Cuatro formas de combatir el pecado sexual

El pecado sexual va en contra de lo que Dios diseñó para los humanos. La Biblia nos enseña esta lección en Proverbios 5 cuando el sabio le alerta al joven casado sobre el adulterio.

Puede que no seas joven, casado, o un hombre, pero la sabiduría en este texto se aplica a ti tanto como a cualquier otra persona. Cometer adulterio con una mujer no es la única forma de pecado sexual, pero sigue un patrón común a todos. Escuchar este pasaje nos ayudará a todos. A medida que leemos el pasaje, se nos presentan cuatro pasos que necesitamos para evitar el pecado sexual.

1.Huir de la tentación

El autor nos exhorta a escuchar:

Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, inclina tu oído a mi prudencia, para que guardes la discreción, y tus labios conserven el conocimiento. Porque los labios de la extraña destilan miel, y su lengua es más suave que el aceite. Proverbios 5:1-3 (LBLA)

El pecado sexual normalmente es atractivo. Tiene cierto encanto que invita y atrae con un discurso seductor y suave. También es adictivo: "De sus propias iniquidades será presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado". (Proverbios 5:22) Al igual que el apetito, cuanto más alimentes el pecado sexual, más aumentará. Cuanto más nos comprometamos, más sentiremos que lo necesitamos, más fácil será hacerlo, y más difícil será detenerlo.

Entonces necesitamos huir.

Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y no os apartéis de las palabras de mi boca. Aleja de la extraña tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;. (Proverbios 5:7-8)

Huir del pecado sexual significa hacer todo lo que podamos para evitarlo. Para alguno de nosotros, significará restringir lo que vemos en Internet, o no ver determinados programas de televisión, o ser más cuidadosos en los eventos sociales a los que asistimos, o acabar una relación (aunque sea la persona más importante para nosotros), o cambiar de trabajo.

Si cualquiera de estas opciones parece una exageración, escucha nuevamente cómo termina: "Morirá por falta de instrucción, y por su mucha necedad perecerá". (Proverbios 5:23). El pecado sexual es atractivo y adictivo, y esta es una combinación letal. Cada acción y sacrificio merece la pena.

2. Considera el futuro

El autor quiere que veamos todo lo que resulta al final: "y al final te lamentes, cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido". (Proverbios 5:11). El pecado sexual tiene sus consecuencias. Podemos hablar de estas cosas como una "aventura" o «cosa de una noche", pero en realidad, estos pecados no son tan fáciles de contener.

Aleja de la extraña tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; no sea que des tu vigor a otros y tus años al cruel; no sea que se sacien los extraños de tus bienes, y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero. (Proverbios 5:8-10)

El pecado sexual parece muy atractivo ahora, pero a la larga todo se ve diferente: Y dirás: "¡Cómo he aborrecido la instrucción, y mi corazón ha despreciado la corrección! No he escuchado la voz de mis maestros, ni he inclinado mi oído a mis instructores." (Proverbios 5:12–13). Los sabios consideran su final antes de llegar ahí.

3. Defiende tu matrimonio

El joven casado necesita ver cuán positivamente sobrecogedor es disfrutar plenamente la sexualidad en el matrimonio.

Bebe agua de tu cisterna y agua fresca de tu pozo. ¿Se derramarán por fuera tus manantiales, tus arroyos de aguas por las calles? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre. (Proverbios 5:15–19)

La Biblia no se avergüenza del placer del sexo en el matrimonio. Algunas imágenes dejan poco libre a la imaginación. Pozo y manantial, los dos son imágenes de la sexualidad femenina, como la fuente es de la sexualidad masculina. No nos deberíamos sorprender con este tipo de imágenes en la Biblia. Dios es quien diseñó la sexualidad humana, con la intención de que el esposo y la esposa lo disfruten en su unión sexual.

Este pasaje se dirige a un hombre ("su amor te embriague para siempre"), y también se habla desde su perspectiva. Pero es igualmente cierto en cómo la mujer es maravillada y seducida por el deseo sexual de su marido. Pablo lo aclara en el Nuevo Testamento:

Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. (1 Corintios 7:3-4)

Pero hay una seducción alternativa que se nombra: "¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extraña, y abrazar el seno de una desconocida?" (Proverbios 5:20). Puede parecer excitante y vertiginoso como la plenitud romántica en el matrimonio, pero sabemos lo devastador que puede ser caer en el adulterio. Puede romper toda una vida, emocional, física, espiritual y económicamente.

Así que tenemos que trabajar en nuestras vidas sexuales. Y, probablemente no haga falta decir que si no se invierte en una relación de matrimonio como un todo, más difícil se hará invertir en una vida sexual saludable. Hay que trabajar y profundizar en la amistad que se encuentra en el centro de todo.

¿Qué pasa con aquellos, como yo, que están solteros? Este tipo de lenguaje puede resultar doloroso. Escuchamos hablar de la seducción, de la satisfacción sexual, y es difícil de escuchar. Debemos perseverar, defender las enseñanzas de la Biblia y honrar el lecho matrimonial manteniendo la pureza en nuestras vidas. Y tenemos que defender el compromiso que tenemos con Cristo. El lenguaje de la seducción que puede ser tan difícil de escuchar es una imagen de lo que experimentaremos en la eternidad con Él. Estamos comprometidos a Él y necesitamos honrar nuestra relación, con Él, siéndole fieles.

4. Recuerda, Dios está mirando

Todo lo que hacemos, decimos, y pensamos, está al alcance de Dios: "Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor, y Él observa todos sus senderos.". (Proverbios 5:21).

Es una advertencia para nosotros. Podemos engañar a otros, pero jamás podremos engañar a Dios. No hay pensamiento que él no haya visto ni que no conozca de pies a cabeza. Dios ve cada palabra que escribimos en nuestros buscadores.

Dios ve nuestro pecado, pero también ve cada esfuerzo en ser puros y piadosos. Él sabe cuándo batallamos, sabe por lo que estamos pasando. Puede ser que uno parezca no entender realmente el tipo de conflicto que se atraviesa o que sepa realmente el dolor que uno está viviendo, como luchar contra la tentación. Pero Jesús sí lo hace. Él se acerca a nosotros, como nosotros nos acercamos a él. Para él, nuestros esfuerzos nunca pasan desapercibidos. Y mientras peleamos por la pureza, él pelea por y para nosotros.