Los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios

*Romanos 8:13–17 *

Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El.

Al ir del versículo 13 a los versículos 14-17, hay un nuevo tema que se vuelve dominante, y es uno de los temas más preciosos en la Biblia. El tema es nuestra adopción, que los cristianos somos hijos de Dios. En ninguna parte de libro de Romanos hasta ahora hemos sido llamados hijos de Dios. Pero ahora, las palabras vienen densas y pesadas y llenas de libertad y gozo y amor y esperanza.

Versículo 14: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. Versículo 15: "Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos:¡Abba, Padre!" Versículo 16: "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios" Versículo 17: "y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo. . ."

Así que un tema que no había surgido anteriormente en Romanos, es mencionado ahora en cada versículo de esta unidad. Claramente es un nuevo enfoque, y es algo que necesitamos ver y disfrutar como parte de nuestra gloriosa salvación. Lo que Pablo está haciendo aquí es decirnos algo sobre nosotros los cristianos y sobre quiénes somos y quién es Dios en relación a nosotros. Y ahora nos está diciendo que podemos saber esto sobre nosotros mismos y nos está diciendo qué implica para nuestra experiencia.

Por tanto, tomemos este único versículo y veamos qué tiene que enseñarnos Pablo sobre el Espíritu Santo y sobre nuestra adopción como hijos de Dios. Tomaremos tres versículos y dejaremos el versículo 17, con su énfasis en nuestra herencia como herederos, para la semana que viene, como una especie de transición para el próximo párrafo.

"Matar el pecado por el Espíritu" explicado por "Siendo guiados por el Espíritu"

Primero, entonces, el versículo 14. Pablo lo da como fundamento o base del versículo 13. Dedicamos tres semanas al versículo 13: "Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Mate al pecado o él le matará a usted. Y pusimos mucho énfasis en las palabras "por el Espíritu". "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Y quizás usted recuerde que dije, en un momento, que "por el Espíritu" no significaba que el Espíritu sea una herramienta o un arma que blandimos. El Espíritu es una Persona. ¡Estamos en Sus manos, no Él en las nuestras! Así que matar al pecado "por el Espíritu" significa tener una mentalidad mediante la cual el Espíritu Santo obre para liberarnos del poder del pecado. Y esa mentalidad es la mentalidad de fe en las promesas de Dios, compradas por sangre.

Ahora, para confirmar que estábamos en la pista correcta cuando dijimos que el Espíritu no es un instrumento en nuestras manos, sino que nosotros somos instrumentos en Sus manos, medite en lo que Pablo dice en el versículo 14. Dice: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. El "Porque" significa que está dando el fundamento y explicación para el versículo 13. Así que "por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne" en el versículo 13 es explicado por "guiados por el Espíritu" en el versículo 14, y "viviréis", en el versículo 13, es explicado por ustedes "son hijos de Dios", en el versículo 14. Medite en estos pares un momento conmigo.

"Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. (14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. Pablo reafirma "por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne" con las palabras "guiados por el Espíritu". Así que aquí está nuestra confirmación de que la semana pasada estábamos en el camino correcto: Hacer algo "por el Espíritu" significa ser "guiados" a hacerlo por el Espíritu. Él no es un instrumento en nuestras manos. Nosotros somos un instrumento en sus manos. No le estamos guiando. Él nos está guiando a nosotros. Él no está respondiendo a nosotros. Nosotros somos movidos y guiados por Él.

Por tanto, entonces, ¿qué es ser guiado por el Espíritu en el versículo 14, según su relación con el versículo 13? Es ser movido por el Espíritu a matar el pecado al confiar en la dignidad superior del amor de nuestro Padre. Cuando usted pelea contra el pecado, confiando en Cristo como superior a lo que el pecado ofrece, está siendo guiado por el Espíritu. No saque este versículo de su contexto para hacerlo significar principalmente: "Si soy soy guiado a la universidad correcta, soy un hijo de Dios". O: "Si soy guiado a la esposa correcta, soy un hijo de Dios". O: "Si soy guiado al trabajo correcto, soy un hijo de Dios".

Hay un sentido en cual los hijos de Dios confiarn en el Espíritu para ser guiados en todas estas áreas. Pero ése no es el enfoque de este texto. Este texto dice: haz morir al pecado por el Espíritu, porque "Porque todos los que son [ASÍ] guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. En otras palabras, la evidencia de que somos hijos de Dios es que el Espíritu Santo confirma Su presencia al guiarnos a la guerra contra nuestro pecado. Los hijos de Dios odian el pecado. Los hijos de Dios tienen los valores y prioridades y preferencias y gustos de su Padre. Son de un madero la astilla, por decirlo de alguna forma.

Y comparten estos atributos de Dios su Padre porque tienen Su Espíritu que les guía así. Él les da nuevos gustos y nuevas preferencias y los nuevos valores y los nuevos placeres y las nuevas tristezas. Y así la evidencia de nuestra adopción es: ¿Batallamos contra el pecado en nuestras vidas, o nos sentimos indiferentes al pecado en nuestras vidas?

La promesa de vida está enraizada en que somos hijos de Dios

Ahora note la forma en que se relaciona el otro par de ideas en los versículos 13 y 14. El primer par es "hacéis morir las obras de la carne por el Espíritu" explicado por son "guiados por el Espíritu". El segundo par es "viviréis" en el versículo 13 y "son hijos de Dios" en el versículo 14. "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. Esto muestra que la promesa de vida está enraizada en que somos hijos de Dios.

Usted sabe que tiene vida eterna por que hace morir las obras de la carne por el Espíritu. Ése es el versículo 13. Y usted hace morir las obras de la carne por el Espíritu, porque es guiado por el Espíritu. Ese es el mandamiento entre los versículos 13 y 14. Y ser guiado por el Espíritu muestra que usted es un hijo de Dios. Ése es el versículo 14. Y por tanto, es su estado como hijo de Dios lo que garantiza su vida eterna. Ese es el mensaje del versículo 17: "y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”. ¿Herederos de qué? De la vida eterna y toda la gloria que contiene.

Por tanto, lo que el versículo 14 hace es explicar el "hacer morir" el pecado en términos de "ser guiados" por el Espíritu, y explica "viviréis" en términos de ser hijos de Dios. Y entonces hace que ser guiado por el Espíritu sea la evidencia y demostración de que somos hijos de Dios. Lo que significa que hacer morir el pecado por el Espíritu es la evidencia de nuestra adopción y, por tanto, el camino hacia la vida eterna.

Y Pablo quiere que usted lo disfrute. Él nos dice estas cosas para nuestro gozo y nuestro triunfo sobre las adversidades y temores de la vida. Esto queda realmente claro en el versículo 15.

¿Cómo se relaciona el Espíritu de Dios con nuestra adopción?

El versículo 15 viene ahora para explicar más plenamente cómo se relaciona el Espíritu de Dios con nuestra adopción. Dice (v. 14): "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" Él está respondiendo la pregunta: ¿Por qué es que el ser guiado por el Espíritu muestra que usted es un hijo de Dios? Y está respondiendo la pregunta: ¿Cómo guía el Espíritu?

La razón por la cual la guía del Espíritu demuestra que somos hijos de Dios es que Él es el "Espíritu de adopción". Él es el Espíritu dado a nosotros para confirmar la transacción legal efectuada por el Padre, a saber, la adopción. Escuche lo que dice F. F. Bruce acerca de este término "adopción como hijos" en el mundo romano de los días de Pablo.

"En el mundo romano del primer siglo después de Cristo, un hijo adoptado era un hijo elegido deliberadamente por su padre adoptivo para perpetuar su nombre y heredar su estado; no era, tan siquiera, un poco inferior en estado a un hijo nacido en el curso ordinario de la naturaleza, y bien podía disfrutar más plenamente el afecto del padre y reproducir más dignamente el carácter del padre". (Citado en John Stott, Romans, InterVarsity Press, 1994, p. 232)

Hay docenas de hijos y jóvenes y adultos en esta iglesia quienes han sido legalmente adoptados. Todos son amados por sus padres con un amor profundo, verdadero, inconmovible, tan grande o mayor que si hubieran nacido en esa familia. Y así es como sucede con Dios. Esta realidad de la adopción es una realidad inmensa, firme, legal. Es una realidad profunda, fuerte, sentida de todo corazón.

Cuando el Espíritu Santo es llamado, en el versículo 15, el "espíritu de adopción", el significado es que el Espíritu confirma y hace real en usted esta gran transacción legal de adopción. Si usted ha confiado en Cristo como su Señor y Salvador y Tesoro, entonces es adoptado. Juan 1:12: "A todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre". Si usted recibe a Cristo, es adoptado.

El Espíritu guía al dar lugar al afecto fraternal

Ahora, para sellarlo y confirmarlo y hacerlo real en nuestra experiencia, Dios envía el Espíritu a nuestros corazones. Así es como Pablo lo dice en Gálatas 4:5-6: "[Cristo redimió] a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba, Padre!" El Espíritu es derramado en nuestros corazones para confirmar y hacer nuestra adopción real.

Según el versículo 15, ¿cómo lo hace el Espíritu? Lo hace al reemplazar el temor de un esclavo por el señor, con el amor de un hijo por un padre. "Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" Él está contrastando el temor de un esclavo con el sentimiento de un hijo. La obra del Espíritu Santo en nuestras vidas es cambiar nuestros temores esclavistas por Dios por sentimientos confiados, felices, apacibles por Dios como nuestro padre.

Ahora, relacione éso con la guía del Espíritu en el versículo 14. Esta es la otra pregunta que dije que Pablo responde en el versículo 15: ¿Cómo guía el Espíritu? "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. ¿Cómo es que guía? ¿Cómo nos mueve y capacita para hacer morir las obras de la carne, para matar al pecado? Respuesta: "Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos". El Espíritu no nos guía al darnos un temor esclavista. Nos guía al darnos un afecto familiar. No nos hace matar el pecado al volvernos esclavos que actuamos por temor. Sino haciéndonos hijos que actúan por fe y afecto.

Usted puede obtener mucha conformidad externa con la esclavitud y el temor. Un vietnamita me dijo anoche que así fue. Le pregunté si a la gente en Vietnam le gusta el comunismo. Dijo que no, pero luego añadió: "Ellos tienen armas". Así que si usted tiene armas puede esclavizar y crear suficiente miedo para que haya mucha conformidad externa. Pero eso no es lo que hace el Espíritu Santo para que matemos el pecado.

¿Cómo entonces moldea nuestras voluntades y nos guía a hacer morir las obras de la carne? Lo hace al hacer real en nosotros la verdad de nuestra adopción y la valía de nuestro Padre en el cielo. ¿Cómo lo hace? Lo hace al obrar en dos direcciones: trayendo el amor paternal a nosotros, y llevando nuestros sentimientos de hijos por Dios.

El Espíritu nos guía al traernos el amor del Padre

Ya hemos visto la primera obra del Espíritu en Romanos 5:5. Recuerde cómo dijo Pablo: "y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado". Esta es una experiencia real y actual, no es solo una idea o una promesa futura. Es algo que ocurre en los cristianos: el amor de Dios (es decir el amor de Dios por Sus hijos), es derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo. Este es el Espíritu de adopción haciendo realidad en nosotros el amor de nuestro Padre. Aplicándolo en nosotros para que sepamos que somos amados. Es una experiencia de amor divino. Esa es la primera dirección en que el Espíritu obra para hacer real en nosotros la verdad de nuestra aceptación y la valía de nuestro Padre. Él derrama en nuestras vidas el amor del Padre.

El Espíritu guía al despertar sentimientos de hijos por Dios

La segunda dirección en que el Espíritu obra para guiarnos es despertando nuestros sentimientos de hijos por Dios. A esto es a lo que se refiere la última parte de los versículos 15 y 16. "Habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”.

El Espíritu produce una respuesta en nuestros corazones, hacia el amor de Dios, que clama "¡Abba, Padre!" El testimonio del Espíritu Santo de que usted es hijo de Dios no es un testimonio a un corazón neutral sin sentimientos por el amor paternal de Dios de modo que su corazón neutral pueda llegar a la conclusión lógica de que usted es hijo de Dios, y por tanto debe recolectar algunas emociones apropiadas. Esa no es la imagen. No. El testimonio del Espíritu Santo de que usted es hijo de Dios es la creación, en usted, de sentimientos hacia Dios. El testimonio del Espíritu Santo ES el clamor "¡Abba, Padre!"

Y Pablo usa la palabra "clamamos" y la palabra aramea "Abba" porque las dos señalan hacia una experiencia profunda, afectiva, personal, auténtica del amor paternal de Dios. Él no dijo que el testimonio del Espíritu era afirmar doctrinalmente que Dios es el Padre. El diablo conoce esa doctrina. Las afirmaciones doctrinales, por importantes que sean, no hacen hijos. Lo que dijo fue que el testimonio del Espíritu de que somos hijos de Dios es que de nuestros corazones surge un clamor irreprimible, un clamor, no solo una declaración: un clamor. "¡Abba, Padre!"

Nosotros no inferimos lógicamente la paternidad de Dios partiendo del testimonio del Espíritu. Nosotros disfrutamos emocionalmente la paternidad de Dios por del testimonio del Espíritu. El testimonio del Espíritu no es una premisa de la que podemos deducir que somos hijos de Dios; es un poder por el que nos deleitamos en ser hijos de Dios.

No espere un susurro, ¡mire a Jesús!

Si quiere saber que es hijo de Dios, no ponga su oído al Espíritu Santo y espere un susurro; ponga su oído al evangelio y su mirada en la cruz de Cristo y ore para que el Espíritu Santo le capacite para verlo y disfrutarlo por lo que realmente es. Romanos 5:8: "Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

El testimonio del Espíritu es que cuando miramos a la cruz clamamos "¡Jesús, eres mi Señor!" (1ra a los Corintios 12:3), y "¡Dios tú eres mi Padre!". ¡Así que mire a Cristo! ¡Mire a Cristo!