El mortal equipo del pecado y la ley

*Romanos 7:7-13 *

¿Qué diremos, entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: No codiciarás. Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado está muerto. Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno. ¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso.

MATARÁN a algunos, y PERSEGUIRÁN a otros

Da que pensar el hecho de que algunos de los portadores de la buena noticia puedan ser tratados con desprecio y rechazo. Por ejemplo, Jesús dijo: "Les enviaré profetas y apóstoles, y de ellos, matarán a algunos y perseguirán a otros" (Lucas 11:49). Y en otro lugar dijo: "Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre" (Mateo 24:9). Y el que quizás sea el más impactante de todos: "Viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios" (Juan 16:2).

"Evangelio" significa buena noticia. Significa "buena noticia", en inglés antiguo, "god spel", y significa "buena noticia", en griego "euanggelion". El evangelio cristiano es buena noticia. Y el hecho es que usted puede traer buenas noticias, las mejores noticias en el mundo, las mejores noticias de la historia, las mejores noticias que existirán alguna vez, y hacer que las personas se enfurezcan y juren y rabien con ira y se burlen de usted e incluso le maten.

Pero nuestro mayor peligro en esta situación de malinterpretación o distorsión o rechazo o persecución, es que nosotros mismos dejemos de creer que nuestro mensaje es una buena noticia, y comencemos a tratarlo como una provocación o una disputa, o una citación legal para comparecer en la corte. Oh, cuán fácil es perder el sentido de maravilla y de lo precioso del evangelio, la buena noticia de Romanos 1-5: que Dios justifica al impío solo por gracia, solo por fe, sin las obras, solo sobre la base de la obra de Cristo, no la nuestra, solo para la gloria de Dios; que "mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos", que "Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".

Estas verdades no son principalmente una provocación o una disputa o una citación legal para comparecer en la corte. Son principalmente para la proclamación y celebración y liberación y el júbilo. Y así debiéramos estremecernos, aunque Jesús dijo que sucedería, debiéramos estremecernos al saber que la mejor noticia del mundo es objeto de burla y es ridiculizada y distorsionada y pervertida y rechazada.

Comienzo de esta manera en Romanos 6 y 7 porque no quiero que perdamos de vista de qué trata realmente todo esto. Trata sobre el evangelio de justificación del impío [!] solo por gracia, solo mediante la fe, solo sobre la base de la obra de Cristo, solo para la gloria de Dios. Todo esto tiene que ver con la buena noticia de que los pecadores podemos tener esperanzas de que Dios nos salvará de Su propia ira basado en lo que Cristo hizo por nosotros, no en lo que nosotros hacemos por Él.

Distorsión de la buena noticia

Y sin embargo, cuando Pablo anuncia y desarrolla esta gloriosa buena noticia en Romanos 1-5, tiene que lidiar, inmediatamente, con la distorsión y rechazo del mensaje. Cuando dice, en Romanos 3:28: "concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley", y luego dice, en Romanos 5:20-21: "donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor", hubo personas que dijeron: "Pablo estás convirtiendo la gracia en consentimiento, y la ley en pecado".

Y por eso es que Pablo escribe Romanos 6, para defender la gracia. Y escribe Romanos 7, para defender la ley. Hacia allá es hacia donde vamos ahora. Romanos 7:7: "¿Es pecado la ley?", pregunta. Respuesta: "¡De ningún modo!" Pero el oponente continúa: "Pablo, mira lo que acabas de decir en los versículos 9 y 10. dices: 'Y en un tiempo yo vivía sin la ley [es decir, en un tiempo él tenía poca o ninguna conciencia de pecado o condenación o esclavitud; solo hacía lo que sentía hacer, parecía libertad y se sentía como estar vivo], pero al venir el mandamiento [quizás siendo un niño o adolescente despertando de la abstracción y la libertad del egocentrismo; o quizás en su conversión viendo por primera vez la verdadera naturaleza de su mortandad espiritual], el pecado revivió [es decir, él experimentó el pecado como pecado y la rebelión que realmente era], y yo morí [experimentó subjetivamente la realidad objetiva de su condición verdaderamente sin esperanzas, esclavizado al pecado, a la muerte espiritual]; y este mandamiento, que era para vida [el mandamiento señalaba hacia la vida, ofrecía vida, y no podía dar vida, era demasiado débil y demasiado impotente], a mí me resultó para muerte'".

"Ya ves Pablo, lo dijiste de nuevo. Dijiste que el mandamiento de Dios te mató. Haces que la Ley sea una asesina. Haces que la Ley sea pecado". Así que, en el versículo 11, Pablo continúa explicando lo que quiere decir. "No", dice en esencia, "lo que quiero decir es esto. Cuando digo que el mandamiento resultó muerte para mí, me refiero a que 'el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató'. El pecado me mató. El pecado produjo mi condenación mortal. El pecado produjo mi experiencia de ruina espiritual. El pecado utilizó el mandamiento de Dios como arma, pero el pecado es el asesino". Por tanto, concluye en el versículo 12: "Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno".

Y en el versículo 13 repite, con las palabras más fuertes posibles, que el pecado, no el mandamiento, fue quien le mató. "¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso". Esta es una repetición del versículo 11: "El pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató".

No es para eso que existe la Ley

Imagine la Ley como el bisturí de un cirujano. Está diseñado para dar vida y sanidad. Y aquí viene el pecado y toma el bisturí de los mandamientos de Dios y acuchilla con él las gargantas de las personas. Me recuerda el verso de una de las canciones de Michael Card, las palabras a Judas: "Un beso no es para eso". El mandamiento, santo, justo, bueno, debía ser vida para mí, y se volvió muerte para mí, porque el pecado tomó el bisturí de la mano del cirujano y con él acuchilló mi garganta y me mató (versículo 10). Un bisturí no es para eso.

¿Por qué permitiría Dios algo así? Pablo responde al final del versículo 13: "para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo [=excesivamente, inmensurablemente] pecaminoso". Es pecado asesinar, es doblemente pecado forzar a un inocente a ayudar a asesinar. Es pecado envenenar a un niño, es doblemente pecaminoso engañar a una madre dándole veneno para su propio hijo. Usted no hierve a una cabrita en la leche de su madre. La leche de la madre no es para eso. Es para vida, no para muerte. Es pecado romper la Ley de Dios, es doblemente pecado usar la Ley de Dios para romper la Ley de Dios.

Así que la última línea hasta ahora en Romanos 7 es que necesitamos morir para la Ley, no porque la Ley sea pecada, sino porque la Ley es débil y vulnerable, y nosotros somos absolutamente pecaminosos. Por ello, la Ley no puede ser el medio principal y decisivo de nuestra justificación o nuestra santificación, porque "cuando viene el mandamiento" nuestro pecado se levanta, vuelve a la vida, y utiliza el mandamiento para matarnos, no para salvarnos.

El pecado miente

¿Cómo lo hace? El versículo 11 da la palabra clave para explicar cómo es que el pecado mata mediante el mandamiento. "El pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató". El pecado usa el mandamiento para engañarnos. El pecado es, fundamentalmente, un mentiroso. El pecado mata mediante el engaño y la lógica superficial. Dice cosas como: "Estás cansado. Necesitas una buena noche de descanso. Pero estás tenso y no puedes dormir. Una píldora de dormir puede ayudarte. Las instrucciones dan esperanza de un descanso bastante bueno si tomas la píldora. ¿No te gustaría una noche realmente maravillosa, cien veces mejor que las normales? ¿Sí? Bien, entonces toma cien pastillas". El pecado es un asesino, y asesina al hacer promesas que no puede cumplir.

Si usted está pereciendo bajo la culpa y el poder del pecado, es porque está siendo engañado. El pecado le está mintiendo, y usted le está creyendo. El pecado está haciendo promesas que no puede mantener y usted está confiando en esas promesas.

Pero dice, ¿cómo es que el pecado lo hace con la Ley? ¿Qué engaño usa el pecado cuando viene el mandamiento? El versículo 11 dice: "el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó" ¿Qué mentira, que verdad a medias, habla el pecado cuando se encuentra con el mandamiento de Dios? Pienso que el engaño del pecado, cuando encuentra los mandamientos de Dios, puede ser resumido a dos mentiras básicas. Suenan casi como antónimos; pero son, en esencia, lo mismo.

Por un lado, el pecado pudiera decir, cuando se encuentra con los mandamientos de Dios: "No puedes guardar estos mandamientos, y si pudieras no quisieras guardarlos. Y por eso no hay esperanza para ti si es que hay un Dios santo, y bien pudieras sacar todo eso de tu cabeza y recibir tanto placer en esta vida como puedas".

O, por otro lado, el pecado pudiera decir cuando se encuentra con los mandamientos: "Puedes guardarlos. Convoca toda tu fuerza de voluntad y muéstrate tan bueno como el próximo que se alista para el juicio".

En otras palabras, el pecado toma la Ley y nos mata con uno de dos tipos de engaño acerca del futuro. O nos ofrece una desesperación aliviada por una auto-indulgencia, o nos ofrece una esperanza apoyada por la justicia propia. Una nos dice que no podemos guardar los mandamientos y por ello no tenemos esperanzas. La otra dice que podemos y por ello debiéramos tener esperanzas. Las dos son mentira. Y creer una o la otra es suicidio.

¿Cuál es el remedio?

¿Cuál es el remedio? Muera a la Ley y viva para Dios mediante el Cristo crucificado y resucitado. El evangelio de Jesús es el remedio. El evangelio es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree (Romanos 1:16). Es el único mensaje en el mundo que da esperanza tanto para los impíos auto-indulgentes como para los impíos que se justifican a sí mismos.

Dice a la desesperación del auto-indulgente: hay esperanza para ti, porque aunque tus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos, porque Dios te perdonará por amor a Cristo, si le recibes como un regalo atesorado y confías en Él.

Y el evangelio dice al que se justifica a sí mismo y está lleno de esperanzas: hay una verdadera esperanza para ti, porque, aunque tu justicia sea como harapos asquerosos, la obediencia perfecta de Jesús te será acreditada, si le recibes como un regalo atesorado y confías en Él.

Por tanto, hoy le traigo una buena noticia, sea que usted no tenga esperanzas y es auto-indulgente, o que usted tenga esperanzas y se sienta justificado por sus propias obras. Jesús vivió y murió por los dos tipos de pecadores. Crea hoy en Él. Confíe en Él como la provisión de Dios para su salvación. Recíbale como el Tesoro de su vida.