Hemos hallado al Mesías

De los cientos de temas en que un predicador pudiera enfocarse en el evangelio de Juan, en mi selección yo estoy fuertemente influenciado por Juan 1:14-16: "Y el Verbo  [este es el Verbo eterno, quien es Dios, Juan 1:1] se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.  . . . Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia".

Creo que este evangelio fue escrito por el testigo Juan para que, mediante su testimonio inspirado, pudiéramos unirnos a él en el "vimos" del versículo 14. "vimos su gloria". Es la gloria del unigénito de Dios, es decir, del único que es en sí mismo la misma sustancia o esencia del Padre, verdadero Dios del verdadero Dios, la imagen y el resplandor del Padre quien es eternamente engendrado, no creado, por el Padre.

Y esta gloria de Jesús quien es Dios encarnado, está llena de gracia y verdad, y nosotros recibimos gracia cuando vemos su gloria. Versículo 16: "Pues  de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia".

Siete Destellos de la Gloria del Hijo de Dios

Así que ha medida que estudio este evangelio, mis selecciones acerca de qué decirles están gobernadas en gran medida por esto: ¿Qué mostrará la gloria del unigénito del Padre en este texto? Y, ¿cómo es que viéndola nos dará gracia?

Por tanto, esto es lo que hoy estaré preguntando a medida que caminamos a través de Juan 1:35-51. Veo, al menos, siete formas en que Juan quiere que veamos la gloria de Jesús, y recibamos más gracia.

1. Jesús es la Meta del Ministerio de Juan el Bautista

Primero, solo brevemente (como ya hemos visto muchas veces) Juan muestra que Jesús es la meta del ministerio de Juan el Bautista. Versículos 35-37: "Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que pasaba, y dijo: He ahí el Cordero de Dios. Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús".

Estos eran discípulos de Juan. Y repentinamente desaparecen. Siguen a Jesús. Esto es muy humillante para Juan. Sus seguidores y su ministerio están desvaneciéndose. Y Jesús un día será llamado el líder de 2.1 billones de personas en todo el mundo. La meta del ministerio de Juan era llamar nuestra atención a la superioridad de Jesús.

Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de El.  El que tiene la novia es el novio,  pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio.  Y por eso, este gozo mío se ha completado.  Es necesario que El crezca, y  que yo disminuya. (Juan 3:28-30).

La meta del ministerio de Juan es que Jesús crezca. Ese es el primer puntero hacia la gloria de Jesús en este pasaje.

2. Jesús es el Cordero que quita el pecado.

Segundo, Jesús es seguido como "el Cordero de Dios", el que quita el pecado del mundo. Juan ya había dicho en el versículo 29: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Llamar a Jesús el Cordero de Dios significó que finalmente, en el clímax de la historia de Israel, Dios estaba enviando el sacrificio final por el pecado que terminaría con todos los demás sacrificios. Jesús moriría en nuestro lugar de la misma forma en que el Cordero era sacrificado en el Antiguo Testamento, en lugar del un pecador.

Pero hay mucho más implícito aquí. La relación entre los versículos 36 y 37 significa que los discípulos de Juan el Bautista dejaron a Juan y siguieron a Jesús porque Jesús es el que quita el pecado. Versículo 36, Juan dijo: "He ahí el Cordero de Dios”. Y entonces, en el versículo 37, los dos discípulos "le oyeron hablar, y siguieron a Jesús". Esto significa que el discipulado es primera y mayormente la necesidad expresa de un Salvador de nuestros pecados.

No los Justos, sino los Pecadores

En otras palabras, seguir a Jesús no es heroico. Le seguimos no como los valientes de David le siguieron para servirle y protegerle como su honrado soberano. No. Le seguimos como una oveja sigue al pastor, porque necesitamos ser protegidos. Necesitamos que nuestros pecados sean perdonados. Somos débiles, y él es fuerte. Somos necios, y él es sabio. Estamos hambrientos, y él es el pan. Estamos sedientos y el es el agua viva.

El punto de conexión entre los versículos 36 y el 37 es que seguir a Jesús dirige la atención hacia su fuerza, no la nuestra. Hacia su bondad, no la nuestra. Hacia su sabiduría, no la nuestra. Jesús lo dijo con claridad: "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos;  no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17). Los dos discípulos de Juan le abandonaron y siguieron a Jesús porque Jesús es el Cordero de Dios. Ellos son pecadores.  Y él es quien quita pecados.

Esto es parte de la plenitud de su gloria divina, y por esta razón su gloria está llena de gracia y verdad. Esta gracia viene ahora mismo a ustedes. Oro para que ustedes la reciban.

3. Jesús es el Dador de la Visión Espiritual

Tercero, Jesús es el dador de la visión espiritual.

Versículos 38-39:

Jesús se volvió, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que traducido quiere decir, Maestro), ¿dónde te hospedas?" El les dijo: "Venid y veréis." Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con El aquel día, porque era como la hora décima [es decir, cerca de las cuatro de la tarde, la décima contando desde las 6 a.m.].

Aquí comenzamos a ver los significados a diferentes niveles de algunas de las sencillas frases en Juan. Regularmente, en este evangelio, la gente está hablando a un nivel físico, y Jesús está hablando su lenguaje y guiándoles a un nivel espiritual más profundo, utilizando el mismo lenguaje. Por ejemplo:

  • Nicodemo está hablando acerca del nacimiento físico, y Jesús está hablando acerca del nacimiento espiritual (John 3:3-8).
  • Y la mujer en el pozo está hablando acerca de agua del pozo físico, y Jesús está hablando acerca de agua espiritual que él dará (John 4:7-14).
  • Las multitudes pidieron pan físico, pero Jesús dijo que él era el pan vivo (John 6:30-51).
  • Los fariseos lidiaron con un hombre a quien se le había dado visión física en Juan 9, y Jesús habla de la visión espiritual. Versículo 39: "Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos”.

Así que cuando Jesús dice en Juan 1:38: "¿Qué buscáis?", estaba preguntando algo más profundo que lo que ellos pensaron. Había personas que seguían a Jesús, buscando algo equivocado. En Juan 6:26, él dice: "me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado". Así que aquí está preguntando a los discípulos de Juan: “¿qué buscáis?". Creo que él les haría a ustedes la misma pregunta. ¿Qué están buscando?

Ellos no llegan a ese nivel. Simplemente dicen (en el versículo 38): "¿dónde te hospedas?", estamos buscando tu dirección. Como siempre, Jesús es paciente con este tipo de respuesta, y les da otra oportunidad. Solo que esta vez no es una pregunta; es un mandamiento y una promesa. Versículo 39: "Venid y veréis". En un nivel, pudiera simplemente querer decir: Ustedes verán dónde me hospedo. Pero en la mente de Jesús y en la mente de Juan esto significa: si verdaderamente vienen a mí, verán la realidad espiritual. Tendrán visión espiritual.

Buscando a Jesús, Encontrando a Cristo

Venir a Jesús en el evangelio de Juan significa una y otra vez encomendarse a Jesús, y recibir sus promesas (5:40; 6:35,37, 44; 7:37). Así que ellos vienen a él, y se quedaron con él el resto del día. Los siguientes dos versículos (40-41) muestran que ellos realmente han visto. "Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro.  El encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir, Cristo)".

Jesús comenzó la relación interpersonal diciendo: "¿Qué buscáis?" (versículo 38). Y ahora escuchamos a Andrés decir a su hermano: "Hemos hallado al Mesías". Al principio, ellos solo estaban buscando donde quedarse. Entonces, como vinieron a él y dedicaron tiempo con él, vieron. La idea es que si usted viene a Jesús, usted ve. Ve la realidad espiritual. Ve la llave que muestra el significado supremo de todas las cosas.

Esta es la gloria del Hijo de Dios. Esta es la gracia que recibimos.

4. Jesús es el Mesías.

Cuarto, Jesús es el Mesías. Versículo 41: "El [Andrés] encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir, Cristo)". La próxima vez diremos algo más sobre esta afirmación. La gloria del unigénito de Dios es la gloria del Mesías, el esperado por Israel durante tanto tiempo.

5. Jesús Puede Cambiar Nuestra Identidad

Quinto, Jesús tiene la autoridad para cambiar nuestra identidad. Versículo 42: "Entonces [Andrés] lo trajo [a su hermano Simón] a Jesús.  Jesús mirándolo, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan;  tú serás llamado Cefas (que quiere decir: Pedro)".

No hay explicación en el evangelio de Juan a por qué Jesús cambió el nombre de Simón a Cefas (arameo), es decir Pedro (griego), no hay una explicación como en Mateo 16:18 donde dice que Pedro significa roca y tú edificarás mi iglesia. Esa no es la idea. La idea aquí es: Jesús tiene autoridad para darle a usted el nombre que le plazca, y al darle un nombre determinará el destino de usted. El mensaje es la gloria de Cristo, no la gloria de Pedro.

Una Identidad dada por Jesús

Y la verdad es que Jesús hace lo mismo por todos nosotros. Jesús dice en Apocalipsis 2:17: "Al vencedor  [y el poder que vence es la fe, 1ra de Juan 5:4] le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe”.

No pierda de vista el énfasis sobre la autoridad implícita en lo que Jesús hace aquí en Juan 1:42. "Tú eres Simón  tú serás llamado Pedro". Punto. No dice "si te gusta", o " si funciona". Esta es la autoridad absoluta de Jesús para escoger a Simón y nombrar a Simón y determinar el destino de Simón.

Y no hay identidad para su vida mejor que la que Jesús le asigna. Recibimos gracia sobre gracia de su plenitud de autoridad.

6. Jesús Puede Ordenar la Lealtad

Sexto, Jesús tiene autoridad unilateral para ordenar la lealtad. Versículo 43: "Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea,  y encontró a Felipe, y le dijo: Sígueme”.

Fíjese cómo se desarrollaron los eventos. En los versículos 36-37, Juan el Bautista hace el pase de la pelota al decir: "He ahí el Cordero de Dios", y sus discípulos siguen a Jesús. Pero aquí en el versículo 43, Jesús simplemente dice a Felipe: "Sígueme". Jesús ahora está tomando la iniciativa.

Él Escoge Primero

Así que vemos al unigénito de Dios asumiendo la autoridad que tiene para ordenar la lealtad unilateralmente. Y más tarde, dirá a sus discípulos: "Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros" (Juan 15:16). No cometa el error de pensar que usted no tiene que escogerlo a él. Tiene que hacerlo. Pero lo que Jesús está diciendo es: Cuando ustedes me escogen (que verdaderamente vienen a mí, y me reciben como Cordero y Pan y Agua y Pastor) entonces sabrán que yo los he escogido primero. "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final" (Juan 6:44). "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera" (Juan 6:37).

Así que la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad, es gloriosa como la de aquel que dice con toda la autoridad a Felipe: "Sígueme".

7. Jesús nos Conoce por Dentro y por Fuera

Siete: Jesús conoce nuestra condición interna y externa. Versículos 45-48:

Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José." Y Natanael le dijo: "¿Puede algo bueno salir de Nazaret?" Felipe le dijo: "Ven, y ve" [aquí está el mismo par que aparecía en el versículo 39].  Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: "He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño." Natanael le dijo: "¿Cómo es que me conoces?" Jesús le respondió y le dijo: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi".

Él Conoce Nuestras Circunstancias

Jesús conoce dos tipos de cosas acerca de Natanael. Sabe qué está le ocurriendo por dentro, y sabe qué le ocurre por fuera. Lo primero que Jesús dice es: "Eres un hombre sin engaño". Esa es una verdad acerca de su interior. Y lo segundo que dijo fue: "mientras estabas fuera de mi vista, te vi. Estabas bajo una higuera cuando Felipe te encontró". Esa es la verdad acerca de su exterior. Natanael queda atónito y dice en el versículo 49: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios,  tú eres el Rey de Israel”.

Es una gran gracia para nosotros que Jesús, hoy, como el Hijo de Dios, y Rey de Israel, conozca nuestra condición interna y externa. Si usted está solo, y está en problemas, y nadie sabe lo que le está sucediendo, Jesús lo sabe. Usted nunca estará en una situación donde Jesús no esté totalmente consciente de lo que ocurre en su vida. Y si usted cree que él le ama y que él es más fuerte que cualquier fuerza en el mundo, aun que los terroristas en Mumbai, o que todos los terroristas combinados del mundo, entonces el hecho de que él conozca sus circunstancias es una gran gracia.

Él Conoce Nuestro Corazón.

Quizás sea aun más dulce saber que él conoce nuestra condición interior. Cuando Felipe dijo a Natanael en el versículo 45 que Jesús era de Nazaret, Natanael respondió bruscamente desde su corazón sin fingimiento (en el versículo 46): "¿Puede algo bueno salir de Nazaret?" ¿Qué podría pensar Jesús de eso?

Jesús dice en el versículo 47: "He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño". No creo que esa sea una declaración repentina y fuera de contexto. Creo que Jesús dijo: Ahora, aquí tenemos a uno que dice las cosas como son. Lo que ves es lo que es. No tiene dos caras. No le gusta Nazaret; quizás eso no sea bueno. (Jesús no está comentando acerca del que Natanael no tenga pecado), pero al menos no es un hipócrita. No es engañoso. Jesús lo supo a partir del corazón de Natanael (su vida interior), antes de siquiera haberlo conocido personalmente.

Jesús Comprende

He estado pensando un buen rato, recientemente, acerca de cuán bueno es que Jesús conozca mi condición interna. Él la conoce mejor que cualquiera de ustedes. Mejor que Noël. Mejor que yo. Les digo cómo esto ha significado mucho para mí recientemente.

Ustedes conocen el viejo canto espiritual afro-americano "Nadie Conoce Las Pruebas que he Vivido". Hay dos maneras en que usted puede hacer esa afirmación. Una es: Nadie ha experimentado mis circunstancias. Eso probablemente no sea cierto. Pero la otra es: Nunca alguien ha sido yo en estas circunstancias. Nunca alguien ha tenido mis debilidades y mis pecados y mis experiencias en este momento de dolor, o ira, o deseo. Y no solo nadie ha sido yo en esta experiencia, sino que nadie puede ser yo. Nadie puede conocer esta situación. Y cuando pienso en ello, me asusto de cuán solo estoy en esta pena particular, o ira, o deseo. Las circunstancias pudieran ser tan antiguas como el mundo. Pero mi experiencia de ellas es absolutamente única.

Y entonces pienso: No, no estoy solo en esta experiencia. Jesús conoce mi corazón, y mi mente, y mi cuerpo, y todo acerca de mí. Y entonces viene una sensación de alivio porque este dolor absolutamente único, que nadie más puede compartir, Jesús lo comprende total, plena, y absolutamente.

Viendo la Gloria, Recibiendo la Gracia

Hemos visto su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

  • La gloria de ser la meta del ministerio de Juan Bautista.
  • La gloria de ser el Cordero de Dios quien quita nuestro pecado.
  • La gloria de ser el dador de la visión espiritual.
  • La gloria de ser el Mesías.
  • La gloria de ser el que cambia nuestra identidad.
  • La gloria de ser el único que unilateralmente ordena nuestra lealtad.
  • La gloria de conocer nuestra condición externa e interna.

Y de la plenitud de esta gloria, hemos recibido gracia sobre gracia.