No eres tú, es Dios

Nueve lecciones sobre las rupturas de una relación

Uno de los días más oscuros de una persona soltera llega luego de una ruptura.

Arriesgaste tu corazón. Compartiste tu vida. Compraron regalos, crearon recuerdos y soñaron juntos sus sueños, y todo acabó. Ahora, estás de vuelta en el inicio de la búsqueda del matrimonio, y se siente más solitario que al principio, y más lejos del altar, por todo lo que entregaste y perdiste.

Nadie comienza a salir con alguien esperando terminar algún día. La mayoría de nosotros estamos programados para anhelar el día de la boda. Buscamos, a veces de forma frenética, el amor, afecto, seguridad, compañía, compromiso, intimidad y ayuda. Después de todo, pareciera que Dios quiere que la mayoría de nosotros se case (Génesis 2:18; Proverbios 18:22; 1 Corintios 7:2-9). Pero desde luego que eso no hace que casarse sea algo fácil.

El dolor de la intimidad sin el matrimonio

La realidad es que las relaciones buenas y que glorifican a Dios muy a menudo terminan antes de la ceremonia, y nunca se recuperan sentimentalmente. El dolor hiere de manera más profunda y permanece por más tiempo que la mayoría de dolores que los jóvenes hayan sentido durante su vida. Yo lo siento profundamente incluso mientras escribo estas palabras. Para mí, es una de las cosas más difíciles sobre las que escribir o hablar: el dolor de la intimidad que no llegó al matrimonio.

Las rupturas en la iglesia son dolorosas e incómodas, y muchos de nosotros tendremos que caminar este oscuro y solitario camino. Así que aquí hay nueve lecciones para crear esperanza y amar a otros cuando los cristianos terminan un “casi matrimonio”.

1. Está bien llorar, y probablemente deberías hacerlo.

Las rupturas casi siempre duelen. Quizás no lo viste venir, y de repente la otra persona quizo terminar. Quizás estabas convencido de que necesitaba terminar, pero sabías lo difícil que sería decírselo. Quizás han estado juntos por años. Quizás querías a su familia y amigos. Sin la ceremonia y el compromiso, no es un divorcio, pero puede sentirse así.

Se siente como un divorcio por un motivo. No fuiste creado para este dolor. Dios formó el romance para expresarse a sí mismo en fidelidad y lealtad, en unidad (Génesis 2:24; Mateo 19:9; 1 Corintios 7:2-13). Debido a que salir con alguien es solo el camino al matrimonio, el diseño de Dios para nuestros matrimonios indica su diseño para las relaciones. Una relación que profundiza muy rápido, o termina demasiado descuidadamente, no refleja la intención de Dios.

Esto no quiere decir que todas las relaciones deban terminar en matrimonio, pero sí que las rupturas serán dolorosas. La tristeza en la separación no es solo apropiada, sino también buena. No es algo que haya que ocultar o por lo cual avergonzarse. Dios te creó para disfrutar y madurar en un amor que perdure, como el amor duradero de Cristo por su novia. Así que siéntete libre de sentir y no olvides que el dolor indica algo hermoso sobre tu Dios y su amor eterno por ti.

Y si no duele, probablemente debería hacerlo. Si puedes entrar y salir de una relación amorosa sin dolor o remordimiento, algo está fuera de sincronía. Esto no significa que tengas que sentirte miserable por cada ruptura, pero debería haber un sentimiento de que no está bien, no es como se supone que debería ser. El corazón no fue hecho para ser prestado. Dios necesita mostrar a algunos de nosotros la seriedad de una relación que falla, debido a que existe una idea equivocada sobre Él y Su amor por la iglesia.

2. No lo intentes de nuevo de inmediato.

Conocer y apreciar el diseño de Dios para la permanencia en el matrimonio y las citas nos ayudarán a sentirnos de la forma correcta, pero también nos ayudará a tomar pasos sanos en la búsqueda del matrimonio. Uno de los errores más graves y populares es empezar otra relación muy pronto. Especialmente en la era de las citas online y los medios sociales, no tenemos que esforzarnos mucho para encontrar otro candidato.

El afecto puede ser una adicción. Si has estado en citas, tomado de la mano, visto sonrisas, intercambiado notas, experimentado la dulzura de la atención y confirmación del otro, querrás más. Y la manera más fácil de encontrarlo es salir con alguien de inmediato. Pero si nos importa Dios, nuestros testigos, nuestro ex, y esa futura persona importante, esperaremos, oraremos, y tendremos citas de forma paciente y con cuidado. Es muy fácil dejar un rastro de personas heridas tras la búsqueda de un compañero/a.

Es una mentira pensar que no te estás dirigiendo hacia el matrimonio si no estás saliendo con alguien ahora mismo. A veces lo mejor que puedes hacer por tu futuro esposo es no salir. Si tu historia es algo repetitiva, deberías dejar de tener citas por un tiempo. Puede que sea el momento de reorganizarse, crecer y descubrir un nuevo ritmo para tu relación futura.

3. Puede que hayas fallado, pero Dios no.

La relación puede haber terminado debido a algún defecto o falla específica de carácter. Hay cosas sobre nosotros –debilidades o patrones de comportamiento- que pueden descalificarnos para casarnos con alguien en particular. Pero eso no anula la gracia de Dios hacia ti.

El pecado en las relaciones es lo más visible y doloroso. Mientras que mútuamente nos permitimos ingresar más y más en nuestras vidas y corazones, es más fácil que el pecado se muestre y dañe a la otra persona más profundamente. En la medida adecuada, es el riesgo bueno y apropiado de todo compañerismo cristiano. Cuando las personas se acercan más, y esto es algo que necesitamos en una verdadera comunidad cristiana, nuestro pecado se vuelve inevitablemente más peligroso. Es más probable que nuestro desastre afecte a otros y viceversa.

Pero quien quiera que haya fallado en tu ruptura, no fue Dios. Gracias a Jesús, sus promesas de nunca dejarte u olvidarte son reales en todo momento y en cualquier estado de una relación. Si estás confiando en que Cristo perdonará tu pecado y estás dispuesto a seguirle a Él y a su palabra, Dios nunca te abandonó y nunca lo hará. Dios no dejó de amarte durante tu ruptura, incluso si tú eres la razón por la que se terminó. Sus propósitos son más grandes que tus errores.

4. Estás mejor habiendo amado y perdido.

Hay una vergüenza y quebrantamiento únicos asociados a las rupturas. Las relaciones y el amor puede que sean más celebrados en la iglesia que en ninguna otra parte, porque (con razón) amamos mucho el matrimonio. Desafortunadamente, estas mismas convicciones a menudo hacen que las rupturas sean conversaciones incómodas, en las mejores condiciones vergonzosas, y en las peores escandalosas y humillantes.

Te sientes dañado, como si estuvieses arruinado frente a los ojos de Dios y de los demás. La hermosa verdad, aunque sea difícil de creer, es que la versión quebrantada de ti mismo es una mejor versión. Si en el dolor te vuelves al Señor y te arrepientes de cualquier pecado que hayas cometido durante tu relación, eres tan preciado para tu Padre Celestial como siempre los has sido, y está usando cada centímetro de tu dolor, error, o arrepentimiento para que seas más como Él quiere y entregarte más de lo que quiere que disfrutes, Él mismo.

Cuando nos quitan un premio, podemos recordar lo poco que tenemos apartados de Cristo y la fortuna de lo que Él compró para nosotros con su sangre. Él se ha convertido en sabiduría para el necio, justicia para los pecadores, santificación para el quebrantado y redención para el perdido y temeroso (1 Corintios 1:30), y afecto, seguridad e identidad para el hombre o mujer que se siente solo y que se tambalea tras finalizar una relación. Así que incluso después del resultado de la separación, tenemos un motivo para jactarnos, siempre que nuestra jactancia esté en todo lo que Cristo es para nosotros (1 Corintios 1:31).

En Jesús, Dios siempre hará únicamente lo bueno para ti. No hay circunstancias a las que te enfrentes donde Él no esté trabajando para darte una vida profunda y duradera, libertad y gozo. Él ama el gozo eterno que tenemos en Él mucho más de lo que ama nuestra comodidad temporal de hoy día. Siempre hará ese intercambio, y podemos estar contentos de que lo haga. Ten en mente que Dios está obrando para tu bien, incluso cuando peor nos sentimos.

5. Incluso si no pueden ser amigos ahora, serán hermanos por siempre.

En las relaciones cristianas, las rupturas nunca son el final. Suena atrayente o no, estarán juntos por siempre (Apocalipsis 7:9-10). Y lo harán en un mundo nuevo donde nadie está casado, y todos son felices (Mateo 22:30; Salmo 16:11). Suena muy bueno para ser verdad ¿cierto? Entonces, ¿qué supone superar todo y pensar en nuestro ex a la luz de la eternidad?

Aunque se verán de nuevo y para siempre en el cielo, puede que no sean capaces de ser amigos ahora. Y eso no es necesariamente pecado. De hecho, en muchos casos, lo más sano emocional y espiritualmente será crear algún espacio y límites. Los corazones que han sido desechados, en cualquier nivel, necesitan sanar y desarrollar nuevas expectativas.

La reconciliación no requiere cercanía. Lo que sí requiere es perdón y amor fraternal. Puedes empezar orando por la otra persona incluso cuando no puedas hablar con ella. Ora para que su fe aumente, para que Dios coloque a hermanos o hermanas alrededor de ella, para que su corazón sea sanado y restaurado, para que sea más como Cristo.

Necesitamos aprender a vivir en nuestras relaciones, viejas y nuevas, a la luz de la eternidad juntos. Nuestra paciencia, bondad y perdón en las rupturas brillarán hermosamente al lado de las respuestas egoístas mostradas en los reality de TV y adoptadas por el resto del mundo.

6. Decir “no eres tú, es Dios” no es suficiente.

Puede que sea una las frases para terminar más populares entre los cristianos “Dios me está guiando a hacer esto”. “Dios me dijo que debíamos terminar”, “Tuve una visión junto a un arbusto cuando iba a clases y no estábamos juntos”. Todas ellas se pueden resumir en algo como esto: “Mira, no eres tú, es Dios.”

Dios puede que te guíe a terminar, pero no lo utilices como chivo expiatorio. Acepta tu pecado y pide perdón cuando sea necesario. Luego sé sincero sobre cómo llegaste a esa decisión, cómo te guío Él en esta dirección. Por supuesto habrá cosas intangibles, pero encuentra los factores tangibles. Este no es un permiso para decir cosas dañinas, sino que ayuden, incluso si duelen inicialmente.

Primero, es sabio que no estés solo en tu opinión sobre la necesidad de terminar. Sí, tu novio o novia puede que no esté de acuerdo, pero necesitas compartir y confirmar tu perspectiva con alguien que ame a Jesús y a ustedes. Acude a alguien que sepas que puede evaluar tu corazón en esto. Si es un hombre o mujer casada, mucho mejor. Habla con alguien que sepa lo que es perseverar en el matrimonio y considera que es lo que piensa sobre tu motivo para terminar la relación.

Nuestra imaginación, especialmente en una crisis emocional, puede ser un arma mortal que el enemigo utiliza contra nosotros. Cuando dejamos que todo sea vago y espiritual, nuestro ex no lo hará, y la mayoría de lo que su mente cree serán mentiras de Satanás para destruirlo. Dale suficiente información sobre cómo Dios te guió a tomar esta decisión sin destrozarlo o hundirlo.

Digo “suficiente” porque hay muchas cosas verdaderas que puedes decir, pero que no ayudan. De nuevo, conversa con un hermano o hermana antes de decírselo al que pronto será tu ex. Al final, no tienen que estar de acuerdo contigo, pero demuestra amor ayudarles a tener la claridad y conclusión que tú tines. Puede ayudarles a crecer y poder continuar antes y con menos preguntas.

7. Tu Padre conoce tus necesidades.

Probablemente te estés preguntando esto al momento de tu ruptura, pero Dios sí conoce tu necesidad y nunca tarda en proveer. Puede que te revele cosas sobre lo que creías que necesitabas o simplemente puede que te muestre que lo necesitas más a Él que a cualquier otra cosa o persona.

Dios alimenta las aves del cielo aunque estén desempleadas (Mateo 6:26). Dios hace crecer las flores del campo y les da hermosura, incluso aunque sean cortadas, pisoteadas, comidas o congeladas en cuestión de días o semanas (Mateo 6:28-30). ¿Cuanto más el Padre cuidará de tí y proveerá lo que necesiten sus Hijos comprados a precio de sangre?

Cuando pides un esposo, no te dará una serpiente. Cuando pidas una esposa, no te dará un escorpión. Incluso si pareciera que te hizo daño, no lo ha hecho. Él te ama. Él sabe lo que es mejor para ti. Y todas las cosas están a su disposición. Todas.

Una forma en la que Dios provee durante nuestras rupturas es dejando claro (por el medio o motivo que sea necesario) que esta relación no era Su plan para nuestro matrimonio. El corazón de las relaciones cristianas busca más la verdad que la intimidad. Puede que esto no sepa dulce en el momento, pero si abrazas la verdad, las rupturas no serán tan malas noticias. Todos sabemos que algunas de las noticias que más necesitamos son difíciles por un tiempo, pero fructíferas más tarde.

Confía en que Él proveerá para ti cada día (o año), te cases o no. Si te casas, ten la certeza de que el traerá al hombre o mujer imperfecta que necesitas.

8. Aprende de la pérdida de amor.

Una de las victorias más grandes de Satanás en una ruptura es convencer a un o una joven de que:

“Todo fue culpa de la otra persona. Yo ya estoy listo para ser un esposo o esposa”. La realidad es que nadie (casado o no) ha llegado completamente a esa gloria. Todos tenemos imperfecciones y somos llenos del Espíritu, así que siempre tendremos que aprender y crecer como personas y esposos, en el presente y en el futuro.

Después de que la ola emocional haya llegado y pasado, tómate un tiempo a solas, y luego con amigos cercanos para evaluar a dónde te lleva Dios, cómo te está formando a través de esto. Identifica un área o áreas en donde necesites tener más gracia, un mayor discernimiento o más fidelidad (ser más como Cristo) a medida que avanzas.

No tendrás muchas otras encrucijadas relacionales que sean más intensas, personales y específicas que una ruptura, así que verdaderamente es un tiempo único para una introspección alentadora, sana, evaluada y compensada por otros creyentes.

9. Jesús te ayudará a encontrar el gozo en las sombras de un corazón roto.

Cuando nos dejan solos y nos sentimos abandonados, es muy difícil creer que alguien sepa por lo que estamos pasando. Eso puede que se aplique hasta a las personas bienintencionadas que te rodean, pero no a Jesús.

Este Jesús vino y fue quebrantado para dar esperanza al quebrantado. “No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que humea, hasta que lleve a la victoria la justicia. Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza” (Mateo 12:20-21, LBLA)

El gozo no está en saber que Jesús también tuvo dificultades. No hay mucho consuelo allí. El gozo está en saber que aquel que sufrió en tu lugar, murió y resucitó para terminar con el sufrimiento de sus santos. Dios salvó al mundo y venció la muerte a través de su sufrimiento, y tu sufrimiento en medio de tu caminar con Jesús (en este caso, una ruptura), te une a esa victoria, la victoria más grande que haya habido jamás. Para aquellos que esperan en Jesús, todo el dolor (cáncer inesperado, críticas injustas y una ruptura no deseada) tiene una fecha de vencimiento y un nuevo propósito para unirnos en amor con nuestro Salvador que sufrió.

Jesús fue por delante de los quebrantados de corazón para abrir camino al gozo en medio del dolor. Vivimos, sobrevivimos y crecemos mirándo a aquel “quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz” (Hebreos 12:2). Su gozo ante la ira de Dios contra el pecado, es nuestra primera y más grande razón para luchar por el gozo (no solo para sobrevivir) tras una ruptura.

Si crees eso, entonces saca el mejor provecho de esta ruptura, sabiendo que Dios ha escogido este camino específico para hacerte crecer y prosperar de manera perdurable. Ninguna relación que tengas en esta vida perdurará para siempre, pero las buenas cosas que sucedan a través de ellas, incluso a través del dolor y las caídas, lo harán.