El deleite de Dios en Su nombre

Porque el SEÑOR, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues el SEÑOR se ha complacido en haceros pueblo suyo.

Israel Exige un Rey

La situación detrás de este texto es que Israel había exigido que Samuel designara a un rey para que ellos pudieran ser como todas las demás naciones. Pueden ver esto en 1 Samuel 8. Samuel ya era viejo. Sus hijos Joel y Abías se han convertido en jueces en su lugar pero son corruptos. Así que los ancianos de Israel se acercan a Samuel y le dicen (en el versículo 5):

Mira, has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora pues, danos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones.

Samuel está muy disgustado y ora a Dios. En el versículo 7, Dios le dice:

Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos.

Pero entonces en el versículo 9, Dios le dice:

Ahora pues, oye su voz. Sin embargo, les advertirás solemnemente y les harás saber el proceder del rey que reinará sobre ellos.

Así que Samuel le dice al pueblo cómo sus reyes se llevarán a sus hijos e hijas para su servicio y les exigirán una décima parte de todo lo que poseen para sus propósitos. Pero no logra disuadir al pueblo de su deseo de tener un rey. En el versiculo 19, el pueblo le da su respuesta final a Samuel:

¡No! Sino que habrá rey sobre nosotros, a fin de que seamos como todas las naciones, para que nuestro rey nos juzgue, salga delante de nosotros y dirija nuestras batallas.

La Inauguración y Ungimiento de Saúl Como Rey

Así que, en el capítulo 10, Samuel unge a Saúl como rey sobre Israel. En el capítulo 11, Saúl vence a Nahas y los amonitas, y Samuel reúne al pueblo en Gilgal para renovar al reino e instalar oficialmente a Saúl como rey.

Entonces en el capítulo 12 viene el discurso de inauguración de Samuel y ¡no fue exactamente lo que el pueblo quería escuchar! Él sí tiene, asombrosamente, buenas noticias para ellos. Pero, antes de que les de las noticias, el quiere asegurarse de que ellos sepan y sientan la magnitud del mal que han hecho al querer ser como los demás pueblos y al estar insatisfechos con Dios como su rey.

En el versículo 17, el dice:

¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré al Señor, para que mande truenos y lluvia. Entonces conoceréis y veréis que es grande la maldad que habéis hecho ante los ojos del Señor, al pedir para vosotros un rey.

Cuando Dios envía lluvia y truenos, el pueblo está atemorizado y confiesa sus pecados en el versículo 19:

Ruega por tus siervos al Señor tu Dios para que no muramos, porque hemos añadido este mal a todos nuestros pecados al pedir para nosotros un rey.

El Arrepentimiento y la Entrega de las Buenas Noticias

Cuando el pueblo ha sido atemorizado y se ha arrepentido de sus pecados, entonces vienen las buenas noticias en el versículo 20:

No temáis; aunque vosotros habéis hecho todo este mal, no os apartéis de seguir al Señor, sino servid al Señor con todo vuestro corazón. No os debéis apartar, porque entonces iríais tras vanidades que ni aprovechan ni libran, pues son vanidades.

Este es el evangelio – aunque ustedes han pecado enormemente y han deshonrado al Señor terriblemente, aunque ahora tienen un rey el cual fue un pecado obtener, aunque no hay manera de cancelar ese pecado o sus consecuencias penosas que están por venir, a pesar de todo, hay un futuro y hay esperanza. ¡No teman! ¡No teman!

La Base de las Buenas Noticias

Y luego viene la gran base del evangelio en el versículo 22:

Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo.

¿Cuál es la base para que el pueblo de Dios no tenga temor según este versículo? En primer lugar, es la promesa de que no los va a desamparar. A pesar de su pecado en querer un rey, el versículo dice: "El Señor no desamparará a su pueblo”.

Pero esa no es la base más profunda de esperanza y valor en este versículo. ¿Por qué no desamparará Dios a su pueblo? La razón más profunda es dada en esta frase: “A causa de su gran nombre”. La base más fuerte para que no tengamos temor, para nuestro perdón,  y para nuestra alegría es el compromiso que Dios ha hecho a causa de su gran nombre. Primero, se ha comprometido a actuar a causa de su nombre. Y luego, por esa razón, se ha comprometido a actuar por su pueblo.

¿Cómo hace Samuel esa conección en este versículo? ¿Por qué es que el compromiso de Dios a causa de su nombre resulta en no desamparar a su pueblo? ¿Cómo es que su compromiso a su nombre genera un compromiso a su pueblo?

La última parte del versículo nos da la respuesta: “Pues el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo”. O, planteándolo de otra manera, fue el placer de Dios de unirlos a Él de tal manera que Su nombre está envuelto en el destino de ustedes. O, planteándolo de otra manera, fue el placer de Dios de poseerlos de tal manera que lo que suceda con ustedes se refleje en su nombre. Y por consiguiente, por su propio nombre, Él no los va a desamparar.

Dos Sermones en Este Texto

Ahora, hay dos sermones en este versículo. El de esta semana y el de la semana próxima. Así que, permítanme señalar el de la semana próxima y luego vamos a enfocarnos en el de esta semana. El sermón de la semana próxima se llama: “El deleite de Dios en la elección". Dios libremente y según su propio deleite, ha escogido hacer suyo al pueblo de Israel. Ese el mensaje de la semana próxima. Dios se deleita en la libertad de la elección incondicional.

Pero también hay otro deleite de Dios insinuado en este versículo, de hecho, que Dios se deleita en su nombre. Cuando Él escoge a un pueblo, el versículo dice, los escoge para sí mismo, así que cuando actúa para salvarlos, está actuando a causa de su gran nombre. Por lo tanto, debajo y detrás del deleite de Dios en escoger a un pueblo, está el deleite aún más profundo, a saber, el deleite de Dios en su nombre. Ese el mensaje de esta semana.

Lo Que Significa Para Dios el Deleitarse en Su Nombre

Ahora, ¿qué significa que Dios se deleite en su nombre? Quizás no signifique nada más distinto de lo que vimos hace tres semanas, es decir, que Dios se deleita en su propia perfección, en su gloria. El nombre de Dios en las Escrituras a menudo quiere decir virtualmente lo mismo que el carácter glorioso y excelente de Dios.

Pero a menudo significa algo un poco distinto, es decir, la gloria de Dios hecha a la luz pública. En otras palabras, el nombre de Dios a menudo se refiere a su reputación, a su fama, a su prestigio. Esta es la manera en que usamos la palabra “nombre” cuando decimos que alguien está creando fama por sí mismo. O a veces decimos: “Esa es una marca de nombre”. Queremos decir que es una marca con una reputación.

Esto es lo que yo creo que Samuel quiere decir en 1 Samuel 12:22 cuando dice que Dios “hizo suyo” al pueblo de Israel y que no desampararía a Israel “a causa de su gran nombre”.

El Compromiso de Dios a Su Reputación y Prestigio

Permítanme indicarles a ustedes otros pasajes que destacan la idea de la reputación o fama o prestigio de Dios.

El Cinturón de Dios

En Jeremias 13:11, Dios describe a Israel como un cinturón que habia sido escogido para destacar la gloria de Dios pero no sirvió.

Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá"--declara el Señor--a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon.

¿Por qué fue Israel escogido y hecho la prenda de Dios? Para que fuera un "renombre, una alabanza y una gloria". Las palabras “alabanza” y “gloria” en este contexto nos dicen que “nombre" quiere decir “renombre” o “reputación". Dios escogió a Israel para que el pueblo hiciera su reputación por Él.

La Enseñanza de David

David nos enseña lo mismo en una de sus oraciones en 2 Samuel 7:23. Él dice que lo que aparta a Israel de los demás pueblos es que Dios ha tratado con ellos de tal modo con el fin de hacerse nombre.

¿Y qué otra nación en la tierra es como tu pueblo Israel, al cual viniste a redimir para ti como pueblo, a fin de darte un nombre, y hacer grandes cosas a su favor y cosas portentosas para tu tierra, ante tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de naciones y de sus dioses?

En otras palabras, cuando Dios quiere salvar a su gente en Egipto, y luego traerlos por el desierto a la tierra prometida, no sólo estaba favoreciendo al pueblo, estaba actuando, como dice Samuel, a causa de su gran nombre (1 Samuel 12:22); o como dice David, estaba haciendo un nombre, una reputación.

El Propósito del Éxodo

Regresemos por un momento a Éxodo. Aquí es donde Dios realmente formó un pueblo para sí mismo. Por el resto de su existencia, Israel ha mirado al Éxodo como el evento clave en su historia. Así que, en el éxodo podemos ver qué está planeando Dios al escoger a un pueblo para sí mismo.

En Éxodo 9:16 Dios le dice al Faraón una palabra que le hace saber a él y a nosotros por qué Dios está prolongando el despliegue de diez plagas en vez de acortar el trabajo con una rápida catástrofe. Este texto es tan importante que Pablo lo cita en Romanos 9:17 para resumir el propósito de Dios en el éxodo. Dios le dice al Faraón:

Pero en verdad, por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra.

El propósito del éxodo era para hacer una reputación mundial para Dios. El propósito de las diez plagas y el cruce milagroso del Mar Rojo fue para demostrar el poder increíble de Dios en favor del pueblo que Él había escogido libremente, con el fin de que esta reputación, éste nombre fuera declarado a través de todo el mundo. Dios tiene gran deleite en su reputación.

El Testimonio de Isaías

¿Interpretaron el éxodo de esa manera los profetas y poetas de épocas posteriores? Sí.

Isaías dice que la meta de Dios en el éxodo era hacer para sí mismo un nombre eterno. Él describió a Dios como el que “el que hizo que su glorioso brazo fuera a la diestra de Moisés, el que dividió las aguas delante de ellos para hacerse un nombre eterno, el que los condujo por los abismos. Como un caballo en el desierto, no tropezaron como a ganado que desciende al valle, el Espíritu del SEÑOR les dio descanso. Así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso.” (Isaías 63:12-14)

Así que cuando Dios demostró su poder de librar a su pueblo de Egipto a través del mar Rojo, él había puesto su mirada en la eternidad y en la reputación eterna que ganaría para sí mismo en esa época.

La Enseñanza de los Salmos

El Salmo 106:7-8 nos enseña lo mismo:

Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo. No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder.

¿Pueden observar aquí la misma lógica del evangelio que vimos en 1 Samuel 12:22? Ahí, el pueblo pecaminoso había escogido a un rey y enfurecido a Dios. Pero Dios no los desampara. ¿Por qué? A causa de su gran nombre. Aquí dice que el pueblo pecaminoso se rebeló contra Dios junto al mar Rojo y no se acordaron de su amor. No obstante, los salvó con su poder tremendo. ¿Por qué? La misma respuesta: Por amor de su nombre, para manifestar su poder tremendo.

¿Pueden observar que el primer amor de Dios es a su nombre y no a su pueblo? Y porque es así, hay esperanza para su pueblo pecaminoso. ¿Pueden ver por qué el enfoque de Dios en Dios es la base del evangelio?

La oración de Josué

Josué es otro ejemplo de alguien que comprendió esta lógica evangélica enfocada en Dios y la utilizó tal y como lo hizo Moisés (Deuteronomio 9:27-29; Números 14:13-16) para rogar por el pueblo pecaminoso de Dios. En Josué 7, el pueblo de Israel ha cruzado el Jordán, entraron a la tierra prometida y derrotaron a Jericó. Pero ahora han sido derrotados en Hai y Josué está atónito. Se postra ante el Señor en una de las oraciones más desesperadas en toda la Biblia.

¡Ah, Señor! ¿Qué puedo decir, ya que Israel ha vuelto la espalda ante sus enemigos? Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán de ello, y nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Y, qué harás tú por tu gran nombre? (Josué 7:8-9)

¿Piden ustedes misericordia en base al amor de Dios por su nombre? La tremenda base de esperanza en todos los sirvientes del Señor enfocados en Dios siempre ha sido la imposibilidad de que Dios permitiera que su gran nombre fuera deshonrado entre los pueblos. Era inconcebible. Esta era una confianza fundamental. Otras cosas cambian, pero el compromiso de Dios a su nombre, esto no cambia.

El Testimonio en Exilio de Ezequiel

Pero entonces ¿qué debemos figurar del hecho de que el pueblo de Israel eventualmente resultó ser tan rebelde que fue entregado a las manos de sus enemigos en cautiverio a Babilonia durante la época de Ezequiel? ¿Cómo puede un profeta como Ezequiel que está enfocado en Dios aguantar esta adversidad tan terrible para la reputación de Dios?

Escuchen a la palabra de Dios que vino a él en Ezequiel 36:20-23. Esta es la respuesta de Dios al cautiverio de su pueblo que Él mismo ha causado:

Cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, porque de ellos se decía: Estos son el pueblo del SEÑOR, y han salido de su tierra. Pero yo he tenido compasión de mi santo nombre, que la casa de Israel había profanado entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la casa de Israel: "Así dice el Señor DIOS: 'No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR'--declara el Señor DIOS--'cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas.

En otras palabras, cuando se ha ido toda esperanza y el pueblo está bajo el juicio del mismo Dios debido a su propio pecado, permanece una esperanza, y siempre permanecerá, que Dios toma tremendo deleite en el valor de su reputación y no soportará que sea pisoteado por mucho tiempo.

La Base de Toda Nuestra Esperanza

Esta fue la gran base de la esperanza que sostuvo el auge del movimiento moderno de los misioneros Protestantes en el siglo XVIII. En 1747, unos meses antes de su muerte, David Brainerd el misionero a los indios de Nueva Inglaterra, le escribió lo siguiente a un joven candidato ministerial: “Entrégate a la oración, a la lectura y a la meditación sobre las verdades divinas. Esmérate en penetrar hasta el fondo de ellas y no te conformes nunca con un conocimiento superficial”.

¡Procuren penetrar hasta el fondo de las cosas divinas! Porque en el fondo de las cosas encuentran el fundamento de granito de la esperanza por la victoria de la misión mundial de la iglesia. Encuentran a un Dios cuyo compromiso a la causa de su pueblo está basado no en su pueblo sino en sí mismo. Su pasión por salvar y purificar no se alimenta de la tierra superficial de nuestro valor sino de la infinita profundidad del suyo.

Al fondo de toda nuestra esperanza, cuando todo lo demás ha cedido, estamos sostenidos por esta gran realidad: El Dios eterno y todo suficiente está eterna e inquebrantablemente comprometido a su gran y bendito nombre. Y Él actuará por el bien de su gran nombre. No será profanado para siempre. La misión de la iglesia será victoriosa. Él va a defender a su pueblo y a su causa en toda la tierra.

No temáis; aunque vosotros habéis hecho todo este mal, no os apartéis de seguir al Señor, sino servid al Señor con todo vuestro corazón. No os debéis apartar, porque entonces iríais tras vanidades que ni aprovechan ni libran. . . Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo.

Amén.