Juan no era la Luz, sino un testimonio de la Luz

Volvemos ahora a Juan 1:6-8 el versículo que saltamos la vez anterior. Estos versículos son sorprendentes porque parecen quebrar el flujo del texto. Parecen repentinos y discordantes. Si los deja fuera, el texto fluye suavemente desde el versículo 5 hasta el versículo 9. El versículo 5 dice: "Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron". Y luego el versículo 9 continua: "Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre". Parece una sola idea que fluye naturalmente.

En medio de estas dos declaraciones acerca de Jesús, quien es la luz que viene al mundo, Juan inserta los versículos 6-8 acerca de Juan el Bautista. Pero en su evangelio, nunca se le llama Juan el Bautista, sino solo Juan. Si hubiera alguna etiqueta que aplicar a Juan en este evangelio, sería "Juan el Testigo".

Juan Interrumpe el Flujo de su Idea

Mire los versículos 6-7: "Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.  Este vino como  testigo, para testificar de la luz". De hecho, en catorce veces en este evangelio se relaciona la palabra testimonio (martureo, martus, martureia) con Juan.1

Entonces ocurre lo mismo en el versículo 15. Juan, el autor, parece interrumpir nuevamente el flujo de la idea para decir algo acerca de Juan el Testigo. La versión ESV siente tan intensamente la interrupción que pone paréntesis alrededor del versículo 15. El versículo 14 dice: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". Versículo 16 continua suavemente este pensamiento: "Pues de su plenitud (la plenitud referida en el versículo 14) todos hemos recibido, y gracia sobre gracia".  Pero el versículo 15 interrumpe y dice: "Juan dio testimonio de El y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: 'El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo'".

Piense como el Autor

Así que los versículos 6-8 y el versículo 15 son impuestos al flujo de esta sección de introducción en una forma en que casi todos sienten su intensidad. Por tanto yo asumo que Juan el autor también lo sintió así. Y asumo que sabía lo que hacía. Y asumo que tenía sus razones. (Usted puede llamarlo la regla dorada de la Hermenéutica: Piense como los autores, como si usted fuera ellos).

Nuestro trabajo no es mejorar el arte literario de Juan al decirle que debió haber escrito más suavemente. Nuestro trabajo es comprender sus propósitos literarios (y al hacerlo, comprender sus propósitos teológicos y sus propósitos espirituales y sus propósitos evangelísticos), y cualquieras otros propósitos que tuviera por la inspiración de Dios, de modo que al escuchar y comprender, podamos creer en Jesús, el Hijo de Dios y tener vida en su nombre. No estamos jugando juegos literarios. La salvación y la condenación dependen de qué creamos que el autor inspirado realmente quiso decir: "pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31).

Exaltando a Cristo y Disminuyéndonos a Nosotros Mismos

Lo que he descubierto al meditar en los versículos 6-8 y el 15 es que el contexto más amplio es increíblemente relevante para nuestra actualidad. Lo he encontrado muy sobrio para mi vida y ministerio, y creo que usted también lo encontrará igual para sí. Tiene que ver con la manera en que pastores, evangelistas, líderes religiosos, predicadores de televisión, conferencistas, y músicos cristianos (y cualquier otro cristiano que represente públicamente a Cristo) hablan de Cristo y con la manera en que se representan a sí mismos. Y fue lo segundo lo que me hizo comprender la realidad, la manera en que los testigos públicos nos representamos a nosotros mismos.

Si alguna vez se ha preocupado por las palabras aparentemente serviciales, apañadoras, y ególatras de las figuras públicas cristianas, debiera estarlo, y estará mucho más preocupado cuando terminemos este sermón. Espero que uno de los efectos de este mensaje sea provocar humidad en mí, primeramente, y luego en ustedes y en cualquier otro que lo escuche, para que nosotros, que somos llamados testigos para Cristo (es decir, todos nosotros) veamos que esto no solo significa exaltar a Cristo, también significa empequeñecernos.

Para ayudarles a recordar lo que estoy diciendo, voy a dividir en dos puntos todo lo que digo. Uno es: "nuestro testimonio es una gran necesidad". Y el otro es: "nuestro testimonio es un gran no". Sé que no ha quedado claro. Pero ya se aclarará. Y esta dificultad quizás le ayude a recordarlo. Nuestro testimonio es un gran no y una gran necesidad.

1) Nuestro Testimonio es una Gran Necesidad

Primeramente tomaremos la necesidad y luego continuaremos con los versículos 6-8. "Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.  Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él.  "No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

Fíjese en varias verdades: Primero, Juan era un hombre, es decir, un ser humano. Es importante saberlo porque hasta ahora el Verbo, Jesucristo, ha sido llamado Dios Creador de todas las cosas. En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Así que parece como si la forma en que este Verbo, Vida, y Luz se esparcirán por el mundo es mediante su propio poder soberano y resplandor. Pero Juan sabe que no será así. Este Verbo, Vida, y Luz se esparcirá mediante el testimonio de los seres humanos, y no de otra manera.

"… pero éstas se han escrito para que creáis" (Juan 20:31). ¿Quién las escribió? Un hombre enviado de Dios también llamado Juan. Y cuando Jesús ora por nosotros en Juan 17:20, ¿cómo espera que lleguemos a creer y a ser salvos?: "Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos". Los humanos que testifican de Cristo con palabras serán el medio para que todo el mundo venga a la fe.

Millones de Luces para la Luz

Ese es el plan. El Verbo, la Vida, y la Luz vienen al mundo. Pero no conquistarán estas tinieblas como un relámpago que ilumina la noche. Conquistarán al encender millones de antorchas humanas frías y muertas, con el oxígeno del evangelio y la combustión misteriosamente espontánea del nuevo nacimiento. Y ese evangelio vendrá mediante testigos humanos.

Versículos 6: "Vino al mundo un hombre". Vino una persona. Siempre habrá una persona. Una persona como usted. Juan, desde el mismo comienzo, está insistiendo en la verdad de que el testimonio humano de Cristo siempre es necesario. Nuestro testimonio es una gran necesidad. Este es mi primer punto. Nuestro testimonio humano es una gran necesidad.

Continúe en el versículo 6: "Vino al mundo un hombre enviado por Dios". La idea es que la necesidad de testimonio humano no significa que Dios es dependiente de la iniciativa de la voluntad humana. Dios estaba involucrado no solo al enviar a Jesús, está involucrado al enviar testigos de Jesús. Jesús dijo en Mateo 9:38, "Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies".  Dios vela por los obreros mientras nosotros oramos. Y vela al responder y enviar. Él dijo a sus discípulos en Juan 20:21, "como el Padre me ha enviado, así también yo os envío". Y dijo a Pablo en Hechos 22:21, "Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles". Dios hace que el testimonio humano sea necesario, pero no deja esta misión a la iniciativa humana. Él envía.

El Dios que Salva, y Envía

Servimos a un Dios que salva y envía. Él nos provee el fundamento de nuestra salvación en Jesucristo, y provee el medio de nuestra salvación en aquellos que envía. Dejemos que esto tenga un efecto vivificador en ustedes. Dios está obrando (hoy) moviendo sus testigos por el mundo, volviéndoles el medio de su obra salvadora. Espero que ahora deseen encarar honestamente a Jesús y decir con Isaías: "Heme aquí;  envíame a mí" (Isaías 6:8).

Vea nuevamente el versículo 7: "Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él". Ahora esta es, en este Evangelio, la principal identidad de Juan. Vino como testigo. Aquí es presentado tan repentina y bruscamente, como un testigo. Es un simple humano. Es enviado por Dios. Y su misión es testificar de la luz.

La Fe Viene Mediante un Testimonio

Y Juan explica por qué es tan necesario este testimonio. Versículo 7: ". . . a fin de que todos creyeran por medio de él". La fe en la luz ocurre mediante un testimonio de la luz. No hay otra manera. "la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo" (Romanos 10:17).

Esta es la primera referencia a la fe en el evangelio de Juan. Habrá otras 97. Esta es la gran meta del Evangelio de Juan: ". . . para que al creer, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31). Esta fe viene mediante un testimonio humano de la luz. Y este testimonio es una gran necesidad. Este es mi primer punto: Nuestro testimonio es una gran necesidad. Sin un testigo, nadie creerá. Verso 7: "Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él". Por medio de él. Por medio de su testimonio. Así de necesario es. La fe solo aparece por medio de un testimonio.

De modo que nuestro testimonio de Cristo es una gran necesidad. Esta es el primer punto mis pensamientos.

2) Nuestro Testimonio es un Gran no

El segundo punto es: Nuestro Testimonio es un gran no.

Verso 8: "No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz". Ahora, este versículo parece superfluo. ¿Qué añade al versículo 7? vino como testigo, para testificar de la luz, tú lo dijiste Juan. Dijiste que él es un testigo. Ahora dices de nuevo en el versículo 8: "No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz" ¿Para qué? ¿Para qué decir lo obvio? ¿Por qué decir: Juan no era la luz?

Yo quizás no hubiera hecho nada de esto, sino fuera porque ocurre una y otra vez, al menos cuatro veces más. Vea los versículos 19-20: "Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú? Y él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo". Ahora, estas son las palabras de Juan, no es lo que se dice acerca de Juan, como ya ocurrió en el versículo 8. "Este es el testimonio de Juan. . . Yo no soy el Cristo". Este es el gran no del testimonio de Juan. No solo que él no es el Cristo, sino que él dice que no es el Cristo. Es parte de su testimonio. "Este es el testimonio de Juan. . . Yo no soy el Cristo".

El No del Testimonio de Juan

De hecho, Juan, el escritor del Evangelio tiende tanto a asegurarse de que sintamos el no del testimonio de Juan que acumula las negaciones en los versículos 19-20. "Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú? Y él confesó y no negó; confesó...” ¿No negó qué? No negó: "Yo no soy el Cristo". Él afirmó yo no soy el Cristo. Y además negó que él fuera el Cristo. ¿Comprende por qué pienso que estamos detrás de algo aquí? Usted solo escribe así cuando está tratando de enfatizar algo.

Pero aun no ha terminado de explicar su idea. Versículo 21: "Y le preguntaron: ¿Entonces, qué?  ¿Eres Elías? Y él dijo: No soy. ¿Eres el profeta? Y respondió: No". Por supuesto que en un sentido era Elías. Había venido "en el espíritu y poder de Elías" (Lucas 1:17), pero no era el Elías físico que había ido al cielo en una carroza de fuego sin morir.

Aun no había terminado. Versículos 26-27: " Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. El es el que viene después de mí, a quien yo  no soy digno de desatar la correa de su sandalia".

"Es Necesario que El crezca, y que yo Disminuya"

Este es el gran no de nuestro testimonio de Cristo. Yo no soy la luz (Versículo 8). Yo no soy el Cristo (Versículo 20). Yo no soy Elías (Versículo 21) Yo no soy el profeta (Versículo 21). Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias (versículo 27). Y si usted quiere una hermosa declaración de este principio en nuestro testimonio de Cristo, escuche Juan 3:28-30:

Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de El.”El que tiene la novia es el novio,  pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio.  Y por eso, este gozo mío se ha completado.  Es necesario que El crezca, y  que yo disminuya.

Yo no soy el novio. Solo soy un amigo. Y cuando la novia venga y se una al novio, y todos dejen de mirarme para mirarle a él, mi gozo estará completo. Este es el gran no de nuestro testimonio: no sentiremos envidia cuando todos dejen de mirarnos y miren a Jesús.

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da gloria
por tu misericordia,
por tu verdad (Salmo 115:1).

Este es el gran no de nuestro testimonio. Debemos disminuir; él debe crecer. Debemos exaltarle; no debemos exaltarnos. Así fue con Pablo: "Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que da el crecimiento" (1ra a los Corintios 3:6-7). "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor (2da a los Corintios 4:5).

Entonces, ¿qué es Juan?

Entonces, ¿qué es Juan? Él es Juan el Testigo. El testigo necesario que no es el Cristo. ¿Cómo se describe a sí mismo? Versículos 22-23: "Entonces le dijeron: ¿Quién eres?, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron.  ¿Qué dices de ti mismo? El dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderezad el camino del Señor”. Soy una simple voz.

Una voz, un testigo. Y en su boca no hay palabras ególatras, sino palabras que exaltan a Cristo.Juan 1:15: "El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo". Juan 1:34: "Y yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios". Juan 1:29: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

La Lección que Debemos Aprender

Esta es la lección que debemos aprender. Debemos ser sus testigos. Es una gran necesidad. La fe viene al escuchar un testimonio. No debemos exaltarnos a nosotros mismos. Cuídense del testigo que necesita llamar la atención sobre sí mismo. Cuídense del predicador que constantemente busca ponerse a sí mismo en una buena luz y habla una y otra vez de su ministerio y sus éxitos. Cuídense de la sutil preocupación del predicador cuando habla de sus propias flaquezas. Cuídense de su propia tendencia a amar la alabanza de los hombres.

Recuerde, por tanto, que desde el comienzo del Evangelio de Juan, hay un testimonio humano de la luz, nuestro testimonio. Nuestro testimonio es una gran necesidad. Y nuestro testimonio es un gran no. Es Necesario que El crezca, y que yo Disminuya. Amén.


1 1:7 (3x), 15, 19, 32, 34; 3:26; 5:32-35 (5x), 36.