El matrimonio es para tener hijos . . . discípulos de Jesús, parte 2

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.  Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

El fin principal del matrimonio—el propósito principal del matrimonio—es representar en la tierra el pacto de amor entre Cristo y su iglesia. Lo que vimos la última vez fue que ésta representación de carne y hueso del amor entre Cristo y su iglesia es el lugar diseñado por Dios para tener hijos—y para hacerlos discípulos de Jesús. Estos son los dos propósitos del matrimonio. Y el propósito principal constituye el escenario que Dios diseño para el segundo propósito. Finalmente, el matrimonio es un reflejo en carne y hueso de cómo Cristo (representado por el esposo) ama a su iglesia, y de cómo la iglesia (representada por la esposa) es devota a Cristo. Y este reflejo de carne y hueso crea el escenario—el físico, emocional, moral, espiritual—para el otro propósito del matrimonio, siendo éste el traer niños al mundo y traerlos a Jesús.

Nidos Vacios

En la carta misionera que leí esta semana de Steve y Kim Blewett, una de nuestras familias misioneras a Papúa Nueva Guinea, explicaba que sus dos hijos ya están casados (Matthew y Merilee). Debajo de las fotografía de Steve y Kim estaban las palabras “nido vacío.” Todos en nuestra cultura conocen el significado del término nido vacío. Detrás está la suposición de que uno de los significados del matrimonio es hacer un nido para los pequeños pájaros hasta que puedan volar y encontrar sus propios gusanos y hacer sus propios nidos. Y si nosotros somos cristianos, decimos que la mera esencia de ese nido es la representación de carne y hueso creada por un esposo y una esposa viviendo y demostrando y enseñando sobre el pacto de amor entre Cristo y su iglesia. Esa actividad es la esencia del nido.

Un Enfoque en los Padres

La pregunta de hoy es: ¿Qué debe pasar con los hijos en esta representación? ¿Qué debe pasar con los niños que Dios pone en esta parábola de carne y hueso del amor de su Hijo y la devoción de su iglesia? ¿Qué pasa en este nido por causa de los pájaros jóvenes? Al contestar esta pregunta, hay dos razones por las que me enfocare en los padres. La razón menos importante es que hoy es el Día del Padre, y la razón más importante es que en el texto Pablo comienza por referirse a los padres en el versículo 1 y luego cambia su concentración a padres hombres en el versículo 4.

Noten en el versículo 1: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres.” Claramente los dos padres están guiando y dando instrucciones que pueden ser obedecidas, porque dice que los hijos deben obedecer a sus padres, tanto al padre como a la madre. En este nido, tanto la madre como el padre están enseñando y moldeando, guiando y disciplinando.

Pero luego vean lo que pasa cuando llegamos al versículo 4. Esperaríamos que Pablo continuara con un enfoque en los dos padres y dijera, “Y vosotros, los dos padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” Pero no es lo que él dice. Él dice, “Y vosotros, padres hombres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” Así fue lo que dije la última vez que en el matrimonio y en este nido creado por el matrimonio, los papás tienen la responsabilidad primaria de criar a los hijos. No es la única responsabilidad pero sí la principal. De la forma en que me gusta decirlo es que, si hay un problema con los hijos en la casa de los Piper y si Jesús llama a la puerta, y Noel abre la puerta, el diría, “Hola, Noel, ¿está el hombre de la casa aquí? Necesitamos hablar.” No quiere decir que Noel no tiene responsabilidad. Pero yo tengo la responsabilidad primaria de ver que los niños sean criados en la disciplina y amonestación del Señor.

Ser la Cabeza se Extiende a Criar a los Hijos

Esta responsabilidad primaria de criar a los hijos es simplemente la continuación natural de la responsabilidad primaria en relación con la esposa. Regresando a Efesios 5:23, 25, Pablo dice, “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador…Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” Dios no hace al esposo el líder en la relación con su esposa y luego hace a la esposa la líder en relación con los hijos. Nosotros los esposos tenemos la responsabilidad en ambas direcciones. Si fuera de otra manera, los hijos estarían muy confundidos. De hecho, millones de niños hoy están confundidos y un montón de problemas personales y sociales probablemente puede ser rastreados a partir de esta confusión.

Así que cuando Pablo dice en el versículo 4, “Y vosotros  padres hombres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor,” él está simplemente extendiendo las implicaciones de ser la cabeza en relación con nuestras esposas a la responsabilidad primaria de la crianza de nuestros hijos. Eso es lo que significa ser un hombre casado: sacrificado, cabeza del amor en relación con nuestras esposas, y un lider firme y cariñoso en relación con la tarea compartida de criar a los hijos en el Señor. Eso es sobre lo que queremos pensar hoy. ¿A que llama Efesios 6:4 a hacer al padre? Algún día tal vez haremos una serie de sermones sobre ser padres. Pero esto no será hoy. Así que solamente me concentrare en una parte del versículo 4, la encomienda de no provocar a ira a los hijos.

¿Por Qué Ira?

En Efesios 6:4, Pablo empieza con decir que los padres no deben hacer algo. “Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos.” De todas las cosas que Pablo le hubiera podido decir los padres que no hicieran, él escoge una. Increíble. ¿Por qué ésta? Porque no, ¿no los desanimes o no los lastimes o tientes a codiciar o mentir o robar? O porque no ¿no los abuses o no los abandones o seas un mal ejemplo para ellos o manipules? De todas las cosas que él hubiera podido advertir a los padres, ¿Por qué ésta: Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos”?

La Ira se Levanta Contra la Autoridad

Pablo no nos dice porqué. Así que déjenme suponer con lo que conozco de la Escritura y de la vida. Sugeriré dos razones. Primero, él nos advierte contra provocar ira porque la ira es la emoción más común en el corazón pecaminoso que va en contra de la autoridad. Papá es la autoridad. Aparte de Cristo, el niño es hace su libre albedrío. Y cuando los dos se encuentran, aparece la ira. Un bebé de dos años hace un berrinche y un adolescente azota la puerta—o algo peor.

Así que creo que Pablo está diciendo, va ha haber suficiente ira aún con los mejore padres, así que hagan el mayor esfuerzo, sin ceder su autoridad o su verdad o su santidad, de evitar provocar la ira. Estén ahí para sus hijos con autoridad, verdad y santidad de formas que traten de minimizar una respuesta airada. Luego regresaremos al cómo.

La Ira Devora a las Otras Emociones

La segunda razón por la que Pablo aconseja no provocar ira en nuestros hijos es porque esta emoción devora casi todas las otras buenas emociones. Mata lentamente el alma. Hace al corazón insensible al gozo y a la gratitud, a la esperanza y al cariño y a la compasión y a la amabilidad. Pablo sabe que si un papá puede aydar a su hijo a no ser vencido por la ira, él puede abrir su corazón a docenas de otras emociones preciosas que harán la adoración posible y las relaciones más dulces. Pablo está tratando de ayudar a los padres hombres a hacer lo que él tuvo que hacer con sus hijos espirituales. Escuchen el idioma del corazón de 2 Corintios 6:11-13: “Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.”

¿Qué nos diremos a nosotros padres acerca de la ira de nuestros hijos? Primero, deberíamos decir que este versículo no puede ser usado como chantaje por parte de los hijos. Chantaje sería decir, “Estoy enojado, papá, entonces tú estás mal.” Algunas personas no salen de este egocentrismo de niños: “Mis emociones son la medida de tu amor; así que si estoy enojado, no me estas amando.” Todos hemos experimentado este tipo de manipulación. Sabemos que Pablo no quiere decir eso porque Cristo hizo enojar a mucha gente, y porque nunca pecó o amó imperfectamente. Puesto que todos los niños son pecadores, por lo tanto, aún el mejor y más amoroso uso de la autoridad provocará alguna vez a los hijos a ira.

Evitando la Ira Legítima en Nuestros Hijos

Así que el punto del versículo 4a no es que cada vez que el hijo se enoja el padre ha pecado. El punto es advertir a los padres que hay una gran tentación de decir, hacer y negar cosas que causarán una inevitable ira legítima en nuestros hijos. La mayoría de nosotros sabemos las cosas obvias que hay que evitar: gritar, castigos excesivos e injustos, hipocresía, ofensas verbales, etc. Pero lo que es más importante que evitar esas ofensas es que, nosotros padres, pensemos en qué cosas podemos hacer que no solamente eviten la ira sino que la disminuyan o la remuevan. Ése es el verdadero reto.

Piensa en esto: Dios nunca ha hecho algo que legítimamente cause ira en alguno de sus hijos. No estamos garantizados a enojarnos con Dios. Nunca. Sucede. Y debemos admitirlo, temblar, y arrepentirnos, y voltearnos a confiar en su bondad soberana. Pero aún cuando Dios nunca ha hecho algo que legítimamente provoque nuestra ira contra él, ¿qué ha hecho Dios para reparar nuestra relación con él? Ha tomado iniciativas para curarla. Iniciativas que fueron infinitamente costosas para él.

Venciendo la Ira con la Muerte de Jesús

Mira lo que Pablo dice acerca de vencer la ira en nuestra relación con Dios. Este texto es un modelo para nosotros padres sobre una de las estrategias más cruciales para vencer la ira en nuestros hijos. Miremos en Efesios 4:31-5:2. Aquí podrías decir que Dios está hablando a sus hijos. “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros…” Ahora, hasta aquí, es solamente un mandato: no seas una persona airada, más bien perdona. Pero los mandatos no tienen poder por sí solos. Lo que sigue es poderoso:”… como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Así que aquí está nuestro Padre en el cielo mandando a su propio Hijo (“Dios os perdono en Cristo”) para pagar el precio por nuestra ira pecaminosa. Nuestro Padre no solamente nos dice que no estemos enojados; más bien, a un gran costo suyo, él está venciendo su ira y la nuestra en la muerte de Jesús.

Luego, en el siguiente versículo, Efesios 5:1, dice explícitamente que está representando el papel de Padre en esto: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.” Somos hijos de Dios si estamos unidos a Cristo por la fe. Él es nuestro Padre. Él ha tomado iniciativas muy dolorosas para vencer su furia y nuestro pecado—nuestra ira. Somos infinitamente amados por Dios en Cristo. Así que, padres, imiten a su Padre celestial.

Reemplazando Ira con Gozo

El punto que estoy enfatizando es éste: Cuando Pablo dice en Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos,” no solamente deja de hacer cosas que provoquen ira; empieza a hacer cosas que remuevan la ira— que venzan la ira. Empieza a hacer cosas que despierten en el corazón del niño otras emociones maravillosas que no sean devoradas por la ira—la gran “come emociones”

La tarea principal en todo esto es que venzas tu propia ira y la reemplaces con un gozo dulce; un gozo que se desborda sobre tus hijos. Cuando la boca de papá está principalmente enojada, las emociones cariñosas del niño son consumidas. En otras palabras, ser el tipo de padre al que Dios nos llama a que seamos significa ser el tipo de cristiano y el tipo de esposo que Dios nos llama a ser.

La Llave Es el Evangelio

Ser un cristiano significa recibir perdón gratis de Dios por todas nuestras fallas y toda nuestra ira. Significa dejar que la sonrisa de Dios en Cristo derrita décadas de ira endurecida y sin emociones y luego llevar esa corriente sanadora a otros lugares. “Quítense de vosotros…toda ira. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otro como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” Dios te perdonó. Dios ha sido cariñoso contigo. Dios es misericordioso contigo. Todo es por Cristo. Por lo tanto, en Cristo, por el Espíritu, padres, podemos hacer esto. Podemos abandonar nuestra ira, podemos perdonar, podemos experimentar y despertar en nuestros hijos misericordia con una gran cantidad de emociones que han sido devoradas por la ira. Pueden vivir otra vez en ti y en tus hijos.

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos.” Sean como Dios con ellos. Fue muy costoso. Él no escatimo ni a su propio Hijo divino para rescatar a otros hijos de su propia ira y de su furia rebelde. Dios no nos llama a hacer esto antes de que él lo haga. Ese es el evangelio. Antes de que nos llame a amar como él lo hace (5:1), él perdona todas nuestras fallas al amar. ¡Entiendan esto, padres! Yo no los llamo a amar a sus hijos así para que tengan un Padre celestial en el cielo para ustedes. Es todo lo contrario. Les estoy diciendo que Dios, por el sacrificio y la obediencia de su Hijo, Jesús, a través solamente de la fe, está completamente ahí para ti. “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).

Dios Te Ha Perdonado

Y ahora, después de convertirse en ese tipo de Padre que perdona, que soporta, que es cariñoso, que se sacrifica por nosotros padres, nos dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5:1). Experimente las emociones cariñosas y fuertes de Dios. Él ha vencido su ira. Él ha perdonado tu pecado. Y en él—si lo quieres tener—hay una cura para la ira que destruye el alma por décadas.

Lo que nuestros hijos necesitan de nosotros es que experimentemos la llenura de la propuesta de Dios para sanarnos. Aquí está la dinámica de ser padre: como Dios te ha perdonado, perdona a tu esposa y perdona a tus hijos (Efesios 4:32). Corta la raíz del ciclo de la ira al saborear, en lo más profundo de tu alma, la preciosidad del perdón de Dios. No provoques a ira a tus hijos. Enséñales en tu propia alma como puede la ira puede ser reemplazada por el amor.