritu”, con una larga vida de perseverancia, la causa o el efecto de habernos arreglados con Dios?

Permitamos a Wilberforce responder. Él fue un hombre que tuvo pasión por la santidad, la justicia y la rectitud, quizás mucho más que cualquier otro en sus días. Cuando escribió su libro, Una Visión Práctica del Cristianismo [A Practical View of Christianity], para pregonar esta pasión por la rectitud  y el compromiso político con la causa de la justicia de Dios, dijo:

El cristianismo es el plan “para la justificación del impío” [Romanos 4:5], a través de la muerte de Cristo en lugar de los hombres “cuando aún son pecadores” [Romanos 5: 6-8], un plan “para reconciliarnos con Dios”, cuando somos enemigos de Él [Romanos 5:10]; y para hacer los frutos de la santidad, el efecto y no la causa de nuestro ser justificado y reconciliado.

Hemos pasado casi cuatro años estableciendo el fundamento para la comprensión del capítulo 8 de Romanos. Los primeros cinco capítulos de Romanos demuestran que la única vía en que los pecadores podemos ser declarados justos ante los ojos de Dios es que Él nos reconozca como tal –nos acredite, nos impute su justicia– por gracia, a través de la fe, sobre la base de la vida perfecta de Jesucristo y de su sacrificio perfecto, y no sobre la base de nuestras propias obras. Dios es justo y justifica al impío que tiene fe en Jesús (Romanos 3:26).

Pablo, en el capítulo 6, versículo 1, habiendo establecido un fundamento tan abrumador y maravillosamente inefable, tiene que preguntar en dos ocasiones: “¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?”. Y luego, en el versículo 15, “¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?”. Todo el contenido del capítulo 6 y 7 ha sido escrito para mostrar que la justificación solo es por fe y no por las obras que no pueden y no permiten que las personas hagan las paces con el pecado.

Pablo responde su propia pregunta en Romanos 6:2, “Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”. No podemos. Si hemos muerto al pecado por estar unidos a Jesús en su muerte, no podemos permanecer casados con el pecado. La fe que nos une a Cristo nos desliga de sus competidores. La fe que nos hace estar en paz con Dios, hace guerra a nuestro pecado. Si usted no tiene diferencias con el pecado, entonces no está a bien con Jesús. No por estar en desacuerdo con el pecado está en paz con Jesús; por estar en paz con Jesús,  usted está en desacuerdo con el pecado.

Por tanto, le hago este llamado de manera apremiante, para que Dios sea el centro de su vida, para que exalte a Cristo, sea un ganador de almas, un seguidor de la justicia, uno de los que afirman la pasión. Para que sea un cristiano coronario, no viva conforme a los deseos de la carne, haga morir las obras de la carne “por el Espíritu”. “Mate al pecado, o el pecado le matará a usted”.


1Coronario: El autor se refiere a las arterias que irrigan el corazón. En este sentido, Piper enfatiza el carácter activo de los cristianos consagrados [Nota del Equipo de Traducción].

2Adrenalina: Hormona segregada por las glándulas suprarrsenales que en situaciones de tensión aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la cantidad de glucosa en la sangre, acelera el metabolismo, etc. [Nota del equipo de Traducción].