¡Gloriémonos en la esperanza de la gloria de Dios!

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 2 por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

No hay Duda de que esto es la Voluntad de Dios

Mi intención esta mañana es que usted se “gloríe en la esperanza de la gloria de Dios”. Tengo gran expectativa porque sé que es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. Ésta es la meta de Dios en estos dos versos. Verso 2b: “nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”

Hay muchas cosas en la vida en las que no estamos seguros. ¿Debo vivir aquí o allá?, ¿debería cambiar de trabajo o quedarme donde estoy?, ¿debo ir a aquella escuela o a esta?, ¿debo ir o simplemente cooperar con las misiones?, ¿puedo tener una cita con esta persona o no? Hay muchas razones por las que dudamos -¿Cuál complacerá más al Señor? Pero hay algunas cosas en las que podemos estar absolutamente seguros. Y una de ellas es esta: Es la voluntad de Dios que usted se “gloríe en la esperanza de la gloria de Dios.”

Cualquier otra cosa que usted haga, cualquier otra cosa que diga, cualquier otra cosa que sienta, cualquier otra cosa que se pregunte, cuando se levanta o acuesta, usted no tiene ninguna necesidad de dudar de verdad. Dios desea que usted se gloríe en la esperanza de su gloria. Por tanto, tiene sentido auto animarse para lograrlo. Las otras cosas no son tan claras, ni tan importantes como esta. Esto es seguro y superior: “Gloriémonos en la esperanza de la gloria de Dios.”

Para poder auto animarse tiene que ver la gloria. Tiene que tener su esperanza puesta en la gloria que ve. Y entonces se gloriará en la esperanza de la gloria que ve. Allí está la gloria de Dios. Allí esta la esperanza de la gloria de Dios. Allí nos gloriamos, o jactamos, o regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios.

¿Dónde ve la gloria? Fundamentalmente en la historia evangélica de la vida de Cristo, su muerte y resurrección por nosotros los pecadores. Cuando la historia es contada y el evangelio es predicado, dice Pablo en 2da a los Corintios 4:4, que lo que relumbra a partir de ella es “resplandor del evangelio de la gloria de Cristo”. Y este Cristo glorioso es la “imagen de Dios”. Así que la gloria de Cristo que vemos en la historia del evangelio de su vida, muerte y resurrección, es la gloria de Dios. Dios se levanta en la historia de la vida de su hijo a partir de la predicación de esta, la mayor historia de la historia. Su gloria resplandece a través del evangelio.

Y cuando la vemos como es, vemos que la gloria de Dios es lo más valioso en el universo. Nada es más deseable que la gloria de Dios. Romanos 8:18: “considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”. Ningún dolor será demasiado difícil de resistir si nos trae a la gloria de Dios. Y ella no solo nos será “revelada”, sino que también nos alcanzará. Romanos 8:21: “la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”. Compartiremos la gloria de Dios. Nosotros mismos seremos glorificados.

La grandeza de este gozo es esta experiencia que va más allá de toda imaginación. Eso es lo que Pablo dice en 1ra a los Corintios 2:7-9: “hablamos sabiduría de Dios [...] que, [...] Dios predestinó para nuestra gloria; [...] Cosas que ojo no vio, ni oido oyo, Ni han entrado al corazon del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”. Cuando Pablo fue llevado al cielo para verla, se le prohibió describirla con palabras. El dice que fue “arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar” (2da a los Corintios 12:4). En el medio de su sufrimiento dijo que esta “aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación”. De acuerdo a Romanos 9:23, la meta suprema de toda la creación, juicio y salvación es esta: “dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria”. No solo su gloria, sino las “riquezas de su gloria”. Usted fue creado para disfrutar las riquezas de la gloria de Dios.

Para Pablo, quien quizás había probado más esta gloria que nadie, era tan preciosa que dijo: “estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo” (Filipenses 3:8). ¿Y qué ganamos cuando ganamos a Cristo? De acuerdo con 2da a los Tesalonicenses 2:14: “Y fue para esto que El os llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo” alcanzamos precisamente la gloria. Y esa es la gloria de Dios (2da a los Corintios 4:4,6).

Amando la Gloria de Dios

Cuando usted ve y disfruta la gloria como realmente es, pone su esperanza en ella. Nada se compara con ella, todo es pérdida y basura en comparación. En esta esperanza usted se gloría. ¿Qué significa eso? Todos han visto la sombra de lo que significa. Todos la han saboreado de antemano. Por ejemplo, allá, cerca del fin de la guerra de Vietnam, muchos de nosotros recordamos algunos videos clips que nadie, sino el más indolente, podría mirar sin llorar. Habían pasado tres años, cuatro años, seis años, desde que algunos prisioneros de guerra norteamericanos fueron capturados. Las esposas habían sido fieles. Los niños habían crecido. Y entonces llegaba la noticia: ‘Su esposo está vivo. Venga a San Diego en tal y mas cual día y le encontrará’. Esas escenas de reencuentro en el portaviones eran arrolladoramente emotivas.

Pero piense en la experiencia emocional que tuvo lugar entre el tiempo en que el teléfono suena para decir: “Está vivo”, y la reunión en el barco. Nada ha cambiado, excepto una cosa: la noticia. “Está vivo, volverá a casa, le encontrarás”. Y las noticias (ese evangelio) crearon una esperanza segura. La esperanza lo cambia todo. Nada permanece igual –si realmente tiene esperanza en lo que verdaderamente ama. ¿Ama usted realmente la gloria de Dios?

Esa es la meta de este texto: que usted se pueda “gloriarse en la esperanza de la gloria de Dios”. Oh, si Dios abriera los ojos de nuestros corazones para ver “la esperanza de su llamamiento, [... y] las riquezas de la gloria de su herencia” (Efesios 1:18). Les hago un llamado en esta mañana –no importa por qué razón se sienta inseguro, no importa en qué cosa pueda fallar, no se sienta inseguro en cuanto a esto y no deje de “gloriarse en la esperanza de la gloria de Dios.”

Cinco Pasos para Gloriarnos en la Esperanza de la Gloria de Dios

Todo lo demás en este texto es un medio para llegar a ese fin. Existen cinco pasos en este texto que nos llevan hacia el escalón supremo en que nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Hemos estado pensando en tres de ellos por muchas semanas. Dos de ellos son nuevos y nos enfocaremos en ellos. Permítame mencionarles lo que son, no en el orden en que aparecen en el texto, sino en el orden en que suceden.

1. La Obra Salvadora de Jesucristo.

Usted puede ver al final del verso 1: “...por medio de nuestro Señor Jesucristo”. El primer y más importante vehículo para llegar a la meta de gloriarnos en la esperanza de la gloria de Dios es que Jesucristo ha venido al mundo, ha vivido una vida de justicia perfecta, murió en nuestro lugar para llevar la condenación por nuestros pecados, y se levantó para vindicar el éxito de su obra. Todo lo bueno que nos sucede se debe a eso. Sin la obra de Cristo, todo sería justicia e ira, pero no salvación. Esa era la esencia de Romanos 3:24-26.

2. Vemos la Verdad y Belleza de esta Gran Obra de Redención y Creemos en Cristo.

Lo vemos en la pequeña frase “por la fe” en el verso 1: “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe...”. Nuestra conexión con la justicia de Cristo y la muerte de Cristo que llevó el pecado es solo por fe. Esa ha sido la idea de Romanos 4.

3. Experimentamos la Justificación.

Verso 1: “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe...”. La justificación es la sentencia de absolución, y la imputación de la justicia de Dios en Cristo –no culpables ante la justicia de Dios, sino justos. “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El” (2da a los Corintios 5:21).

Estos son los tres pasos que hemos estudiado durante muchas semanas. Ahora vienen otros dos en los que no nos hemos enfocado:

4) Debido a la justificación tenemos paz con Dios; y 5) a través de esta paz con Dios hemos entrado a un dominio y poder de la gracia que nos mantiene firmes hasta que heredamos la gloria de Dios.

Tomémoslos uno por uno y veamos cómo nos ayudan a gloriarnos en la esperanza de la gloria de Dios.

4. Debido a la Justificación, Ahora Tenemos Paz con Dios.

Romanos 5:1: “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Cómo debemos entender esta paz con Dios? La imagen que creo que Pablo tiene en mente es mostrada bajo un enfoque muy inteligente en el verso 10: “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida”. Este verso muestra que la imagen que Pablo tiene en mente es que existe una enemistad entre nosotros y Dios. Dios está airado con nosotros debido a nuestro pecado (Romanos 1:18), somos hostiles con Dios y estamos en rebelión contra su autoridad (Romanos 8:7-8). Romanos 1:18 dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad”. La ira de Dios contra la impiedad es nuestro problema fundamental en la vida. Si Dios ha resuelto derramar su ira sobre nosotros estamos en una posición aterradora.

¡Imagine el poder de Dios detrás de esta ira! Cuando usted mira hacia el cielo en una noche clara puede ver lo que es llamado la Vía Láctea, el nombre de nuestra galaxia. Dicen que tiene alrededor de 200 billones de estrellas. Quizás pueda ver la 40ma millonésima parte de ella en una buena noche. El disco de la Vía Láctea tiene cerca de 100 000 años luz de diámetro (cerca de seiscientos mil trillones de millas) y 2000 años luz de ancho. A nuestro sol le tomaría unos 200 000 años darle toda la vuelta. Y además de nuestra galaxia hay, según algunos estimados, otras 50 millones de galaxias.

Ahora, el Dios de que hablamos en Romanos hizo este universo con una simple orden. Solo habló y todas las galaxias comenzaron a existir. Él las sostiene en existencia a todas por la Palabra de su poder. Este Dios es tan grande que cualquier intento de describir su grandeza quedaría infinitamente corto. Pero lo que sí podemos ver y sentir es que si un Dios tan grande está airado contra nosotros, y tiene un poder tan indescriptible para respaldar su ira, entonces estamos en la peor de todas las condiciones posibles. Nada podría ser peor a que la ira de un poder infinito esté en nuestra contra.

Y esa es nuestra situación. Dios está revelando ahora su ira contra nuestra impiedad, y la llevará a un clímax en el día del juicio final (Romanos 2:4). Nuestra única esperanza será si Dios provee un camino de reconciliación. El verso 10 dice que lo ha hecho: “fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”. Esto sucedió porque Cristo llevó nuestros pecados y completó nuestra justificación. Ahora, por la fe estamos unidos a Cristo, así que su justicia nos es imputada o acreditada, y el resultado es paz. Dios ya no está airado con nosotros. Estamos reconciliados. No hay condenación. Ese es el cuarto paso en nuestro camino para llegar a gloriarnos en la esperanza de la gloria de Dios.
Ahora, aquí está la mejor parte en todo este asunto, y nos lleva directamente hasta el quinto y último paso para poder gloriarnos en la esperanza de la gloria de Dios. Todo el poder que una vez estuvo al servicio de la ira de Dios contra nosotros, ahora está al servicio de la gracia hacia nosotros.

Así dice Pablo en el verso 2, “por medio de quien [Cristo] también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Vea la palabra “también” (la NIV no la pone). No solo tenemos paz con Dios a través de Jesucristo, a través de él también tenemos algo más. ¿Qué es? Ese es el quinto paso.

5. A Través de esta Paz con Dios hemos Entrado a un Dominio y Poder de Gracia que nos Mantiene Firmes hasta que Heredemos la Gloria de Dios.

La paz es una manera de describir nuestra nueva relación con Dios. Tenemos paz con él. Pero hay algo mayor hacia lo que esta paz y reconciliación nos guía; es decir, la experiencia de la omnipotencia de Dios que actúa no en nuestra contra, sino a nuestro favor. Hemos sido traídos al dominio omnipotente de la gracia soberana.

Esto es algo más que la justificación, y algo más que la paz. Este es el poderoso dominio e influencia de la gracia transformadora, concesiva, preservadora y poderosa –el poder infinito de Dios ya no está contra nosotros, sino a nuestro favor.

¿Por qué digo esto? Primero, porque hacia allí quiere Pablo llevar la gracia en este capítulo, verso 21: “para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor”. Note que la gracia reina. Es el ejercicio de un poder, no solo su disposición. La gracia es el dominio y reinado del poder infinito de Dios obrando a nuestro favor y no en nuestra contra. Y, segundo, unos pocos versos después, en Romanos 6:14, Pablo lo dice de esta manera: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia”. La gracia es el dominio y poder que nos somete en Cristo, y obra para liberarnos del dominio del pecado y traernos a la vida eterna. Nosotros permanecemos en esta gracia, y servimos en esta gracia. Romanos 14: 4-5: dice de cada cristiano: “Para su propio amo está en pie o cae, y en pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie”. Este es el dominio soberano de la gracia.

Pero aun más relevante que estos dos versos de la gracia es lo que vimos unos pocos versos antes en Romanos 4:16: la gracia es la garantía de nuestra herencia. Recuerde estas palabras: “Por eso [la justificación y nuestra herencia] es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme...”. Recuerde la conexión fe-gracia-seguridad. Es la gracia soberana de Dios quien hace que nuestra herencia futura de la promesa sea segura o garantizada. ¿Por qué? Debido al poder de la gracia que vemos en el verso 17b: es la gracia de Dios quien “da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran”. La gracia de Dios cumple la promesa porque Abraham fue justificado y tuvo paz con Dios, y por tanto el poder omnipotente, resucitador, y creador a partir de la nada, obró para él y no en su contra.

Hacia allá hemos entrado, de acuerdo a Romanos 5:2, allí es donde vive el pueblo justificado de Dios. Vivimos en el dominio, el reino, y el poder de la gracia soberana y omnipotente. Allí es donde permanecemos. Y es por eso que nos “gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. El concepto es el mismo de la conexión de fe- gracia- seguridad en Romanos 4:16: la justificación “es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme.”

Las Noticias Más Urgentes para las Naciones del Mundo y para Ustedes

Esta es la secuencia (poniendo todos los seis pasos juntos):

  1. Cristo murió por nuestros pecados y cumplió una justicia perfecta;
  2. La vimos y creímos;
  3. Fuimos justificados por esta fe; la justicia de Cristo nos fue imputada;
  4. La enemistad entre Dios y nosotros fue eliminada y llegó la paz;
  5. Entramos a través de esa paz a un dominio y reino de gracia, donde el poder infinito de Dios ya no obra en nuestra contra, sino a nuestro favor, para que la promesa sea firme –la gracia reinará para vida eterna (Romanos 5:21), los justificados serán glorificados (Romanos 8:30) y por tanto
  6. “Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”

Esta es una gran salvación. Es un gran preludio para el Festival de las Misiones que comenzará el próximo domingo. Esta es la noticia más urgente para todas las naciones del mundo. Sin ella, están bajo la ira de Dios, tal como lo está usted esta mañana si no confía en Cristo. Así, por su propio bien, y por el bien de las naciones, crea en Cristo, reciba la paz con Dios, entre al dominio de la gracia omnipotente, y gloríese en la esperanza de la gloria de Dios.