¿Cuán grande es el honor de Israel?

Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, 2 de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne, 4 que son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, 5 de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.

En los meses venideros espero recordarles una y otra vez que los capítulos prácticos de Romanos 12-14, se aproximan y que deben leerlos ahora. Comienzan con “Por consiguiente” y se fundamentan en Romanos 9-11 y 1-8. Esto deja claro que estos capítulos se fundamentan sobre la misericordia de Dios en Romanos 1-11: “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios...” (Romanos 12:1). Ahí está. Todas sus enseñanzas prácticas en los capítulos 12-14 acerca del don espiritual, el amor, el perdón, el servicio, el celo, la esperanza, el sufrimiento,  la oración,  la hospitalidad,  la simpatía,  la humildad, la paz,  la venganza, la autoridad civil, el alcoholismo, la inmoralidad sexual, las querellas, los celos, y muchas más —todo esto está basado en Romanos 1-8 y 9-11, y, especialmente, en la misericordia de Dios. “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios...”

Así que mantengan sus ojos abiertos para la misericordia. Estoy casi seguro de que la misericordia no se mostrará de la forma en que usted la espera. Pero la verá claramente, aun aquí, en Romanos 9. Versículo 15: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión”. Y de nuevo en el versículo 18: “Así que del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece”. Y otra vez en los versículos 22-23: “¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? 23 Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria”.

De modo que en el capítulo nueve ya Pablo ha promulgado, en tres ocasiones la misericordia de Dios, o sea, la totalmente inmerecida bondad de Dios para con aquellos que él escoge. Y esa es la misericordia detrás del “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios...” en Romanos 12:1. En otras palabras, toda la agobiante doctrina de Romanos 9-11 es la base para esas aplicaciones prácticas.

Cuando el lunes y el martes de esta semana el personal pastoral se reunió durante 16 horas de debate y oración, algunas de nuestras horas más cargadas las pasamos luchando por encontrar la forma de lograr que esta iglesia se dedicara más celosamente y más masivamente a los ministerios de misericordia (llevar el ministerio a los realmente pobres, a los enfermos, a los que están muriendo, a los incapacitados, a los que no tienen hogar, a los huérfanos, y a aquellos que  parecen estar atrapados en una espiral de disfunciones sociales y familiares). Nos acordamos de que esto no es una cubierta del pastel de la doctrina; sino el fruto del árbol de la doctrina. Y donde no hay fruto, no hay vida; y más tarde o más temprano, el árbol será cortado.

William Wilberforce, quien hace más de 200 años rastreó el racismo y la tolerancia casual de la trata de esclavos africanos  en Bretaña directo hasta la indiferencia doctrinal dijo:

“El fatal hábito de considerar que la moral cristiana difiere de las doctrinas cristianas, insensiblemente, ha ganado fuerza. Así, las peculiares doctrinas de la cristiandad se fueron alejando cada vez más del público, y como naturalmente era de esperarse, el sistema moral en sí mismo también comenzó a marchitarse y decaer, siendo despojado de lo que debía suplirle con vida y nutrientes”.

En su opinión, las fuertes, inquebrantables, y sólidas doctrinas de la cristiandad daban vida y nutrientes al sistema moral de la misericordia y la justicia. Yo creo que eso es exactamente lo que San Pablo está diciendo cuando empieza su sección práctica y étnica con las palabras, “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios...”. Así que, ahora que ven a Dios, a Cristo, que ven la historia, que ven la naturaleza humana, y que ven a Israel, y la misericordia, y la justicia, y la fe, por lo que realmente son; ahora, con esa raíz, lleven el fruto de la misericordia y la justicia en sus vidas.

Por consiguiente, cada semana cuando hayan escuchado estos mensajes y vayan a sus casas, admírense de que son beneficiarios de la misericordia —acuérdense y asómbrense de que merecemos nada, sino la ira de Dios, y en Cristo nada a no ser su misericordia. Asómbrense. Y luego oren para que Dios los haga misericordiosos con los que nada merecen. Oh, cuán dulces serían los matrimonios si dejáramos de pensar en lo que merecemos, y pensáramos más en cómo mostrar mayor misericordia, en cómo hacer más bienes inmerecidos a los demás. Oh, cuán dulce sería el compañerismo de la iglesia si realmente todos nos sintiéramos indignos de recibir bien alguno y nos entregásemos a la misericordia de Dios. Y, oh, con cuánto brillo resplandecería el evangelio si tocásemos a los pobres con la exaltadora misericordia de Cristo. Que Dios levante a muchos que edifiquen con gozo ministerios de misericordia para las ciudades y las naciones.

Para ese fin, regresemos ahora a Romanos 9:4-5. Aquí Pablo enumera nueve privilegios de Israel. “que [ellos] son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, 5 de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén”. ¿Por qué lo hace? Hay una razón principal, un objetivo principal, y tres implicaciones subordinadas para cada uno de estos nueve privilegios.

La razón principal para decir cuán privilegiada es la nación de Israel  es, mostrar cuán trágica es su condición como nación anatema y separada de Cristo. Recuerdan que en el versículo 3 Pablo dijo indirectamente que Israel (sus parientes), estaba perdido. “Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne”. Lo que hace que esto sea tan terrible no es simplemente que sean sus parientes, sino que son  israelitas, con todas las implicaciones. Luego Pablo detalla qué es lo que implica esta posición. Y su razón principal es mostrar cuán trágicamente enorme es el problema que está a punto de abordar en estos tres capítulos. Israel es el pueblo escogido de Dios, con privilegios que no tienen paralelo, y sin embargo es anatema y separado de Cristo ¿Cómo puede ser así si Dios es fiel?

A Pablo le toma tres capítulos explicar la respuesta a este problema. Así que su propósito principal, en los versículos del 4-5, es ponerse de acuerdo con sus críticos: sí, Israel es el pueblo de Dios, y sí, es abrumadoramente honrado y privilegiado, incluso con promesas de salvación. Es lo que pretenden mostrar los versículos 4 y 5, y para que todos puedan notar que la angustia de Pablo no era solo porque los judíos que estaban pereciendo eran sus parientes, sino porque son israelitas, con todo lo que ello implica, aquí surge un conflicto para aceptar la fidelidad de Dios.

Esta es la razón principal por la que se nos dicen estos nueve privilegios de Israel. Pero dije que había tres implicaciones subordinadas. Las resumiré y luego tomaré cada uno de estos privilegios brevemente.

Tres Implicaciones

Estos privilegios pertenecen  completa y seguramente a un remanente del actual Israel.

Primero, todos estos privilegios son, hasta ahora, válidos para un remanente elegido en Israel. Cuando Pablo comienza a explicar cómo es posible que tantos israelitas puedan estar perdidos, y que sin embargo la Palabra de Dios no haya fallado, dice en el versículo 6: “Pero no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel”. En otras palabras, su explicación consiste en que no todo el Israel de su época era Israel. De modo que la primera implicación subordinada de los versículos 4-5 es que el significado total de estos privilegios, aunque no se aplicaba a cada individuo israelita, sí se aplicaba a un remanente elegido. Como dice Romanos 11:7: “Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos”.

Estos privilegios pertenecerán total y seguramente a todo el Israel étnico en algún tiempo futuro.

La segunda implicación de estos nueve privilegios, es que algún día se aplicarán, en un sentido total y salvador, a todo el Israel étnico, no a todo judío que haya existido, sino a todo el Israel étnico en algún tiempo futuro. Lo digo por dos razones, una es que aquí Pablo habla en presente: “son Israel”, y por tanto tienen ahora todos los beneficios que vienen con eso; no dice: eran israelitas y tenían todos estos privilegios. Interpreto que Pablo está hablando generalmente acerca del pueblo como un todo. Y se confirma en el capítulo 11:26 donde dice, “y así, todo Israel será salvo”. En otras palabras, llegará un día en el cual el velo será quitado (2da a los Corintios 3:14) y el endurecimiento será eliminado (Romanos 11:25) e Israel como un todo se arrepentirá y creerá en Cristo, y será reinsertado en el árbol de la promesa junto con todo los gentiles creyentes.

Estos privilegios pertenecen a todos los gentiles que creen en Cristo y están  injertados en el verdadero Israel por fe.

Lo cual nos lleva a la tercera implicación de estos nueve privilegios en los versículos 4-5: Los gentiles que creen en Cristo, el Mesías Judío, los hijos de Abraham, son insertados en el árbol del verdadero Israel, y se vuelven coherederos de todos estos privilegios. Pablo lo deja explícito en 11:17ss donde ilustra al verdadero Israel como un olivo con ramas nacionales que son cortadas —refiriéndose a los israelitas incrédulos— y ramas silvestres que son injertadas —los gentiles que han creído en el Mesías, Jesús. Así que si usted es un creyente en Cristo esta mañana, sea judío o gentil, estos nueve privilegios son suyos.

Entonces, en resumen, la idea central es que estos nueve privilegios remarcan la tragedia y la crisis de tantos judíos individuales que son anatemas y separados de Cristo, a causa de la incredulidad. Pero los tres puntos subordinados son

  1. Estos nueve privilegios pertenecen  completa y seguramente a un remanente del actual Israel;
  2. Estos privilegios pertenecerán total y seguramente a todo el Israel étnico en algún tiempo futuro; y
  3. Pertenecen a todos los gentiles que creen en Cristo y están  injertados en el verdadero Israel por fe.

Nueve Privilegios De Israel Que Muestran La Tragedia De Israel

Ahora demos una breve ojeada a cada uno de estos privilegios. Y creo que esta es la aplicación que se debe sacar de cada uno de ellos: Si usted no cree en Cristo, entonces pierde estos privilegios. Si cree en Cristo, los gana. Por tanto, si los quiere para usted —y de seguro es así— entonces, con toda su vida, crea en Jesús el Mesías. Y si quiere estos privilegios para un amigo judío —y espero que así sea— ore y ame y hable el evangelio como Pablo.

“Que Son Israelitas…”

Esta es la primera designación, y la que lo abarca todo. Es la primera mención, porque en ella están implícitos todos los demás beneficios. Ser israelita es tener todos estos privilegios. Es formar parte del pueblo de Dios con todo lo que ello implica. En Romanos 11:1 Pablo dice: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham”. En otros términos, un verdadero israelita pertenece al pueblo de Dios, y es un heredero de Abraham. Y la noticia espectacular para nosotros los gentiles está en Gálatas 3:7: “los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”. Si usted tiene la fe de Abraham, usted es un hijo de Abraham y pertenece al verdadero Israel. Está insertado en el árbol del verdadero Israel y es un beneficiario de todos los restantes privilegios.

“...a quienes pertenece la adopción como hijos”

La palabra griega para esta frase (huiothesia), solo Pablo la utiliza en el Nuevo Testamento. Nunca es utilizada en el Antiguo Testamento. Fue usada unos cuantos versículos antes en Romanos 8:15 (y 23). “Pues [ustedes] no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15). En este versículo en pronombre “ustedes” que se encuentra oculto, se refiere simplemente a los cristianos —judíos o gentiles. A aquellos que “tienen el Espíritu de Cristo” y pertenecen a él (Romanos 8:9). El verdadero Israel, incluyendo judíos y gentiles, es los hijos de Dios. Dios nos ha adoptado mediante Cristo.

“...Y La gloria...”

Esta gloria no es principalmente la shekinah gloria que llenaba el tabernáculo del Antiguo Testamento. Pablo usa la palabra gloria principalmente  para referirse a lo que viene para el pueblo de Dios, ¡especialmente para los hijos de Dios! “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. 19 Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios” (Romanos 8:18-19). La adopción y la gloria van juntas. Y no es simplemente una gloria pasada. Es la gloria de Dios revelada a nosotros y para nuestro eterno gozo en el siglo venidero. Y el propio Jesús es el cumplimiento, porque Simón dijo cuando vio al bebé Jesús: “[han visto mis ojos] luz de revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:32).

“...los pactos...y las promesas”

Tomen “los pactos” junto con “las promesas” más adelante en el versículo. El plural para “pactos” y “promesas” utilizado por Pablo es probablemente la manera en que él los resume todos. Y todos los pactos que Dios hizo, y todas las promesas que Dios hizo, pertenecen a ustedes: a ustedes, remanentes de Israel; a ustedes, futuro Israel en conjunto; a ustedes, gentiles que creen en el Mesías y que están injertados en el árbol del pacto y la promesa. ¿Que cómo puede ser esto? Porque el nuevo pacto, que es la consumación de todos los pactos anteriores, está comprado por la sangre de Cristo para todo aquel que cree (Lucas 22:20), y porque “Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El [Cristo] todas son sí” (2da a los Corintios 1:20).

“..la promulgación de la Ley...”

La ley fue entregada a Israel para el bien de las naciones —y para el de ustedes. Romanos 3:19: “Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios”. Y no solamente que todo el mundo sea hecho responsable ante Dios, sino para que señalara el objetivo o fin de la Ley en Romanos 10:4: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree”. El objetivo a largo plazo de la ley, no era la condenación sino la salvación. Y si confiamos en el Mesías para nuestra justicia, la ley se ha convertido para nosotros en aquello, para lo cual fue entregada: en un sirviente para llevarnos a Cristo.

“...el culto...”

Aquí la palabra se refiere al ministerio de los sacerdotes al ofrecer sacrificios de expiación por los pecados (Levíticos 4:20, 26, 31)  y ganar la aceptación con Dios (Éxodo 28:38). “el culto” supremo era la pascua (Éxodo 12:25-27). Y Pablo dice en 1ra a los Corintios 5:7: “Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado”. En otras palabras, Cristo ha realizado el “culto” supremo y definitivo en la cruz. Y cuando decimos que el “culto” pertenece al verdadero Israel, lo decimos en la manera más completa y salvadora: nuestros pecados son perdonados y Dios nos da la bienvenida a su comunión.

“...de quienes son los patriarcas...”

El significado de esta declaración aparece en Romanos 11:28: “En cuanto al evangelio, son enemigos [los judíos] por causa de vosotros [los gentiles]; pero en cuanto a la elección de Dios, son amados por causa de los padres”.  En otras palabras, Dios escoge libremente a Abraham, a Isaac, y a Jacobo, y les promete que sus descendientes heredarán a Dios. Y lo que vemos es que la intención era esta en tres maneras:

  1. Existe un remanente de Israel, lo hay, y siempre lo habrá;
  2. Existe la promesa de que todo el Israel étnico será salvo en algún tiempo futuro; y
  3. Los gentiles que creen en el Mesías se vuelven hijos de los patriarcas, con las mismas bendiciones de los hijos naturales. Toda promesa hecha a Abraham, Isaac, y Jacobo, son suyas en el Mesías, Jesucristo.

“...y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén”.

¡Qué privilegio para Israel que el Mesías y salvador del mundo naciera judío según la carne! Pero qué tragedia que viniera justo a los suyos y que los suyos no lo recibieran. Se ve aquí tanto como en Juan 1:12: “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre”.

Y lo más hermoso de todo, cuando usted recibe a Jesús el Mesías, recibe al único que está por encima de todas las cosas, Dios, bendito por los siglos de los siglos. La tragedia más profunda es no ver que Jesús, el Mesías, es Dios; y el más alto privilegio es conocer a Dios encarnado, y pasar una eternidad admirando tantas nuevas y hermosas cosas de él, tantas que usted nunca dejará de bendecirlo. Es por eso que Pablo dice que Dios es “bendito por los siglos”. Nuestros ojos nunca dejaran de ver nuevas glorias en Cristo. Nuestros corazones nunca se cansarán de saborear lo que vemos. Y Nuestras bocas nunca se aburrirán de cantar lo que saboreamos.

Por tanto, no se aleje de Cristo esta mañana. Venga a él. Recíbale. Crea en él. Amén.