Job: Reversión en el sufrimiento

Ni la mala teología (en las palabras de Elifaz, Bildad, y Zofar), ni la buena teología (en las palabras de Eliú), nos dan el conocimiento de Dios que cambia el corazón de una persona. "Probad y ved que el Señor es bueno" (Salmo 34:8). Hay un conocimiento que solo se recibe al probar. Cinco segundos de miel en la lengua le mostrarán más dulzura que diez horas de conferencias sobre la dulzura de la miel. "Probad y ved que el Señor es bueno" Hasta que Dios le dé una probada de Su bondad, toda la teología del mundo no le dará el conocimiento de Su bondad que cambie su corazón y salve su alma.

Job probó y vio que el Señor es bueno

Cuando Eliú hubo terminado de hablar verdad a Job, Job nada dijo. Solo después que Dios habló (en los capítulos 38-41), Job dijo: "He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven" (42:5). Cuando Dios mismo vino a Job, y le habló y tomó la iniciativa de darse a conocer ante Job, ¡Job probó a Dios! Y sus ojos fueron abiertos.

Ahora Job tiene una nueva percepción de la realidad de Dios. Es más que un conocimiento intelectual o especulativo. Es el conocimiento del corazón. Él lo ha probado. Y ahora lo ve. Y el resultado es un hombre quebrantado y transformado.

Job confiesa tres grandes verdades

En el 42:1-6, Job se inclina reverente en sumisión para confesar tres grandes verdades.

  1. En el versículo 2 confiesa la verdad de que Dios es absolutamente soberano: "Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado".

  2. En el versículo 3 confiesa la verdad de que la sabiduría de Dios hace que su propia sabiduría sea como ignorancia: "Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía".

  3. Y en el versículo 6 confiesa que es culpable de un infame pecado al cuestionar los caminos de Dios: “Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza".

Una persona quebrantada y transformada

Job es un hombre quebrantado y transformado. Éso es lo que pasa cuando usted verdaderamente ve a Dios. Le ocurrió a Isaías: "¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos. . . porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos”. (Isaías 6:5). Le ocurrió a Pedro cuando Jesús le mostró Su poder: "¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!" (Lucas 5:8). Le ocurrió al centurión cuando Jesús vino a su casa: "Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo" (Lucas 7:6).

Antes de que Job viera a Dios de este modo, se había estimado a sí mismo de un modo un poco elevado, y no había dudado en afirmar su justicia. Ahora se ve a sí mismo más claramente. Y lo que ve, le lleva al arrepentimiento.

Si no nos sentimos apenados por nuestro pecado, y profundamente indignos de la bondad de Dios, entonces necesitamos orar fervientemente para que Dios se muestre a Sí mismo, para que Dios deje de ser la simple doctrina que escuchamos y se convierta en el maravilloso Soberano infinitamente santo, temible y que probemos y veamos con nuestros corazones.

La "nueva sensación" de Dios que tenía Jonathan Edwards

Jonathan Edwards peleó con Dios cuando fue joven en Nueva Inglaterra, hace 250 años. Escribió en su Personal Narrative [Narraciones personales]:

Desde mi niñez, mi mente ha estado llena de objeciones contra la doctrina de la soberanía de Dios. . . Pero recuerdo muy bien una época, en que parecía estar convencido y totalmente satisfecho con relación a esta soberanía de Dios. . . Ha ocurrido una maravillosa alteración en mi mente, con respecto a la doctrina de la soberanía de Dios, desde ese día hasta ahora; por lo que escasamente he encontrado algo parecido a una objeción contra ella, en el sentido más absoluto. . . El primer ejemplo que puedo recordar de aquel tipo de dulce deleite interior en Dios y en las cosas divinas en que tanto he vivido desde entonces, fue durante la lectura de aquellas palabras en 1ra a Timoteo 1:17: "Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén". Mientras leía las palabras, vino a mi alma una sensación de la gloria del Ser Divino, y fue como si se difundiera a través de ella. Una nueva sensación, bastante diferente a cualquier sentimiento que yo hubiera experimentado antes.

A Edwards se le dio una "nueva sensación", una "probada" como hubiera dicho el salmista, de la gloria y soberanía de Dios. Ella venció todas sus objeciones, y lo humilló hasta el polvo. Él habló de esta sensación de pecado con palabras que son casi incomprensibles en nuestra cultura auto-exaltada.

He tenido una percepción mucho mayor de mi propia maldad, y de toda la maldad de mi corazón, mucho mayor que la que tuve antes de mi conversión. . . Mi maldad, como soy en mí mismo, por mucho tiempo me ha parecido perfectamente inefable, y tragándose todo pensamiento e imaginación; como un diluvio infinito o una montaña sobre mi cabeza. No sé cómo expresar mejor qué me parecen ser mis pecados, sino como un montón de infinito sobre infinito, y la multiplicación de infinito por infinito.

Lo que Dios busca en sus tratos con sus hijos

Cuando Dios nos ha dado una probada de su propia majestad y de nuestra propia maldad, entonces la vida cristiana se convierte en algo muy diferente a la piedad convencional. Edwards la describe hermosa cuando dice:

Los deseos de los santos, aunque fervientes, son deseos humildes; su esperanza es una esperanza humilde; y su gozo, incluso cuando es inefable y lleno de gloria, es humilde, quebrantado, dejando a los cristianos más pobres en espíritu, más como niños, y más dispuestos a una humildad universal de comportamiento.

Ésto es lo que Dios busca en todos Sus tratos con Sus hijos, un gozo quebrantado que confíe como un niño en Dios, y devuelva bien por mal.

Otras dos obras de Dios en los sufrimientos de Job

Hasta aquí Dios ha traído a Job; y para probar que está complacido con "el gozo quebrantado" de Job, Dios va a revertir la fortuna de Job y a darle su salud y diez nuevos hijos y dos veces tantas posesiones como antes. Pero antes de realizar este revertimiento para Job, Dios hará algo más mediante esta experiencia de sufrimiento.

1. La humillación de los tres amigos de Job

Primero, quiere traer a Elifaz, a Bildad, y a Zofar, al polvo, junto con Job. Leamos 42:7-9.

Y sucedió que después que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz temanita: "Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. Ahora pues, tomad siete novillos y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros. Porque ciertamente a él atenderé para no hacer con vosotros conforme a vuestra insensatez, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job". Y Elifaz temanita y Bildad suhita y Zofar naamatita fueron e hicieron tal como el Señor les había dicho; y el Señor aceptó a Job.

Dios busca humillar a estos tres amigos de Job en dos modos. Les dice que están teológicamente equivocados, y les hace buscar perdón mediante la misma persona a quien habían injuriado.

En el versículo 7, Dios dice: "no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job". Ahora, Dios había acusado a Job de haber oscurecido en consejo sin palabras de conocimiento (38:2; 42:3), así que Él no quiere decir que todo lo que dijo Job había estado en lo correcto. Pero en lo relativo a la disputa básica entre Job y estos tres amigos, Job estaba en lo correcto.

Ellos habían dicho que los malvados sufren y los justos prosperan. Job había dicho que el mundo no demuestra tal cosa: el malvado, a menudo, prospera más que el justo y el justo, a menudo, sufre más que el malvado. Job tenía razón.

No solo eso, los tres amigos vieron toda la justicia ejerciéndose en esta vida. Pero Job, eventualmente, llegó a la verdad de que mucho de lo que está mal en el mundo será rectificado en la vida después de la muerte (19:25-27). Job tenía razón.

Así que Dios humilló a estos tres amigos mostrándoles que la misma persona a quienes ellos condenaban era, de hecho, el mejor teólogo, aún cuando no fuera perfecto.

Pero su humillación aún no es completa. Ellos simplemente no pueden encerrarse y decir una simple oración de perdón y terminar. Deben ir a Job con sus sacrificios y pedirle que ore por ellos. Esto debe haber sido algo profundamente humillante. El mismo a quien habían acusado de estar lejos de Dios se debe volver su sacerdote para acercarles a Dios. En otras palabras, Dios está tratando que el único modo en que los tres amigos puedan experimentar reconciliación con Dios sea la experiencia de reconciliación con Job. Deben humillarse ante Job, no solo ante Dios.

Pero funciona en los dos sentidos.

2. La demostración del arrepentimiento de Job

Hay una segunda obra que Dios está haciendo antes de restaurar la fortuna a Job: Dios está demostrando el arrepentimiento de Job. Cuando los tres amigos vienen a Job, buscando su intercesión con Dios, ¡no solo está a prueba la humildad de los tres! Ahora se le está pidiendo a Job que ame a sus enemigos y ore por quienes abusaron de él. Se le está pidiendo que bendiga a quienes lo maldijeron y que no devuelva mal por mal.

¡Y él todavía es un hombre muy enfermo! Aun Dios no ha revertido su miseria. ¿Por qué? ¿Cuál es la lección aquí? ¿No es la misma de Mateo 6:14?

"Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones”.

En otras palabras, es el arrepentimiento y la fe quien recibe el perdón de Dios. Pero el arrepentimiento genuino, la autenticidad de la fe, la realidad de nuestro cambio de corazón debe probarse a sí misma en nuestra disposición a perdonar a aquellos que pecaron contra nosotros. Si el perdón de Dios, que dice haber recibido un pecador arrepentido, no fluye desde él hacia otros, entonces lo que dice es un engaño. Aún está en sus pecados.

Así que Dios pone a Job una última prueba. ¿Depondrá las armas de la venganza y aceptará los términos del tratado de Dios y extenderá amnistía a sus tres amigos como Dios lo hace? Sí. Job pasa la prueba. Es un hombre quebrantado. Su propio pecado le ha inclinado en el polvo y las cenizas. ¡¿Cómo podría exaltarse ante otro hombre?! ¿¡Cómo no dar el perdón que gratuitamente se la ha dado!? Así termina el versículo 9: "y el Señor aceptó a Job".

Conclusión

De modo que el libro termina con el sedimento de orgullo extraído de la vida de Job mediante el colador del sufrimiento, con la corrección a la mala teología de sus tres amigos, y con su necedad humillada, con la hermandad de los siervos de Dios restaurada y purificada, y con el honor del nombre de Dios vindicado contra las acusaciones de Satanás.

Que el Señor nos conceda gracia para aprender que mientras Su camino puede no ser el nuestro y Sus pensamientos pueden no ser los nuestros, aún así son los más sabios de todos los caminos; y están llenos de misericordia para quienes aman a Dios y son llamados según Su propósito.

De acuerdo con lo que hemos dicho está el resumen del libro en Santiago 5:11:

Mirad que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo, y misericordioso.