Amén

Una palabra común en muchos idiomas

En la mayoría de los idiomas del mundo donde el cristianismo ha echado raíces, la palabra "amén" ha sido tomada sin traducir. Escuche a una persona orar en chino o japonés o swahili o maninka o alemán o francés o ruso o árabe, y muy probablemente habrá, al menos, una palabra que usted comprenderá: “amén", pronunciada un poco diferente quizás, pero discernible. Una de las razones para ello es que el Nuevo Testamento griego la toma sin traducir del Antiguo Testamento hebreo (incluso aunque el Antiguo Testamento griego [la Septuaginta, LXX] rara vez la usó, traduciendo "así sea" [γενοιτο] en lugar de "amén" [Αμην]).

De modo que lo que tenemos, por todo el mundo de hoy es una palabra: "amén", que es una transliteración directa, no una traducción del "amén" hebreo. Ahora, partiendo de nuestro texto, vemos que la palabra fue llevada a Corinto, una ciudad griega donde se hablaba griego, idioma que no tenía una palabra "amén". Y, en pocas semanas o meses, Pablo y otros misioneros ya habían comenzado a transformar la cultura corintia al injertar una palabra totalmente nueva en su idioma griego. No fue la única. Pablo también les enseñó las palabras arameas "Maranata" (1ra a los Corintios 16:22, Marana qa) - "Ven Señor". Y, por supuesto, les enseñó una visión de la realidad que hizo estallar muchos de sus pre-conceptos.

Su acción de llevar la palabra "amén" a Grecia es un pequeño ejemplo de lo que ocurre espiritual e intelectualmente y culturalmente donde quiera que el cristianismo llega a una nueva cultura. Trae una visión de Dios y del mundo que mantiene algunos aspectos de la cultura local, rechaza otros, y toca a todo lo demás en la cultura. No hay culturas puras, especialmente la nuestra. Cada cultura necesita más palabras y más conceptos y más modos de ver el mundo y combinaciones más profundas de las emociones y patrones de comportamientos diferentes a los nativos de ella misma. Así que una de las enseñanzas de esta pequeña palabra "amén", mientras se introduce en cada cultura del mundo, es que ninguna cultura, o idioma, o adoración, es completa en sí mismo. Siempre hay más que ver y saber y sentir que lo que nos puede dar nuestro limitado vocabulario y patrones de pensamientos y sentimientos de costumbre.

Pero seamos más específicos. ¿Qué vino a hacer a Corinto la palabra "amén"? ¿Qué significaba esta palabra hebrea al injertarse en el vocabulario griego de los cristianos corintos?

"Amén" en el Antiguo Testamento

Bien, asegurémonos de tener una idea de su trasfondo en el Antiguo Testamento antes de responder. En el Antiguo Testamento, la palabra "amén" era, principalmente, una respuesta congregacional para dar una fuerte afirmación o aceptación, a una maldición o palabra de alabanza a Dios. Por ejemplo, en Deuteronomio 27:16, los levitas dicen: "“Maldito el que desprecie a su padre o a su madre.” Y todo el pueblo dirá: “Amén.”" Es decir, estamos de acuerdo con esa maldición, por tanto, así sea.

O considere esta hermosa escena de reverencia y adoración en Nehemías 8:5-6:

Y abrió Esdras el libro [La Palabra de Dios] a la vista de todo el pueblo, pues él estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso en pie. Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén, Amén!, mientras alzaban las manos; después se postraron y adoraron al Señor rostro en tierra.

El "amén" significaba "Sí, ¡estamos de acuerdo con tu bendición! ¡Nos unimos en tu bendición! Al decir amén, hacemos eco de todo lo que has dicho de la grandeza de Dios. Decimos: "Lo que has dicho es cierto y firme y confiable.

O vea el Salmo 72:19: "Bendito sea su glorioso nombre para siempre, sea llena de su gloria toda la tierra. Amén y amén”. Aquí el salmista dice su propio "amén" y lo repite para reafirmarlo doblemente. Pero es casi seguro que él quería que el pueblo se le uniera diciendo amén. Como en el Salmo 106:48: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad. Y todo el pueblo diga: Amén. ¡Aleluya!" Amén es el modo congregacional de afirmar la bendición del líder. Cuando se dice algo grande a Dios, o sobre Dios, en una asamblea pública, es adecuado expresar aceptación y afirmación. Ésa parece ser la implicación en estos textos.

"Amén" en el Nuevo Testamento

Ahora llega Pablo a los corintos que hablan griego, y les enseña sobre esta palabra "amén", como si viniera hoy a nosotros con una nueva palabra hebrea que no conociéramos. ¿Qué les enseñó? Bien, podemos verlo en 1ra a los Corintios 14. Pablo está preocupado porque el don de lenguas está siendo objeto de abuso en público, de modo que las personas hablan y nadie les puede entender. No está rechazando el don de lenguas. Sin embargo, está enfatizando algo en la asamblea cristiana. Está diciendo que la edificación no se produce por la maravilla ante los milagros, sino por la comprensión de Dios. Es por esto que el versículo 19 dice que las palabras inteligibles que nos ayudan a comprender a Dios son mejores que mil palabras ininteligibles que nos hacen temblar maravillados.

Pablo es extremadamente celoso para que las palabras públicas, sea en oración o predicación, sean un evento de comprensión grupal, y de aceptación grupal; no el evento de una persona haciendo algo personal mientras los demás quedan aturdidos. Ni siquiera admite que sean el evento de una sola persona haciendo algo personal mientras las demás comprenden y permanecen en silencio. ¿Entonces qué? Su respuesta está justamente oculta bajo la superficie en los versículos 15-16:

Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. De otra manera, si bendices sólo en el espíritu, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar del que no tiene ese don, puesto que no sabe lo que dices?

Aquí Pablo está asumiendo algo. Asume que cuando se hace una oración pública, otras personas, además de la persona que está orando, dicen amén. No lo pasemos por alto. Parece ser importante para Pablo. Simplemente pudo haber dicho: no oren en lenguas, porque las personas no pueden comprender y por eso no pueden ser edificadas en su fe, porque la fe viene por la comprensión de la palabra de Cristo. O pudo haber dicho que siempre debe haber una interpretación. Pero dijo más. Dijo (versículo 16): Si bendices sólo en el espíritu, ¿cómo dirá el Amén [el que te escucha...]?

"Amén" afirma a otras personas en el cuerpo

¿Qué hubiera ocurrido si alguien dijera a Pablo: "No me importa que las personas digan 'amén' a mis oraciones"? ¿O dice: "Mi tradición, o personalidad, no me lleva a decir algo en voz alta en un grupo"? ¿Qué hubiera dicho Pablo? Creo que hubiera dicho, "esto no tiene que ver con el gusto personal. No tiene que ver con tradiciones de la alta iglesia o baja iglesia. No es acerca de la cultura, es decir, cultura afro-americana en contraposición con la cultura sueco-americana. Tiene que ver con la voluntad de Dios para la adoración juntos, enraizada en patrones bíblicos antiguos, para la oración y la predicación, y capturados en una palabra que cruza todas las culturas".

Pienso que hubiera dicho: "Dios nos está llamando a no aislarnos, a no hacer silencio, a no ser individuos encapsulados en la adoración. Viniendo en privado, escuchando en privado, yendo en privado, sin poder decir a alguien lo que amamos y apreciamos y anhelamos, por no haber expresado una resonancia (un eco, una empatía)". Pienso que diría: "Dios está llamándonos a salir de los capullos de aislamiento emocional y de respuestas invisibles, inaudibles, privadas". Pienso que hubiera dicho: "la voluntad de Dios es que hagamos eco de la excelencia de Dios en la predicación y la oración, que expresemos nuestra declaración de fe de la verdad de Dios en la Palabra, y que resonemos verbalmente con anhelos dirigidos hacia Dios y con clamores en oración".

Permítanme mencionarles otras dos razones por las cuales debiéramos esforzarnos más aún en este sentido, y luego concluir con algunas sugerencias prácticas. Considere 2da a los Corintios 1:20. Este es el pasaje que da a "amén" su significado más claro y profundo. "Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí [que es una traducción de "amén"]; por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros".

Ahora, Pablo está haciendo precisamente lo que yo trato de hacer en esta mañana. Está tomando la familiar palabra "amén", y trata de llenarla con algunas de las cargas teológicas que las palabras tan fácilmente pierden, para que tenga significado y peso y poder cuando la usemos.

¡Cristo es el "amén" de Dios!

Dice primeramente que Cristo es el "sí" de Dios a todas las promesas de la Biblia: "Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí". Cristo es el amén de Dios a todo lo que Él ha dicho. Cristo lo afirma e incluso lo asegura con Su sangre. El hecho de que usted no merezca que la promesa de Dios le persiga con bondad y misericordia todos los días, ya no es un obstáculo. Cristo ha tomado sobre sí nuestro abandono, y ha puesto Su justicia sobre nosotros. Él es el Sí de Dios a todas las promesas en nuestras vidas. Si confía en Él, las obtendrá, por amor a Él.

Luego dice, en el versículo 20b: ". . . por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros". En otras palabras, decimos "amén" mediante Cristo cuando usamos las promesas de Dios predicadas o escuchamos una oración anhelando que se cumplan las promesas de Dios, porque Cristo dijo "amén" a nosotros. Él es el "amén" de Dios a nosotros. Dios nos dice "amén" mediante Cristo en la cruz, y nosotros respondemos con "amén" a Dios mediante Cristo en la predicación y la oración. Así que esa es una razón más por la que debiéramos hacer más eco de la afirmación que hacemos en la adoración y oración juntos.

"Amén" es parte de la exaltación de Dios

La otra razón se encuentra en Apocalipsis. Juan interrumpe su propia predicación con "amén". Y cuando ve la adoración suprema en los cielos, una de las formas principales que toma esa adoración es la palabra "amén".

Vea Apocalipsis 1:7:

"He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por El; sí. Amén". Esta es la intrusión de Juan a su propia predicación, cuando escucha algo tan maravilloso que apenas puede contenerse. Cristo viene. Todos le verán, todos. Incluso quienes le traspasaron. Y habrá una lamentación global entre los que no se arrepintieron. Y Juan interrumpe su propio sermón y dice: en griego, Nai!, y en hebreo: ¡Amén! - Sí, amén, así sea, ven Señor Jesús.

El libro termina con la misma relación. En Apocalipsis 22:20, Juan dice: "El que testifica de estas cosas [es decir, Cristo] dice: Sí [=amén], vengo pronto", a lo que Juan exclama: "Amén. Ven, Señor Jesús”. Juan responde al "sí" de Jesús con su propio "sí". ¡Amén! ¡Ven!

Finalmente, vaya a Apocalipsis 5:14 para ver cuán importante es el "amén" para los actos eternos de adoración en los cielos. Comenzando en el versículo 13b, Juan describe la adoración celestial. Toda la creación dice: "Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los ancianos se postraron y adoraron". En otras palabras, cuando los seres llenos de adoración (como debiéramos estar nosotros todo el tiempo), escuchan que Dios es exaltado, quieren participar de esa exaltación, y lo hacen diciendo "amén".

¿Qué debiéramos decir? ¿Qué debiéramos hacer?

"Amén" cuando oramos juntos

Lo más importante que yo diría es: Seamos naturales y saludables. Esto es lo que quiero decir. Cuando usted está hablando con alguien, o incluso en la presencia de alguien, sobre temas extremadamente preciosos para usted, o dolorosos, o temibles, y no le da una retroalimentación que señale que comparte sus valores o heridas o temores, se hace imposible que exista una relación interpersonal saludable entre los ustedes. Ahora, es así como ocurren muchos encuentros de oración, y es el modo en que ocurren muchas predicaciones. Y es antinatural, malsano. Y temo que hemos llegado a aceptarlo como algo normal. Pero la adoración disfunsional deshonra a Dios en modos en los que no obra la adoración saludable.

Una persona derrama su corazón a Dios en un círculo de oración, y hay un silencio total. ¿Qué significa eso? Bien, quizá usted me pueda dar quince significados posibles. Pero permítanme rogarles de otro modo, de un modo más bíblico. Mientras otros oran, usted susurra: "amén". Susurra, "sí, si". Susurra, "uhmm". Susurra, "Señor, hazlo". Digo susurra, en parte porque quiero hacerlo fácil para usted, y en parte porque se supone que no llama la atención hacía sí mismo. El murmullo de varios "amen" y "sí" y "uhmm" es como la música de fondo que apoya al que está orando y se une a él en oración. Y al final de una oración, un profundo "amén" al unísono es un momento poderoso ante el trono de la gracia.

La pregunta profunda es, en realidad: Cuando usted escucha a alguien orar, ¿está anhelando lo que esa persona ora? ¿Siente un doloroso anhelo porque Dios obre? ¿Está glorificando a Dios en la alabanza de esa persona? Si es así, haga que ese momento sea un momento juntos, como Pablo nos llama a hacer, que ése instante no sea solo una experiencia individualista, aislada, privada.

"Amén" cuando escuchamos predicada la Palabra

Y así es con la predicación. Para mí, la predicación es la exultación expositiva. Es un tipo de oración, un tipo de exultación ante Dios. La próxima semana estaré hablando sobre ello, ¿por qué es esencial la predicación en nuestros servicios de adoración juntos? Pero hoy solo diré: la predicación es adoración. Es la proclamación de la buena noticia sobre Dios en Cristo, por una persona que es llamada, enviada, y ungida por Dios para que la verdad bíblica sea expuesta con claridad, hermosura, y poder. Ahora, cuando éso ocurre en la adoración, es algo maravilloso. Y si ocurre regularmente, sin un eco o reverberación en los labios del pueblo de Dios, es algo anti-natural y malsano. Es como si una esposa viniera a casa emocionada por la puesta de sol que vio y, mientras la describe, su esposo e hijos solo la miran y callan. Eso hace que sea imposible una relación interpersonal natural y saludable. También minimiza la belleza de la puesta de sol.

Dios sabe que así ocurre en la adoración y la predicación. Es por ello que durante 4000 años lo ha simplificado para nosotros: preparó una palabra. "Amén". Aquí no estoy hablando de gritar, o dominar, o distraer. Éste es solo un llamado a convertir la predicación y la oración en una exultación de la supremacía de Dios, juntos. Es un llamado para que pronunciemos expresiones auténticas y de corazón, expresiones que digan "sí" y "amén".