He ahí el Cordero de Dios

Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú? 20 Y él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Entonces, qué?  ¿Eres Elías? Y él dijo: No soy. ¿Eres el profeta? Y respondió: No. 22 Entonces le dijeron: ¿Quién eres?,  para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron.  ¿Qué dices de ti mismo? 23 El dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderezad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías. 24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. 27 El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia. 28 Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.  29 Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.  30 Este es aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo.” 31 Y yo no le conocía, pero para que El fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua. 32 Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre El.  33 Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre El, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo.” 34 Y yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Usted necesita decidir si escuchará el testimonio de Juan el Bautista en este mensaje. Esto es lo que está en riesgo. En Juan 1:33, Juan dice: "Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua [es decir, Dios] me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre El, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Juan el Bautista dijo: Mi testimonio acerca de Jesús no proviene de lo que sé naturalmente sobre él. Viene de Dios. Dios le dijo que dijera lo que dijo acerca de Jesús.

Usted, obviamente, no tiene que creerlo. Pero si se equivoca, pudiera perder totalmente el camino de la vida y la verdad. Apelo a usted, para que defina su juicio sobre la base del entendimiento y no de la ignorancia. Hay mucho en riesgo para usted. Dios le tiene aquí por alguna razón.  Usted puede conocer si Juan dice la verdad. Pero para conocer, necesita escuchar lo que él tiene que decir. Es el tema que estaremos abordando esta semana y la próxima.

Una Gran Raíz que Emerge

Juan el Bautista aparece al comienzo del Evangelio de Juan (y de otros evangelios) y entonces va quedando en segundo plano porque él es un enlace, o un puente, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Él es prominente al comienzo del Evangelio porque es parte de las raíces del evangelio. Las raíces de Jesús provienen desde la eternidad (Juan 1:1), y sus raíces provienen desde el Antiguo Testamento. Juan es como uno de esos grandes árboles de raíces que emerge sobre la tierra unos pocos pies desde el tronco del árbol.

Una y otra vez vemos en este Evangelio que Juan, el escritor, explica a Jesús en los términos del Antiguo Testamento. Jesús no aparece en la escena de la historia sin una preparación histórica. Dios ha estado obrando en Israel durante dos mil años, y aun antes de eso, había estado preparando un trasfondo que pudiera explicar mejor la vida y el ministerio de Jesús.

Juan el Bautista es una raíz que en parte está bajo tierra, en el Antiguo Testamento, y en parte está expuesta en el Nuevo Testamento. Él tiene un pie en los dos mundos, un profeta un poco como Elías (pero sin ser Elías reencarnado, 1:21), y una voz clamando que había llegado el Mesías tanto tiempo esperado.

Tres Testimonios Sorprendentes

Uno de los propósitos del ministerio de Juan el Bautista es asegurarse de que él no está confundido acerca de Jesús, y asegurarse de que Jesús es visto como alguien absolutamente sorprendente. Juan tuvo una carrera en los versículos 6-8 y el versículo 15, pero en los versículos 19 y siguientes, se lanza con tres testimonios sorprendentes que veremos hoy.

1) Jesús es Yavéh Encarnado

Dice, primero, en el versículo 23: "Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderezad el camino del Señor”, esa es una cita de Isaías 40:3-5:

Una voz clama: "Preparad en el desierto camino al Señor; allanad en la soledad calzada para nuestro Dios.  . . . Entonces será revelada la gloria del Señor, y toda carne a una la verá, pues la boca del Señor ha hablado”.

En otras palabras, en Isaías el "Señor" (fíjese en las versalitas de la versión LBLA), se refiere a Yavéh, Jehová, el Dios que es Creador y Gobernador del mundo, y el Dios del Pacto de Israel. Ahora, aquí está Juan el Bautista diciendo que él esa voz que clama en el desierto, y que está preparando el camino al Señor: a Jesucristo. Este es el primer testimonio en estos versículos. El hombre que viene después de mí es mucho más que cualquiera soñado alguna vez. Él es el Dios del Antiguo Testamento, solo que ahora es un hombre, como también es Dios.

2) Jesús es Superior

Segundo, cuando ellos preguntan a Juan el Bautista, por qué está bautizando, responde en los versículos 26-27: "Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". La próxima semana diremos un poco más, Dios mediante, acerca del significado de que Juan bautice con agua y Jesús bautice con el Espíritu Santo (Juan 1:33).

Pero por ahora note: Ellos le preguntan por qué está bautizando, y él simplemente responde diciendo que aquel para quien se está preparando es tan superior a él, que él no es digno de desatar sus sandalias. Así que el segundo testimonio es: Mi bautismo no es acerca de mí. Es acerca de Jesús, y él es infinitamente superior a mí.

3) Jesús Tiene Más Rango

Tercero, en los versículos 29-30, Juan el Bautista dice lo principal acerca de por qué ha venido a la tierra Jesús, el Señor de gloria. "Al día siguiente [Juan] vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo”."

El versículo 30 repite el versículo 15: "Este es aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo".” La idea que Juan enfatiza es el rango de Jesús. Él es absolutamente anterior a Juan. Jesús es desde la eternidad. "En el principio existía el Verbo" (Juan 1:1).

Y lo dice aquí porque Juan quiere enfatizar qué significa, para Jesús, ser "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Ningún ser humano ordinario puede ser "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Todo lo que nos ha dicho es esencial para demostrar que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús es el Señor Dios de Isaías 40. Jesús es tan infinitamente superior a Juan que Juan es indigno de desatar sus sandalias. Jesús es absolutamente anterior a Juan y por tanto tiene un rango infinitamente superior a él. Y por todo esto, puede ser el " Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

"He ahí el Cordero… "

Así que el versículo 29 es el punto más elevado del testimonio de Juan: "He ahí el Cordero". Lo repetirá exactamente igual en los versículos 35-36: "Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que pasaba, y dijo: He ahí el Cordero de Dios". Este testimonio hizo que los dos discípulos de Juan el bautista lo abandonaran y se hicieran seguidores de Jesús. Es lo que se supone que debe ocasionar el testimonio de Juan el Bautista. Por esta razón él está diciendo: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Quiere que las personas le dejen a él y sigan al Cordero (vea Apocalipsis 14:4).

Así que el énfasis en el testimonio de Juan de Jesús recae en esta sorprendente designación: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Y todos los restantes superlativos muestran qué implica que Jesús sea el Cordero de Dios que puede quitar el pecado del mundo. Así que Juan nos advierte en contra del pensamiento de que cualquier hombre común puede quitar el pecado del mundo. Lo que Jesús tenía que hacer para quitar el pecado del mundo requería que él fuera más que un hombre. Jesús era el Señor Dios de Isaías 40. Era tan grande que el gran Juan Bautista no era digno de desatar sus sandalias. Y era absolutamente desde antes de Juan, en tiempo y en rango.

Tomando la Humanidad para Quitar el Pecado

En otras palabras, Jesús podía ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, porque era el Dios-hombre. El Verbo se hizo carne (1:14). Y ahora vemos su propósito fundamental: para quitar el pecado del mundo.

Cuando Juan escribió su carta, lo dijo así en 1ra de Juan 3:5: "Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los pecados, y en El no hay pecado”. El Hijo de Dios se manifestó, el Verbo se hizo carne, para quitar el pecado.  Juan está testificando el propósito central de la encarnación.

Un Sistema que Señala  Hacia el Futuro

¿Por qué Juan añade en 1ra de Juan 3:5: "y en El no hay pecado"? Porque los corderos que eran ofrecidos en sacrificio para quitar el pecado en el Antiguo Testamento tenían que ser sin tacha, sin defecto Escuche lo que la ley demandaba:

Pero si trae un cordero como su ofrenda por el pecado, que traiga una hembra sin defecto. “Pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado y la degollará como ofrenda por el pecado en el lugar donde se degüella el holocausto “Entonces el sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la ofrenda por el pecado y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará todo el resto de la sangre al pie del altar.  . . . Así hará el sacerdote expiación por él, por el pecado que ha cometido, y será perdonado. (Levítico 4:32-35).

Pero cualquier creyente serio sabía que la sangre de los animales no podía quitar verdaderamente el pecado (Hebreos 10:4). Todo ese sistema estaba señalando más adelante, hacia lo que ocurriría algún día en un sacrificio final por el pecado. Y Juan está diciendo: Ahora está ocurriendo. Dios está enviando su propio Cordero al mundo para quitar el pecado, de una vez y por todas.

El Cordero Sin Pecado

Cuando Pedro, otro testigo ocular, describió cómo Cristo nos redimió, este es el lenguaje que utilizó. Dijo: "sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo" (1ra de Pedro 1:18-20).

¿Cómo pudo Jesús estar sin pecado? Cada persona nacida naturalmente heredó el pecado de Adán. Por eso es que Pablo dijo: "Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron" (Romanos 5:12). Cada hombre nacido naturalmente es un pecador. Y los pecadores no pueden quitar el pecado de los pecadores.

Porque Él es Dios

¿Cómo pudo Jesús? Porque no había nacido de forma ordinaria. No nació de dos hombres. Era el Dios-Hombre, porque Dios ordenó que el Verbo se hiciera carne mediante un nacimiento virginal. Recuerde cómo Lucas describió este nacimiento:

Y el ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.  Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso lo santo que nacerá será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:30-35).

Jesús era Santo Era sin pecado. Sin pecado original. Y sin pecado activo en todo su comportamiento. Jesús preguntó en Juan 8:46: "¿Quién de vosotros me prueba que tengo pecado?". La respuesta fue, nadie nunca ha podido acusar de pecado a Jesús: "el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se hallo en su boca" (1ra de Pedro 2:22; vea Hebreos 4:15; Romanos 8:3).

Y era sin pecado porque era Dios. "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo carne" (Juan 1:1; 14). Todo acerca de Jesús en este evangelio muestra cómo pudo ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Dos Significados Impactantes

Por tanto, ¿qué significa cuando Juan dijo: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"? Significa dos verdades impactantes para los judías, y las dos son relevantes para nosotros en la actualidad.

Primero, él quiso decir que el Dios-Hombre moriría. Y no solo moriría, sino que moriría como muere un cordero, inmolado (vea el griego sphazō en Apocalipsis 5:6, 9, 12, 13:8). Segundo, significa que todo el mundo se beneficiaría de esto y no solo los judíos. Este Dios-Hombre era el Mesías judío (vea Juan 1:41). Pero su muerte quitaría el pecado del mundo, no solo el pecado de Israel.

1) Muerte, y 2) La absorción del pecado Mundial

Fue llamado el Cordero de Dios, porque moriría. Por esa razón Dios le envió. Y por esa razón vino. Es por eso que el Verbo se hizo carne. De otra manera no podría morir. Y él era el Cordero de Dios para el mundo, no solo un cordero judío para Israel.

Esas dos verdades (la muerte, y la absorción del pecado mundial) son resumidas en Juan 11:50-52. El sumo sacerdote Caifás habló así proféticamente:

Ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos.

Moriría por los Judíos. Pero no solo por los judíos, sino por los esparcidos por todo el mundo. Juan lo dijo de esta forma en su primera carta: "Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero" (Juan 2:2). "Propiciación" significa que su muerte elimina la ira de Dios, porque quita el pecado. Ese es el significado de propiciación. El Cordero quita el pecado y elimina la ira de Dios, no solo para los judíos, sino para los gentiles esparcidos entre todas las naciones. "con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.  . . “(Apocalipsis 5:9).

Nadie está Excluido

Y vemos esta preciosa remoción en Juan 3:36: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él" (Juan 3:36). Esto significa que cuando Juan dice: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", no quiere decir que cada persona del mundo será salvada. Quiere decir que cada persona del mundo, sea judía, o gentil, será salvada si cree en Jesús y le sigue. Si creen, sus pecados han sido quitados por el Cordero. Si creen, la ira de Dios, ha sido eliminada por el Cordero.

No hay raza, no ha nacionalidad, ni etnia, ni estatus socio-económico excluido. Para tantos como le reciban, que crean en su nombre (Juan 1:12), sus pecados son quitados (Juan 1:29; 1ra de Juan 3:5), y la ira de Dios es eliminada (Juan 3:36; 1ra de Juan 2:2), y son hechos hijos de Dios (Juan 1:12), y se les da vida eterna (Juan 3:16).

Jesús: Nuestro Cordero y Nuestro Señor

Cada de nosotros en este salón es un pecador que merece la ira de Dios. Solo hay un modo de que nuestros pecados sean eliminados y encontremos favor con Dios, aparte de las obras. No es limpiando antes nuestras vidas. Eso ocurre después. Eso es fruto, no raíz. La única forma es creyendo en Jesús como el glorioso Cordero de Dios. Jesús dijo en Juan 8:24: "porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados" (Juan 8:24).

Por tanto, crea en Jesús como su Cordero y su Señor. Y dirá con los apóstoles: "la sangre de Jesús su Hijo [el Hijo de Dios] nos limpia de todo pecado" (1ra de Juan 1:7).