Un cuento de hadas peligroso para futuras esposas

De niñas pudimos haber pretendido ser una damisela en problemas- secuestrada por un dragón que escupe fuego, y salvadas por un caballero de armadura brillante. Crecemos y dejamos de pretender, pero como mujeres todavía tendemos a inclinarnos por libros y películas románticas.

Lo que más nos gusta de un cuento de hadas romántico es el final feliz. No importa los altos y bajos, el chico y la chica siempre llegan al final y alcanzan la felicidad romántica. Es tan nítido, limpio y perfecto. Sin embargo, los libros y películas románticas son sólo pretensiones. Sus historias nos entregan un cuento de hadas moderno: el sueño americano que viene con una carrera exitosa, dos hijos (un niño y una niña, por supuesto), un esposo fiel y devoto, buena salud, y una abundancia de riquezas y posesiones materiales.

¿Pero qué sucede cuando la realidad no se alinea con nuestras esperanzas y sueños? ¿Y qué tal si la verdadera historia de nuestra vida y matrimonio nos decepcionan? ¿Es nuestro caballero de armadura brillante el que pensamos que era cuando nos casamos con él? ¿Puede él salvarnos del dragón?

Los casados no han llegado

El problema con trasladar un cuento de hadas a nuestra vida personal es nuestras expectativas poco realistas. Queremos el final feliz en nuestra propia vida, y creemos que el matrimonio será esa bendición. Esperamos el final feliz – a veces incluso lo exigimos. Todas tenemos una historia romántica en la cabeza de cómo sería la vida de casada, pero con el tiempo vamos a descubrir que este mundo de fantasía no se corresponde con la realidad. Nuestros nobles y frágiles sueños y esperanzas se rompen. Somos lastimadas y confundidas por el pecado de nuestro esposo (y por los nuestros). Nunca nos dimos cuenta de que el matrimonio podría ser tan difícil.

Nos encantan los libros y películas románticas – el cuento de hadas – porque nuestra propia vida amorosa puede ser una decepción. Tontamente pensamos que por fin hemos “llegado a la meta” cuando pasamos de solteras a casadas. Pero Dios sabe que apenas hemos comenzado. Tenemos que empezar a ver el matrimonio a través de un género diferente: una película de guerra.

Bodas en tiempos de guerra

Todos necesitamos una mentalidad de tiempo de guerra en el campo de batalla del matrimonio. Cuando vamos más allá de las decisiones del vestido de novia, las flores y las opciones de comida, enfrentamos las decisiones diarias de vivir nuestros votos matrimoniales. La dulce dicha romántica probada en nuestro día de bodas es una parte real del matrimonio – temporadas y momentos que deben ser atesorados – pero son las duras batallas peleadas y ganadas con la gracia que sustentan un matrimonio.

Ya sea que estemos conscientes de ello o no, la batalla comienza, no termina, cuando hacemos nuestros votos. Nuestros deseos pecaminosos se levantarán como un dragón que escupe fuego por la boca. Satanás lanzará su granada de mentiras a nuestros pies. Tendremos que cuidar dónde pisamos para que no activemos las bombas explosivas ocultas en nuestros propios hogares. Muchas veces son nuestras expectativas poco realistas en el matrimonio que nos ciegan para ver las balas que están volando a nuestro alrededor. Hay que dejar al lado el cuento infantil de hadas y pedir a Dios que nos abra los ojos ante la guerra espiritual en nuestro matrimonio, la batalla en la que debemos luchar por fe.

La esperanza de Satanás para tu matrimonio

Satanás quiere destrozar la imagen hermosa del Evangelio en el matrimonio: la representación del amor sacrificial de Cristo por su novia, la iglesia. El enemigo no se detendrá ante nada para destruir cualquier imagen o reflejo de Cristo en este mundo. Él sabe que las expectativas irreales en el matrimonio podrían ayudarlo para matar lo que Dios ama. Entonces, trata de engañarnos minimizando la intención de Dios para el matrimonio.

Satanás quiere que pensemos que el matrimonio es para satisfacer nuestras necesidades y deseos no realizados, vivir el sueño que se vende en las novelas románticas, tachar algo de la lista, o, finalmente, conseguir estabilizar nuestras vidas. Él poco a poco, suavemente nos va adormeciendo hacia un sueño apático para que nos conformemos con menos. Debemos despertar y ver cómo nuestras expectativas irreales establecen un estándar demasiado bajo. Nuestros deseos son demasiado pequeños cuando ponemos nuestra mayor esperanza en nuestro esposo o en el matrimonio mismo. Nuestras expectativas deben aumentar a medida que Dios utiliza nuestras expectativas insatisfechas – y la decepción y el daño resultantes – para guiarnos hacia Él mismo. El matrimonio es un camino que nos lleva hacia un destino mayor: Dios mismo.

Una historia de amor más grande que el matrimonio

Ya ves, realmente deseamos el cuento de hadas en vez de la película de guerra, porque en el fondo sabemos que es verdad. Sabemos que hay un caballero de armadura brillante que va a matar al dragón por nosotros, que va a superar todos los obstáculos y ganar la guerra, que nos buscará en nuestra dificultad y nos salvará. Como el príncipe de Blanca Nieves, cuyo beso trajo a la princesa de vuelta a la vida, Dios nos da el beso divino de la vida a través de Jesús.

Nuestro caballero de armadura brillante es un carpintero de Belén; y Él nunca nos decepciona. Creemos que nuestro matrimonio está diseñado para acomodarnos a nosotros y a nuestros pequeños deseos terrenales, pero nuestros matrimonios son realmente parte de una historia más grande que Dios está contando a través de su Hijo. Nuestras expectativas deben ser moldeadas mientras atesoramos a Cristo. Sólo entonces podremos dejar de pretender y entonces accionar en una mentalidad de tiempo de guerra hacia el matrimonio.