El ingrediente principal en el crecimiento personal

Creced en Gracia. Sería difícil encontrar tres palabras que resumieran mejor la vida cristiana. Se derivan de un solo texto al final de la segunda carta de Pedro:

Estad en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigáis de vuestra firmeza; antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (2 Pedro 3:17-18, LBLA)

Crecer en gracia tiene un contexto, y no es neutral. No se nos da la opción de crecer o permanecer igual, sino de crecer o ser arrastrados. Crece o cae de tu firmeza. Crece en Cristo o piérdelo por completo.

Hazlo (más) personal

El empuje agresivo de este mundo enfermo de pecado, y el poder del Espíritu dentro de nosotros, no le da a los cristianos la posibilidad de quedarse inertes. Estamos creciendo o marchitándonos. Ya sea siendo llevados por la gracia o arrastrados lejos de la verdad.

La verdadera estabilidad en la vida cristiana no proviene de plantar los dos pies y aguantar, sino de poner un pie delante del otro y avanzar, paso a paso empoderados por la gracia. Un cristiano estable es un cristiano en crecimiento.

Y tal crecimiento en la gracia es siempre personal: "creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". No se trata del conocimiento académico, sino de conocer a una persona. La estabilidad y la madurez cristianas ocurren no solo por aprender doctrinas, sino por conocer a una persona real en y a través de doctrinas: creciendo en Cristo (Efesios 4: 15–16) y asiéndose de Él (Colosenses 2:19).

Pero, ¿cómo crecemos en Cristo por gracia?

Leche pura de la palabra

Cuando prestamos mucha atención al contexto de 2 Pedro 3:18, y vamos al otro lugar donde Pedro habla explícitamente sobre el crecimiento, encontramos un principio claro y esencial de lo que significa crecer en gracia:

desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis probado la benignidad del Señor. (1 Pedro 2: 1–3)

Encontramos un cómo de este crecimiento en gracia, o un ingrediente principal. Pedro lo llama "la leche pura de la Palabra". Lo que nuestras Biblias tienen como capítulo 2 fluye inmediatamente desde el final del capítulo 1, que hace una clara referencia a la "leche pura de la Palabra": "la palabra de Dios que vive y permanece" (1 Pedro 1:23). Pero, ¿qué quiere decir Pedro con "la palabra de Dios que vive y permanece"?

La palabra de Dios en el evangelio

Primero, solo dos versículos después, Pedro dice: "Y esta es la palabra que os fue predicada" (1 Pedro 1:25). En primer lugar, "la leche pura de la Palabra" por la cual crecemos en gracia es lo que conocemos como "el evangelio", el mensaje de la bondad de Dios para con nosotros en Cristo. A pesar de nuestros pecados y fracasos interminables, Dios nos ha mostrado amor y abierto un camino para que estemos bien con Él, a través de la muerte sacrificial y la resurrección triunfante de su propio Hijo. En Jesús, Dios es plena y finalmente para nosotros.

Crecemos en gracia, no dejando atrás estas buenas nuevas que nos fueron predicadas, sino al profundizar cada vez más en ese asombroso mensaje. Los cristianos maduran no dejando atrás el evangelio para ir a "verdades más profundas", sino enraizándonos cada vez más profundamente en el evangelio simple e insondable del constante amor y la fidelidad de Dios hacia nosotros.

Pero, ¿cómo podremos, en gracia, “crecer para salvación” por el evangelio? El solo repetirnos a nosotros mismos unas pocas líneas resumiendo el evangelio una y otra vez, no bastan para hacer avanzar un alma a largo plazo. Las expresiones enlatadas y estancadas sobre la bondad de Dios para con nosotros en Cristo no nos alimentarán ni nos darán energía durante mucho tiempo. Decir las mismas verdades antiguas, de la misma manera, traicionará su riqueza y belleza. ¿Cómo se mantendrá fresco este evangelio para nuestras almas? La segunda parte de "la palabra viviente y permanente" de Pedro.

La palabra de Dios en los apóstoles y profetas.

Pedro sabe que simplemente predicando el evangelio a nosotros mismos, sin nuevos aportes, pronto agotará su función. Su "leche pura de la Palabra" nos invita a una rica teología de la palabra y la gracia de Dios hacia nosotros, lo que nos lleva al final de su segunda carta. ¿Qué tipo de "palabra" tiene en mente Pedro cuando hace su declaración de "creced en la gracia" en 2 de Pedro 3:18? Las palabras de Dios en las Escrituras.

Pedro acaba de mencionar las cartas de Pablo, "que los ignorantes e inestables tuercen como también tuercen el resto de las Escrituras" (2 Pedro 3:15-16). El inestable tuerce las Escrituras. Pero aquellos que son estables y maduros, que crecen en gracia, no lo hacen, sino que las toman como lo que son, las mismas palabras de Dios, y alimentan sus almas con ellas. Reciben las palabras de Dios como gracia de Dios, no como una carga, y las encuentran vivificantes, no agotadoras. Muchos "amantes de la gracia" descuidan trágicamente los medios principales de la gracia de Dios - sus palabras- en el nombre de la "gracia". Al hacerlo, pierden y disminuyen la misma gracia que afirman amar y vivir.

Pedro nos da su resumen de la “palabra” de Dios, antigua y nueva: “para que recordéis las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles” (2 Pedro 3:2). Profetas y apóstoles. Antiguo Testamento y Nuevo. Dios quiere que crezcamos en gracia al repasar lo que Dios mismo prometió a través de sus profetas y que ahora ha cumplido en su Hijo crucificado y resucitado y que reveló a través de sus portavoces designados, los apóstoles.

Dios nos dio un libro importante lleno de predicciones y cumplimientos, lleno de promesas y directivas, lleno de gracia y verdad, para que podamos crecer en la gracia.

Gracia de la palabra, palabras de la gracia

El apóstol Pedro y el Cristo viviente a través de él, no nos han dejado sin orientación sobre cómo "crecer en gracia". Dios nos ha dado su propia palabra - en el evangelio de su Hijo y en las Escrituras de su Libro - para que todos las recibamos juntos en la comunión de su iglesia (1 Pedro 2: 5, 9–10; Efesios 2: 19–22 ). Sí, ciertamente, en Cristo crecerás. Debes. La vida cristiana nunca se estanca. Y Dios no nos ha dejado sin una abundancia de gracia (en su palabra) precisamente por eso.

No importa cuán propensos seamos a confrontar la gracia y la palabra de Dios entre sí, siempre van juntas. Escuchar la voz de nuestro Dios en su palabra nunca está reñido con vivir por su gracia. Y la verdadera gracia nunca cierra la boca de Dios ni cierra nuestros oídos a sus palabras. Qué gracia inestimable que Dios nos hable y se revele a sí mismo, a su Hijo y su voluntad para con nosotros. Vivir a la luz de su gracia nunca está en desacuerdo con escucharlo hablar en su palabra.

No experimentaremos un crecimiento genuino y duradero en la fe sin el ingrediente principal de la palabra de Dios, que vive y permanece.