Usando los dones en proporción a la fe, parte 1

El don de profecía

Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.  Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto" 3 Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.  4Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.  6 Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; 7 si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.

¿A qué se refiere el don de profecía? ¿Cómo se relaciona con las Escrituras? ¿Es este don para ser ejercido en la actualidad? Y, ¿cómo lo usamos "en proporción a la fe"? Estas son preguntas que me gustaría tratar de responder hoy. Nos estamos enfocando en Romanos 12:6: "Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe".

Para responder la mayoría de estas preguntas tendremos que salir de Romanos. Aquí Pablo no discute el significado del don de profecía. Probablemente esto sea significativo. Probablemente signifique que él asumía que la enseñanza acerca de los dones espirituales es parte de lo que los cristianos recibían al comienzo de su caminar con Cristo. Así que si usted no la ha recibido, los siguientes mensajes pueden ser especialmente importantes.

Los Eruditos Cristianos Difieren Sobre Este Tema

Hay buenos cristianos, con sólidas creencias en la Biblia, que difieren sobre el significado de los dones de profecía del Nuevo Testamento. Aun aquellos que se aferran firmemente a un concepto elevado de las Escrituras, como inspiradas e inerrantes (como nosotros), y a una visión de Dios totalmente reformada (como nosotros), difieren. Por ejemplo, Wayne Grudem escribió un libro llamado The Gift of Prophecy in the New Testament and Today, que defiende una perspectiva. Richard Gaffin, escribió un libro llamado Perspectives on Pentecost: New Testament Teaching on the Gifts of the Holy Spirit, que defiende una perspectiva diferente. Así que permítanme tratar de describir estas perspectivas y los argumentos para ellas y entonces darles mi perspectiva y cómo pudiéramos vivir bíblicamente a pesar de este desacuerdo.

Una observación preliminar: asegúrense de no pensar en la profecía solo como predicciones. Es una de las características de los profetas bíblicos, pero no la única. Profecía es tanto decir como predecir. Un profeta del Antiguo Testamento habló por Dios, sea que haya descrito la condición moral del pueblo llamando a arrepentimiento, o haya anunciado la advertencia de juicios por venir.

Richard Gaffin

Ahora medite en las competentes interpretaciones de la profecía del Nuevo Testamento. Richard Gaffin argumenta que la profecía del Nuevo Testamento tiene autoridad divina total y debiera ser pensada como un complemento a lo que escribieron los apóstoles (p. 72) como inspirada e inerrante. Y por tanto, él cree que la profecía ha cesado. Este don aquí en Romanos 12:6 no es válido para hoy. Si lo fuera, entonces sus palabras proféticas para hoy debieran ser copiadas y el Nuevo Testamento sería mayor y mayor con cada revelación fresca.

Wayne Grudem

Por otro lado, Wayne Grudem argumenta que la profecía del Nuevo Testamento no es inspirada de la misma forma que las Escrituras, y no es inerrante. Más bien, es un registro humano de algo que Dios ha traído espontáneamente a la mente. Es diferente de la enseñanza que está basada en un texto escrito de las Escrituras, mientras que la profecía está basada en la impresión inmediata Dios quien está dirigiendo información a nuestros pensamientos que de otra forma no podríamos saber o expresar.

Así, por ejemplo, sería un ejercicio del don de profecía si alguien en un pequeño grupo o en una reunión de oración fuera guiado por Dios a decir: "siento que nuestra iglesia hermana en Shanghái está batallando espiritualmente y está bajo ataque", y al día siguiente viene un email confirmando que así estaba ocurriendo, y que estas oraciones del pueblo fueron contestadas. O fue probablemente el don de profecía el ejercido cuando Charles Spurgeon, mientras predicaba en London, señaló a un joven y dijo: "joven, los guantes en su bolsillo aun no han sido pagados". O cuando dijo en otra ocasión: "hay un hombre sentado allí quien es zapatero; él mantiene su tienda abierta los domingos; estaba abierta el pasado sábado en la mañana. Él tomó nueve peniques, y había cuatro peniques de ganancia en él, ¡su alma ha sido vendida a Satanás por cuatro peniques!" 1 . Las dos palabras probaron ser ciertas y trajeron arrepentimiento.

O, bajo esta definición del don de profecía, quizás fue el don de profecía el que se manifestó el pasado domingo cuando señalé hacia el Centro Minneapolis y dije (sin que estuviera en mis apuntes): "un estudio bíblico en piso 36 de la IDS Tower con hombres de negocio ricos no es un ministerio de misericordia, pero es crucial, y valioso, y necesario". Una mujer se me acercó después del servicio con gozo en su rostro diciendo que ella estaba de visita esa mañana y justamente esa semana había tenido una reunión con hombres de negocio ricos en el piso 36 de la IDS Tower acerca de una posibilidad ministerial y ella vino buscando ánimo en su empresa. Ella lo tomó como una exhortación de ánimo del Señor.

Ahora, ya he señalado con mi mano que creo que Grudem está en lo correcto acerca del significado de la profecía del Antiguo Testamento. Pero quiero decir aquí, al comienzo, que aun si él estuviera equivocado acerca de este tipo de profecía para el Nuevo Testamento, la experiencia aun pudiera ser válida, y nosotros simplemente no le llamaríamos don de profecía. Es lo que Vern Poythress argumenta en un artículo muy útil en el Journal of the Evangelical Theological Society. 2

La Evidencia del Nuevo Testamento

Miremos por tanto la evidencia del Nuevo Testamento. Solo voy a puntualizar. Si quieren ver todos los argumentos, entonces vaya a los libros de Grudem y Gaffin, o vayan al sitio de DG y vean mis series "Compassion, Power, and The Kingdom of God". Otro libro muy útil es Graham Houston, Profecy: ¿A Gift for Today? (Esta es una defensa más simple y más accesible de la posición básica de Grudem).

Primero, aquí hay algunos argumentos para tratar el don de profecía como válido para hoy, basados en algo que Dios trae a la mente, pero que no necesariamente es registrado o comprendido infaliblemente.

En Hechos 2:17, Pedro explica el evento de Pentecostés citando al profeta Joel:

Y sucederá en los últimos días —dice Dios— que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.

Así que aquí tenemos una declaración de cómo serían los últimos días (¡nuestros días!). Parece que la profecía no será tanto un oficio como una experiencia esparcida entre hombres y mujeres.

En 1ra a los Corintios 14:1-4, Pablo dice a toda la iglesia:

Procurad alcanzar el amor; pero también desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis. 2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios. 3 Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación [es lo que se espera que haga el don de profecía]. El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia.

Esto ciertamente suena como profecía, no es la prerrogativa de un grupo escogido de fundadores autoritativos de la iglesia, sino del cuerpo en general. Y el ministerio de profecía es simplemente descrito como edificante, exhortador, y consolador.

1ra a los Corintios 14:29-32 dice:

Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen.  30Pero si a otro que está sentado le es revelado algo, el primero calle. Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 32 Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas.

Aquí hay dos verdades cruciales que son dichas: una es que la profecía está basada en una "revelación". Versículo 30: "Pero si a otro que está sentado le es revelado algo,    el primero calle". Por esta razón digo que el don de profecía está basado en algo que Dios trae a la mente. No es exactamente lo mismo que la enseñanza, que está basada en la exposición de un texto. Está basada en lo que Dios trae a la mente, algo más inmediato.

Pero entonces, el versículo 29 dice: "los demás juzguen (diakrinetosan)" ¡Esto es muy interesante! No enfoca la atención a si la persona que habla es un "verdadero profeta" o no. No dice lo que dijo Jesús: "Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:15-16).  Se enfoca en lo que se dice. Y la idea es: véanlo con escepticismo afable. Lo digo porque la palabra (juzguen: diakrinetosan), regularmente tiene esa connotación. En otras palabras, verifiquen, valoren. Lo que significa que el don de profecía, en la manera en que Pablo recomendaba su uso más amplio no tenía una autoridad decisiva, suprema. Las Escrituras sí. Las mismas palabras inspiradas de Pablo eran decisivas, y no cualquier reclamo de revelación divina a través del don de profecía. "Si alguno piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo es mandamiento del Señor. 38Pero si alguno no reconoce esto, él no es reconocido" (1ra a los Corintios 14:37).

Encontramos la misma situación en 1ra a los Tesalonicenses 5:20-21: "no menospreciéis las profecías. 21Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno”. En otras palabras, parece como si parte de lo que viene por medio de las profecías fuera bueno (aférrense a eso), y otra parte no lo fuera (déjenlo ir). En otras palabras, el don de profecía no está en la misma categoría que las Escrituras. Está por debajo de las Escrituras y es probado por las Escrituras, y es sabiduría espiritual informada en las Escrituras.

En 1ra a los Corintios 13, Pablo advierte contra el uso inadecuado de los dones, cuando se utilizan sin amor. En los versículos 8-10 dice: "El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. 9Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará". En el contexto, la llegada de "lo perfecto" es casi seguramente la segunda venida de Cristo, porque el versículo 12 dice: "Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido". Esto ocurrirá en la segunda venida de Cristo. La implicación entonces, es que los dones de profecías, y lenguas, y conocimiento, parciales e imperfectos, permanecerán hasta el retorno de Cristo.

Una última observación sobre esta perspectiva: 1ra a los Corintios 14:1 dice a la iglesia: "Procurad alcanzar el amor; pero también desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis”.  Así que a todos se nos dice que deseemos profetizar ardiente y especialmente.  Esta exhortación no tendría sentido, me parece a mí, si el don solo se aplicara a un grupo limitado de hombres que hablaran con un nivel de autoridad semejante al de las Escrituras. Pero tendría muchísimo sentido si la profecía fuera un don que cada creyente pudiera usar para ofrecer intuiciones guiadas por el Espíritu que Dios trajera a la mente para el bien de los demás.

Así que por estas razones estoy persuadido de que el don de profecía es válido para hoy y no tiene la misma autoridad que las Escrituras, pero es valioso como una expresión guiada por el Espíritu, de algo que de otra manera no pudiera saberse o decirse, que es poderosa para un momento específico y trae convicción o exhortación, o consolación para avivar o edificación de la fe. No debiera asustarnos como si fuera algo incontrolable, debiera ser tratado como cualquier reclamo de discernimiento. Es falible. Puede probarse cierta y pudiera no poder probarse cierta, porque el canal humano es pecaminoso, falible, y finito (vea Poythress, pp. 85-88 para recibir ayuda en este sentido).

Dos Objeciones Significativas

Ahora, aquellos que se oponen a este punto de vista señalan al menos dos problemas significativos. Y son significativos. No les resto importancia. Uno proviene de 1ra a los Corintios 12:28. Allí Pablo enumeró algunos dones espirituales y pone la profecía al frente de la enseñanza, después del apostolado. "Dios ha designado: primeramente, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego, milagros; después, dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversas clases de lenguas" ¿Por qué la profecía viene después del apostolado y antes de la enseñanza, si no tiene más autoridad que la enseñanza? Buena pregunta. Respuesta: No lo sé. Creo que yo pudiera sugerir algunas suposiciones plausibles, pero este no es el lugar para eso. Es que no pienso que el simple orden de estas palabras pueda demoler todas las demás observaciones que hemos hecho.

La segunda objeción proviene de Efesios 2:20. Aquí Pablo dice que la iglesia está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular". Este pasaje no se refiere a los profetas del Antiguo Testamento, porque Pablo utiliza la misma frase unos pocos versículos después: "[El misterio de Cristo] no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu" (3:5). Así que Pablo parece estar diciendo que el fundamento autoritativo de la iglesia, son los apóstoles y profetas. Así pareciera poner el don de profecía del Nuevo Testamento en la categoría de un discurso autoritativo, fundacional, no en la categoría de un discurso, valioso, pero falible.

Mi respuesta sería sugerir, con Graham Houston y Wayne Grudem, que el término apóstoles y profetas pudiera referirse a un grupo, no a dos, de llamados apóstoles, quienes también eran profetas. Como decimos, Noël es esposa y madre. No se refiere a dos Noëls, sino a dos maneras de describir a una Noël. U otro ejemplo es la manera en que Efesios 4:11 utiliza el término "pastores y maestros", no son dos grupos, sino uno solo. Un grupo que es de pastores que son maestros. El resultado, entonces, a partir de Efesios 2:20, sería que los apóstoles que son profetas son los maestros fundadores de la iglesia, con Cristo mismo como piedra angular.

Esas serían mis respuestas a esas objeciones. Pero puedo ver los problemas, y siento su fuerza. Algunos de usted probablemente discrepan conmigo. Y estoy seguro de que muchos de ustedes son nuevos en esto y no saben todavía qué pensar. No necesitamos estar de acuerdo en cómo llamar a esta experiencia de la "profecía".

Aspiraciones Comunes

Veamos si podemos tener estas aspiraciones comunes juntos, aun si algunos lo llaman don de profecía y otros no. Volvamos a Romanos 12:6 y tomemos el mandamiento de usar el don de profecía "en proporción a la fe".

1. La Exaltación de Cristo

Utilizar el don en proporción a la fe, significará que lo usemos para exaltar a Cristo. Es lo que hace la fe. En la práctica, significa que mientras inclino mi cabeza antes de entrar a este púlpito pido el don de profecía. Es decir, digo (y ustedes pueden hacerlo en su grupo pequeño, mientras manejan hacia allá): "Señor, trae a mi mente pensamientos y palabras, más allá de mi preparación, que tendrán el mayor efecto para la gloria de Cristo. Trae a mi mente aplicaciones y discernimiento y palabras, además de las que tengo preparadas, para que penetren los corazones endurecidos y convenzan, y a otros los animen, consuelen, y guíen. Sí, creo que ya en mi preparación tú me has dado discernimiento edificador. Ahora solo estoy pidiendo que al don de enseñanza, le añadas el don de profecía". Yo oro de esa manera y ustedes lo pueden hacer también.

2. Humildad y Sencillez

Utilizar el don en proporción a la fe significa que lo utilizaremos con humildad y sencillez. Es decir, no hablaremos la palabra profética con ningún reclamo de autoridad divina, sino con un reclamo humilde de iluminación que ofrecemos para ser probada. Pero la fe no es cobarde. Su humildad no es silenciosa. Dice. Dice la palabra áspera o tierna. No dice: "El Señor me dijo que te dijera. . .", sino "siento (o pienso) que el Señor quiere que nosotros (o tú). . .". Así da lugar al examen que la Biblia manda.

3. El Amor como la Medida de lo que Decimos

Finalmente, utilizar el don en proporción a la fe significa que convertiremos al amor en la medida de lo que decimos, porque la fe "obra por amor" (Gálatas 5:6). Una vez, una mujer me profetizó que mi esposa embarazada me daría una hija, no un cuarto hijo, y que mi esposa moriría en el parto. No era una profecía que ayudara. No tenía propósito. Y, como ustedes saben, demostró ser falsa. El amor no gobernaba el uso de ese don. No es así como la fe salvadora utiliza los dones.

Concluyendo

Por tanto, concluyendo, escuchemos aquella gran palabra de Pablo en medio de su debate sobre los dones espirituales:

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.  Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. (1ra a los Corintios 13:1-2).

Utilizar el don de profecía en proporción a la fe significa: "Úselo para amarnos y edificarnos unos a otros en fe para la gloria de Cristo".


1 Vern Poythress, “Modern Spiritual Gifts as Analogous to Apostolic Gifts: Affirming Extraordinary Works of the Spirit Within Cesssationist Theology,” en Journal of the Evangelical Theological Society 39/1 (Marzo, 1996): 85.

2 Ibíd.