¿La vida es más difícil de lo que esperaban?

Los soldados no aprenden a luchar en el salón de clases. Aprenden acerca de la lucha.

Aprender acerca de la lucha es crucial para pelear con éxito, y esa es la razón por la que el entrenamiento de los soldados incluye horas de clase. Pero aprender acerca de la lucha no es lo mismo que luchar. En realidad los soldados nunca aprenden a luchar hasta que son forzados a hacerlo de verdad. Y cuando lo hacen, descubren la experiencia real y concreta de que la lucha parece y se siente muy diferente a la idea abstracta de luchar.

Los discípulos de Jesús no aprenden a caminar por fe ni a pelear la buena batalla de la fe en el salón de clases. En el salón de clases aprenden acerca de la fe. Sermones, conferencias, libros, artículos, vídeos. Aprender acerca de la fe es crucial para caminar en fe con éxito, y es por esa razón que el entrenamiento de los discípulos siempre incluye horas de clase. Pero aprender acerca de camnar por fe no es lo mismo que caminar por fe.

En realidad los discípulos nunca aprenden a caminar por fe hasta que son forzados a hacerlo de verdad. Y cuando lo hacen, descubren la experiencia real y concreta de que caminar por fe parece y se siente muy diferente de la idea abstracta de caminar por fe.

Enséñame tu camino

Cuando oramos con David, “enséñame tu camino, Oh Señor” (Salmos 27:11), Dios responde. Y sus respuestas a menudo parecen y se sienten muy diferentes de lo que nosotros pensábamos que estábamos preguntando.

A menudo nos saca del salón de clases — donde pensábamos que entendíamos las cosas — para adentrarnos en la violencia caótica, desorientada, perturbadora y desesperada del campo de batalla espiritual, donde encontramos enemigos internos y externos demasiado poderosos para nosotros. Nos lleva contra obstáculos demasiado grandes, a problemas demasiado complejos y difíciles para nosotros, y nos sobrecarga más allá de nuestras fuerzas, por lo que a veces nos desesperamos de la vida misma (2 Corinthians 1:8).

Y es en estos lugares desesperados que, como David, aprendemos lo que en verdad significa caminar por fe, donde Dios nos enseña su camino.

Como Dios enseñó a David

En aquellos primeros y perturbadores meses después de que Samuel ungiera a David como futuro rey de Israel (ver 1 Samuel 16), ¿cómo podemos pensar que David imaginaba su futuro? La Biblia no nos lo dice.

Pero la Biblia si que nos brinda un registro significativo de la vida interior de David a través de los salmos que escribió. Y es claro por este registro que desde el día que Saúl comenzó a darle caza hasta bien envejecido, David fue un hombre de problemas y familiarizado con la desesperación. La mayoría de sus salmos son oraciones desesperadas pidiendo que Dios lo salve de los asesinatos y la depresión espiritual — o canciones de alabanza tras ser salvado de esas situaciones desesperadas.

¿Es así como visionaba su vida como rey? ¿Esperaba vivir la mayoría de su vida con un blanco sobre su espalda entre los miembros de su propia casa, compatriotas traidores, así como también rodeado de naciones hostiles? ¿Esperaba suplicarle a Dios tan a menudo por su propia supervivencia (Salmos 86:2)? ¿Esperaba sentirse a veces abandonado por Dios (Salmos 22:1)? ¿Esperaba llorar tanto (Salmos 6:6–7)?

El ofuscamiento, temor y pesar que David expresaba en muchos de sus salmos me lleva a pensar que confiar en Dios resultó ser más difícil de lo que esperaba.

Oraciones de fe para todos

Pero de hecho fue en el cruce de estas situaciones muy difíciles donde David aprendió a cómo confiar realmente en Dios, cómo orar de verdad, y cómo adorar de verdad. David oraba, “Señor, enséñame tu camino” (Salmos 27:11), durante un momento desesperado y peligroso. Y ese momento desesperado y peligroso (junto con muchos otros) era por sí mismo un medio que Dios utilizaba para responder esa oración.

Pero Dios respondía a David de forma mucho más abundante de la que solicitaba y probablemente pensaba (Efesios 3:20). Dios utilizaba estos momentos oscuros, desesperados y abrumadores para hacer de David “el dulce salmista de Israel” (2 Samuel 23:1), brindando canciones y oraciones para la vida de fe a todo Israel (Gálatas 6:16) durante toda su existencia militante y llena de batallas en este mundo hostil y gobernado por el mal (1 Juan 5:19).

A través del procesamiento poético que hace David de su esperanza y gozo en Dios frente a circunstancias abrumadoras, Dios proveyó para todos nosotros un lenguaje más santo y ejemplos prácticos de cómo motivar nuestra fe, cómo orar, y cómo cantar más que cualquier otro autor bíblico.

El camino es difícil

Entonces, ¿Deseamos todavía que Dios nos enseñe sus caminos?

No es sorprendente si respondemos a toda esta idea de forma visceral, “Si así es como Dios contesta, creo que paso”. Pero no debemos escuchar esa voz interna. Esa voz siempre nos aconseja complacernos con cosas fáciles que terminan robándonos de un gran gozo, y evita las cosas difíciles que terminan aumentando nuestro gran gozo. Sí, “el camino que lleva a la vida es difícil” (Mateo 7:14). ¡Pero nos lleva a la vida! El camino fácil nos lleva a la destrucción (Mateo 7:13).

Así que, si de verdad deseamos seguir a Jesús, si realmente deseamos aprender sus caminos (Salmos 27:11), si realmente deseamos “caminar como es digno del Señor” (Colosenses 1:10), lo cual es caminar por fe y no por vista (2 Corintios 5:7), ¿cómo deberíamos esperar que Él nos enseñe?

Deberíamos esperar que Él nos obligue a salir del salón y estar en el campo real de batalla espiritual donde el conflicto es mucho más caótico, perturbador, desorientador, atemorizante, deprimente y entristecedor de lo que esperamos. Y deberíamos esperar experiencias que hagan de los salmos canciones vivas y activas para nuestras almas desesperadas.

Es en estas experiencias donde, como buenos soldados, como buenos discípulos, aprendemos de verdad cómo luchar y cómo confiar. Es allí, como David, donde aprendemos el camino de Dios y “echamos mano de lo que en verdad es vida” (1 Timoteo 6:19) y probamos lo que es verdadero gozo.

No nos sorprendamos

Una guerra no se gana en un salón tranquilo y acogedor, sino en el desesperanzador campo de batalla, donde los soldados deben darlo todo. La misión del evangelio de Cristo no será completada en un salón tranquilo y acogedor, sino en el campo desesperanzador de la batalla espiritual, donde los discípulos deben darlo todo.

Así que, “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo” (1 Pedro 4:12, LBLA). Jesús nos está enseñando cómo caminar por fe forzándonos con gracia a hacerlo. Y este es el camino difícil que nos lleva a la vida, una vida más abundante de la que hemos imaginado.