El Hijo obediente, el Purificador supremo, el Novio proveedor

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda.  Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.  Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que El os diga. Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros.  Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.  Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.  Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior;  pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno. Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria,  y sus discípulos creyeron en El.

Ustedes quizás recuerden un par de semanas atrás cuando dije que lo que yo escogía enfatizar a medida que avanzábamos por el Evangelio de Juan juntos está grandemente sujeto a Juan 1:14: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". Creo que Juan escribió este Evangelio para que nosotros hoy pudiéramos estar incluidos en ese inmenso privilegio, "vimos su gloria". La gloria del Hijo encarnado de Dios.

Te ruego que me Muestres tu Gloria

Esta visión tiene efectos enormes. El versículo 16 las resume: "Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia". Cuando Dios nos da ojos para ver la gloria de Jesús, su belleza, y grandeza, y dignidad, esa visión es el como el rayo láser del gran río de su gracia sobre nuestras vidas. Gracia para amar. Gracia para regocijarnos. Gracia para vivir eternamente.

Así que, en cada texto que veo en este Evangelio, estoy orando: "te ruego que me muestres tu gloria". Concédeme tu gracia. Muéstrame más de la grandeza de Cristo, y concédeme ser más como Cristo.

"Jesús Manifestó su Gloria"

Ahora, en el texto de hoy, hay un versículo que confirma que estamos sobre la pista cuando pensamos y oramos de esta forma. Después de la historia de la boda de Caná en Juan 2:1-10, Juan dice en el versículo 11: "Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en El". Así que aquí Juan enfatiza nuevamente la visión de la gloria de Cristo. Sus discípulos vieron su gloria, y creyeron en él.

Por esa razón Juan escribe este Evangelio. Quiere revelarnos la gloria de Cristo. Y quiere que recibamos la gracia de creer. Así que esta pregunta estaría perfectamente de acuerdo con la intención de Juan: ¿Qué es la gloria de Cristo revelada en esta historia de la boda de Caná?

La Gloria de Jesús Revelada en esta Historia

Veo al menos tres respuestas (estoy seguro de que hay más):

  • La gloria de un Hijo obediente,
  • la gloria de un Purificador supremo, y
  • la gloria de un Novio proveedor.

1. La Gloria del Hijo Obediente

Aquí pienso que Jesús exalta su carácter de Hijo del Padre celestial por encima de su carácter de hijo de la madre terrenal. Así que cuando le llamo un Hijo obediente, me refiero al Hijo de su Padre celestial, no al hijo de su madre terrenal. Sin duda él fue obediente  a su madre terrenal, pero ese no es el énfasis en esta historia. De hecho, creo que las palabras de Jesús fueron escogidas intencionalmente para revelar una fidelidad radical a Dios, por encima de todos los afectos y lazos humanos.

Leamos Juan 2:1-4:

Al tercer día se celebró una boda en Caná de  Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda.  Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto?  Todavía no ha llegado mi hora.

Esa es una respuesta sorprendente. Creo que Jesús sabía que sería sorprendente cuando la dijo, y Juan sabía que sería sorprendente cuando la registró. No había una costumbre popular que dijera que un hombre no podía llamar a su madre por el título de "madre": "Madre, ¿qué nos va a ti y a mí en esto?" (vea 1ra de Reyes 2:20). Pero Jesús dice: "Mujer". Su respuesta no es irrespetuosa, pero es abrupta. Sería como llamarle "Señora" en algunos contextos de la actualidad.

Doblemente Abrupto

Parece brusco no solo porque Jesús le llama "mujer" o "señora", sino porque también dice: "¿qué nos va a ti y a mí en esto?". Esa frase (i emoi kai soi) es utilizada en otras cinco ocasiones en el Nuevo Testamento, y en cada ocasión es utilizada por un demonio que habla a Jesús. Cuando Jesús invade su dominio y comienza a ejercer poder donde ellos estaban en control, ellos decían: "¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios?" (Mateo 8:29). Lo más importante en esta frase parece ser: "no quiero que estés presionándonos aquí. No debieras acercarte a nosotros de esta forma. Este no es tu problema.

Así que Jesús es doblemente abrupto con su madre: le llama "mujer", y le dice: "No te corresponde estar invocando mi poder". Sí parece que su madre esperaba que él hiciera algo. No se nos dice qué esperaba ella, pero se nos dice que Jesús no aprobó lo que ella dijo.

¿Por qué Tratarla con Desdén?

Lo que hace que este suceso sea tan significante es que Jesús da el paso al frente y se hace cargo del problema haciendo un milagro. Así que él pudo haber dicho muy gentilmente: "Sí madre, yo sé. Ahora mismo me encargaré del problema". Es lo que él hizo, pero no lo que dijo. Entonces surge la pregunta de por qué habló así a su madre. Si, de cualquier forma, usted va a hacer lo que su madre le dice, ¿por qué no simplemente se pone de acuerdo con ella y lo hace? ¿Para qué esas palabras aparentemente fuera de lugar?

Creo que la respuesta es que Jesús sintió la preocupación de dejar en claro no solo a su madre, no solo a sus hermanos y hermanas, sino a resto de nosotros, que por ser quien era, las relaciones físicas en la tierra no le controlarían ni le obligarían. Su madre y su familia física no tendrían un privilegio especial para guiar su ministerio. Y su madre y familia física no tendrían un privilegio especial para recibir su salvación.

Y sería así porque Jesús estaba absolutamente atado a la voluntad de su Padre en el cielo y a nadie en la tierra. Esta era la estrella polar de su cielo, y no podría haber controles que compitieran desde la tierra. Juan 8:28: "no hago nada por mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó". Juan 5:17: "Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo… el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre;  porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera". Sus milagros no fueron la decisión de su madre, o de alguien más. Él está totalmente pendiente de los movimientos de su Padre celestial, y se mueve según su Padre celestial. Él y el Padre son uno, y tienen una voluntad.

Seguidores, no Familia

Jesús tenía que trabajar en contra de la presunción de sus días de que su familia física tendría una posición ventajosa de influencia y bendición. Recuerde la vez en que "una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron! Pero El dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lucas11:27-28).  En otras palabras, las personas pensaron que habría una especie de ventaja espiritual en ser la madre de Jesús, pero Jesús rebate esa presunción, y guía la atención, no hacia las relaciones físicas, sino a las relaciones espirituales.

O la otra vez en que la gente le llamó mientras hablaba en una casa: "He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan. Respondiéndoles El, dijo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos" (Marcos 3:32-34).  En otras palabras, no es la familia, sino los seguidores quienes tienen una relación para salvación con Jesús.

La Fe, no el Peligre

Esto es lo que estamos viendo en Juan 2:4: "No tienen vino.  . . ¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Juan 2:3-4, RVR 1960). Tu relación conmigo como madre no te da un privilegio especial aquí. Eres una mujer como cualquier otra mujer. Mi Padre en los cielos es quien determina qué milagros yo realizo, no algún ser humano. Y el camino para obtener mi favor es la fe, y no los vínculos familiares.

Estas son noticias muy buenas para nosotros. No importa a qué línea familiar pertenezcamos. Nuestros padres pueden ser las personas más impías que conozcamos. Pero eso no nos alejará del favor de Jesús. Es la fe, no la familia, la que nos convierte en sus amigos.

Así que primero vemos la gloria de un Hijo obediente. Parte de la gloria de Jesús es su libertad radical de la parcialidad familiar, y su fidelidad radical a su Padre en los cielos. "y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre" (Juan 1:14).

2. La Gloria de un Purificador Supremo

Con esto quiero decir que hay una razón por la que Jesús escoge utilizar las tinajas que estaban destinadas para la "purificación", no para beber, cuando realiza su milagro y las llena de vino. Y lo hizo así porque quiso señalar a su propia muerte como la purificación suprema por los pecados que anularía y reemplazaría los rituales de purificación judíos.

"Todavía no ha Llegado mi Hora"

Estos son los indicadores. Primero, Jesús dice a su madre al final del versículo 4: "Todavía no ha llegado mi hora" ¿Qué es su "hora"? Su hora es la hora de su muerte cuando morirá por los pecadores y efectuará la purificación por los pecados.

  • Juan 7:30: "Procuraban, pues, prenderle; pero nadie le echó mano porque todavía no había llegado su hora”.
  • Juan 8:20: "nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora”.
  • Juan 12:27: "Ahora mi alma se ha angustiado;  y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”?  Pero para esto he llegado a esta hora".
  • Juan 12:23-24: "Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”.

La hora de Jesús era la hora de su muerte cuando el Cordero de Dios quitaría el pecado del mundo Esta sería la purificación suprema, como dijo Juan en 1ra de Juan 1:7: "la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado" (el verbo es katharizei que corresponde con la palabra katharismon en Juan 2:6).

Él da el Paso al Frente y Realiza el Milagro

El segundo indicador es que aun cuando Jesús rechazó la petición de su madre diciendo: "Todavía no ha llegado mi hora", sin embargo, él da un paso al frente y realiza el milagro. Así que me parece a mí (y a otros), que aquí Jesús está diciendo: "no, no ha llegado el momento clímax con mi muerte, pero les daré una señal de mi muerte. Les daré una parábola de mi muerte y lo que significa".1

Tinajas de la Purificación

El tercer indicador es que Jesús dice a los sirvientes que llenen las tinajas de la purificación con agua. Estas tinajas no se utilizaban para beber. Eran usadas para el baño, para purificar. Así que parece que Jesús quiere decir que así es como sería su "hora": "tomaré los rituales de purificación de Israel y los reemplazaré con una forma decisivamente nueva de purificación, es decir, con mi sangre". Y tenga en mente que en Juan 6:55, Jesús dice: "mi sangre es verdadera bebida". "si no… bebéis su sangre [la sangre del Hijo del Hombre], no tenéis vida en vosotros" (Juan 6:53).

Así que la segunda forma en que Jesús manifiesta su gloria en esta historia ocurre cuando Jesús da una señal (una parábola actuada) de cómo su propia muerte, su propia sangre, su hora, será la purificación por los pecados, suprema, decisiva. Ya no hay más ritual para la purificación. Hay un solo camino para ser puros delante de Dios. Juan lo dice claramente en Apocalipsis 7:14: "han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. La gloria de Jesús es que solo él, de una vez y por todas, hizo la purificación por los pecados. Usted no va a los rituales. Va a Jesús.

3. La gloria del Novio que Todo lo Provee

En Juan 3:29-30, Juan el Bautista habla una última vez acerca de la superioridad de Jesús. Él dice: "El que tiene la novia es el novio,  pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio.  Y por eso, este gozo mío se ha completado.  Es necesario que El crezca, y  que yo disminuya".

Lo último que Juan dice acerca de Jesús en este evangelio es que él es el novio que tiene a la novia: su creciente grupo de discípulos. Y el primer milagro que Jesús hace es dar lo que el novio, en una boda, no pudo.

Un Novio Perfecto

Juan 2:9-10 demuestra que el novio era el mayor responsable del vino en su boda. Lo que significa que su imperfección hizo que la boda se quedara sin vino. Versículo 9: "Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al  novio [ahora usted ve quien está realmente encargado del vino], y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior;  pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno".

Y, por supuesto, el mensaje es: no, él no lo hizo. Él permitió que el vino se acabara. Así sucede con los novios sobre esta tierra. Todos los esposos fallan al tratar de ser lo que debieran ser. Pero Jesús desempeña el papel del novio perfecto, proveedor, quieto, omnipotente. Del agua aparece el vino, mejor que el que cualquier esposo pudiera proveer.

Así que la tercera forma en que Jesús se manifiesta en esta boda era que él se reveló a sí mismo como el gran Novio proveedor para su novia, la gran asamblea de todos los que confían en él.

La Gloria Sobreabunda con Gracia

Cada una de estas tres manifestaciones de gloria (el Hijo obediente, el Purificador supremo, el Novio proveedor) están sobreabundando con gracia. De su plenitud, recibimos gracia sobre gracia.

Como el Hijo obediente de Dios, él no es persuadido por los lazos familiares, ni por los de María, ni por los nuestros. Él es persuadido por los que desechan los peligres, y confían en su gracia.

Como el Purificador supremo, él no es persuadido por los rituales religiosos. Reemplazó todo el ritual del Antiguo Testamento de una vez por todas con su sangre. Solo hay un camino para ser puros ante Dios (el camino más difícil para él, y el más fácil para nosotros: lavar nuestras vestiduras en la sangre del Cordero). Venga a él. Viva en él.

Y como el Novio proveedor, él nunca, nunca, nunca, nunca falla al darnos lo que necesitamos. Nunca se agota el vino vivificador de su muerte en nuestro lugar Él es el Esposo perfecto, proveedor, para esta iglesia.

¿Ha sido usted lavado en la Sangre?

Por tanto, como dice Juan en Apocalipsis 19:7: "Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado" ¿Se ha preparado usted? ¿Ha sido usted lavado en la sangre del Cordero?


1 Él hace lo mismo en Juan 7:3-10. Sus hermanos van a la fiesta en Jerusalén, y ellos saben que él puede hacer milagros, y así que le dicen (como su madre en el capítulo 2): "Si haces estas cosas, muéstrate al mundo". Pero Jesús les dice: "Subid vosotros a la fiesta;  yo no subo a esta fiesta porque aún mi tiempo no se ha cumplido”. Pero después que ellos suben: "entonces El también subió; no abiertamente, sino en secreto". La idea es que él no quería revelarse a sí mismo en la forma en que ellos querían que él se revelara. Así que hace lo que ellos dijeron, pero en una forma decisivamente diferente. Es similar a la forma en que él responde a su madre en Juan 2:1-10.