Abre mis ojos, para que vea

Salmo 119:17-24

Favorece a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley. Peregrino soy en la tierra, no escondas de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma anhelando tus ordenanzas en todo tiempo. Tú reprendes a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos. Quita de mí el oprobio y el desprecio, porque yo guardo tus testimonios. Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, tu siervo medita en tus estatutos. También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros.

Rieles paralelos para el camino de nuestras almas

Al comenzar el año 1998, el propósito de Dios para nosotros es que nos establezcamos en una trayectoria de dos rieles con dirección hacia la santidad y el amor y la misión y el cielo. Los dos carriles de este tren son la oración ante el trono de Dios y la meditación en la Palabra de Dios. Algunos de ustedes quizás recuerden la segunda página de nuestro folleto de Declaración de Misión: "La dinámica espiritual". Dice:

Nos unimos a Dios el Padre para magnificar la supremacía de Su gloria mediante nuestro Señor Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo, atesorando todo lo que Dios es, amando a todos los que Él ama, orando por todos Sus propósitos, meditando en toda Su Palabra, sostenidos por toda Su gracia.

La oración ante el trono de Dios y la meditación en la Palabra de Dios son como rieles paralelos que permiten que el tren de nuestras almas permanezca en la línea que nos lleva hacia la santidad y hacia el cielo. Al comienzo del año necesitamos renovar nuestro celo por la oración y la meditación bíblica. Todo envejece y se consume y debilita sin un nuevo despertar y una renovación y una restauración. Así que durante la Semana de Oración cada año, remachamos nuestra atención en estas grandes y preciosas verdades, a fin de reavivar nuestra pasión por la oración y la Palabra.

Tres verdades a aprender del Salmo 119:18

Este año los dos mensajes que envolverán a la Semana de Oración provienen del Salmo 119:18. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley". Este versículo combina la oración y la Palabra, y nosotros necesitamos ver cómo hacerlo, a fin de poder combinarlas así en nuestras vidas y en nuestra iglesia. Hay muchas verdades que aprendemos de este versículo.

  • Una es que hay maravillas en la Palabra de Dios. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley". La palabra "ley" es "Torá", y en este Salmo significa "instrucción", o "enseñanza". Hay maravillas en la enseñanza de Dios a nosotros. De hecho, son tan maravillosas que cuando usted realmente las ve, le cambian profundamente y le capacitan para la santidad, el amor, y las misiones (2da a los Corintios 3:18). Es por esto que es tan crucial leer y conocer y meditar y memorizar la Palabra de Dios.

  • Lo segundo que aprendemos de este versículo es que nadie puede ver estas maravillas como realmente son sin la ayuda sobrenatural de Dios. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley". Si Dios no abre nuestros ojos no veremos la maravilla de la Palabra. No somos capaces de ver, naturalmente, la belleza espiritual. Cuando leemos la Biblia sin la ayuda de Dios, la gloria de Dios en las enseñanzas y eventos de la Biblia es como el sol brillando en el rostro de un hombre ciego. No es que usted no pueda comprender su significado superficial, sino que no podrá ver la maravilla, la belleza, y la gloria de modo que ganen su corazón.

  • Lo que me lleva a lo tercero que aprendemos de este versículo, a saber, que debemos orar a Dios para que nos dé una iluminación sobrenatural cuando leemos la Biblia. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley". Ya que, sin la iluminación de gracia de Dios, estamos incapacitados en nosotros mismos para ver la belleza espiritual y la maravilla de Dios en las enseñanzas y eventos de la Biblia, debemos pedir a Dios que nos la dé. "Abre mis ojos".

Una verdad de tres pasos

La próxima semana planeo enfocarme en las maravillas de la Palabra de Dios y, en un modo práctico, en cómo las recibimos en nuestros corazones y mentes. Pero hoy me enfocaré en la oración. Quiero que veamos esta profunda verdad de tres pasos: La Palabra es crucial para vivir una vida dirigida hacia Dios, una vida que nos lleve hacia el cielo y tenga poder y significado en la Tierra. Ni siquiera podemos ver qué es realmente la Palabra sin la ayuda sobrenatural de Dios. Y por tanto, necesitamos ser un pueblo de oraciones diarias, para que Dios haga lo que sea que necesite hacer para que las maravillas de la Palabra lleguen a nuestros corazones y vidas.

Veamos estos tres pasos uno a la vez, y veámoslos confirmados e ilustrados en otras partes de la Biblia.

1. La Palabra es esencial para una vida de santidad

El primer paso es que ver la Palabra de Dios y conocerla y tenerla en nosotros es esencial para vivir una vida de santidad y amor y poder para los propósitos de Dios.

Vea nuevamente el versículo 11: "En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti". ¿Cómo entonces debemos evitar el pecado en nuestras vidas? Atesorando la Palabra de Dios en nuestros corazones. ¡Oh cuántas personas arruinan sus vidas al no meditar y amar y memorizar la Palabra de Dios! ¿Quiere ser santo, es decir, quiere el poder de vencer el pecado y vivir una vida de piedad radical y amor sacrificado y devoción absoluta a la causa de Cristo? Entonces suba a la línea de éste ferrocarril. Dios ha ordenado un camino de piedad y poder: y es el camino de atesorar la Biblia en nuestros corazones.

Lo digo a los ancianos y a los padres de los jóvenes. Mediten y memoricen y atesoren los mandamientos y advertencias y promesas de Dios en las Escrituras. No, no digo que sea fácil, especialmente cuando usted es mayor. Pero la mayoría de las cosas dignas de hacer son difíciles. Hacer un mueble fino, hacer un buen poema, hacer una gran pieza de música, hacer una comida especial de celebración, ninguna es fácil. Pero son dignas de hacerse. ¿No es digna de vivirse la buena vida?

Talita ahora tiene dos años. Está comenzando a aprender versículos bíblicos de corazón. También está aprendiendo las formas de la oración a Dios. ¿Por qué? ¿Por qué pasar trabajo tomando tiempo y esfuerzos para repetirle una y otra vez a Biblia? Muy simple, cuando sea adolescente quiero que sea piadosa y pura y santa y amorosa y humilde y tierna y sumisa y sabia. Y la Biblia dice, tan claro como el día, que eso es resultado de atesorar la Palabra de Dios en nuestro corazón. "En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti".

Jesús lo dijo así en esta gran oración para nosotros en Juan 17:17: "Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad". La "santidad" es una palabra bíblica para hacer santa o piadosa a una persona o amorosa, o pura, o virtuosa, o espiritualmente sabia. Todo esto quiero para mí y para mis hijos y para ustedes. Entonces, ¿qué debiéramos hacer este año? Si estamos santificados por la verdad, y la Palabra de Dios es verdad, ¿qué debiéramos hacer?

Imagine que un doctor dice: "Estás muy enfermo y puedes morir por tu enfermedad, pero si tomas esta medicina te pondrás bien y vivirás", pero usted rechaza tomar la medicina (estoy demasiado ocupado, las pastillas son grandes y difíciles de tragar, es que me olvidé), entonces continuará enfermo y podrá morir. Así es con el pecado y la inmadurez espiritual. Si usted rechaza lo que Dios dice que le santificará y le hará maduro y fuerte y santo, entonces usted no será maduro y fuerte y santo. La lectura, la meditación, y la memorización, y el aprecio de la Palabra de Dios es el modo diseñado de Dios para vencer al pecado y volvernos personas fuertes, piadosas, maduras, amorosas, sabias.

Estas son maravillas que podemos ver en la Palabra de Dios, maravillas que nos transformarán profundamente si realmente las vemos y atesoramos en nosotros.

2. No podemos ver sin la ayuda de Dios

El segundo paso del texto es que no podemos ver las maravillas en la Palabra sin la ayuda sobrenatural de Dios.

Y esto es porque hemos caído y estamos corruptos y muertos en pecado, y por tanto ciegos e ignorantes y somos duros. Pablo nos describió así en Efesios 4:18: "entenebrecidos en su [nuestro] entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos [en nosotros], por la dureza de su [nuestro] corazón".

Vea como Moisés escribió sobre este problema en Deuteronomio 29:2-4: "Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Habéis visto todo lo que el Señor hizo delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto. . . aquellas grandes señales y maravillas. Pero hasta el día de hoy el Señor no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír”. Note: "habéis visto. . .". Pero no podrán ver sin la obra sobrenatural de Dios.

Ése es nuestro ruego. Somos culpables y corruptos e ignorantes y ciegos sin la iluminación avivadora, animadora, suavizadora, humilladora, y purificadora, de la obra de Dios en nuestras vidas. Sin la iluminación de Dios, nunca veremos la belleza de la realidad espiritual. Si Dios no abre los ojos de nuestros corazones y nos da una nueva sensibilidad espiritual, nunca veremos la maravilla y gloria de lo que nos enseña la Palabra de Dios.

El propósito de enseñar y conocer esto es hacernos anhelar y tener hambre de Dios, y que pidamos y roguemos la ayuda de Dios en la lectura de la Biblia.

(En el paso 2 vea también: Mateo 16:17 con 11:4; y Lucas 24:45; 1ra a los Corintios 2:14-16; Juan 3:6-8; Romanos 8:5-8.)

3. Necesitamos orar para que Dios nos ayude a ver

Lo que nos lleva al último paso: si conocer y atesorar la verdad de la Palabra de Dios es esencial para ser santos y amorosos y maduros y estar seguros en el cielo; y si por naturaleza no vemos las maravillas de la Palabra de Dios ni sentimos la atracción de su gloria, entonces estamos en una condición desesperada y necesitamos orar a Dios para que nos ayude a ver. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley".

En otras palabras, la oración es esencial para la vida cristiana, porque es la clave para desatar el poder de la Palabra en nuestras vidas. La gloria de la Palabra es como el resplandor del sol en el rostro de un ciego, a menos que Dios abra nuestros ojos a esa gloria. Y si no vemos la gloria, no seremos transformados (2da a los Corintios 3:18; Juan 17:17), y si no somos transformados no somos cristianos.

En Efesios 1:18, Pablo ora así. Dice: "Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su [de Cristo] llamamiento. . ." En otras palabras: "Les he enseñado estas cosas y ustedes las han recibido con sus sentidos externos, pero, a menos que perciban esa gloria con sus sentidos espirituales (con "los ojos de vuestro corazón"), ustedes no serán cambiados". (Vea también Efesios 3:14-19; Colosenses 1:9 con 3:16). Ahora, él está escribiendo a cristianos, lo que demuestra que para que nuestros ojos espirituales vean, debemos continuar orando hasta llegar al cielo.

Siete tipos de oración para impregnar nuestra lectura de la Biblia

Pero como nuestro texto es el Salmo 119:18: "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley", debiéramos dejar que este salmista nos muestre cómo ora él generalmente acerca de su lectura de la Palabra de Dios. Permítanme, por tanto, terminar con un pequeño vieje por el Salmo 119, y mostrarles siete tipos de oraciones con que usted puede impregnar su lectura bíblica en este año.

Debiéramos orar. . .

  1. Para que Dios nos enseñe Su Palabra. Salmo 119:12b: "enséñame tus estatutos". (Vea también los versículos 33, 64b, 66, 68b, 135). La verdadera enseñanza de la Palabra de Dios solo es posible si Dios mismo se vuelve el Maestro en y a través de todos los demás medios de enseñanza.

  2. Para que Dios no oculte su Palabra de nosotros. Salmo 119:19b: "no escondas de mí tus mandamientos". La Biblia advierte de la horrible corrección o juicio que ocurre cuando la Palabra de Dios nos es quitada. (Vea también el versículo 43).

  3. Para que Dios nos haga comprender Su Palabra. Salmo 119:27: "Hazme entender el camino de tus preceptos" (versículos 34, 73b, 144b, 169). Aquí pedimos a Dios que nos haga comprender, que haga lo necesario y nos haga comprender Su Palabra.

  4. Para que Dios incline nuestros corazones a Su Palabra. Salmo 119:36: "Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la ganancia deshonesta". El gran problema con nosotros no es fundamentalmente nuestra razón, sino nuestra voluntad, por naturaleza no nos sentimos inclinados a leer y meditar y memorizar la Palabra. Así que debemos orar para que Dios incline nuestras mentes.

  5. Para que Dios nos vivifique para guardar Su Palabra Salmo 119:88: "Vivifícame conforme a tu misericordia, para que guarde el testimonio de tu boca". Él es consciente de que necesitamos vida y energía para entregarnos a la Palabra y a su obediencia. Así que pide a Dios por esta necesidad básica. (Vea también el versículo 154b).

  6. Para que Dios establezca nuestros pasos en Su Palabra. Salmo 119:133: "Afirma mis pasos en tu palabra". Somos dependientes del Señor, no solo para el conocimiento y la vida, también para nuestro caminar en la Palabra. Para que sea establecida en nuestras vidas. No podemos hacerlo por nosotros mismos.

  7. Para que Dios nos busque cuando nos desviemos de Su Palabra. Salmo 119:176: "Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo". Es sorprendente que este hombre piadoso termine su salmo con una confesión de pecado y expresando la necesidad de que Dios venga a buscarle y traerle de vuelta. Esto también es algo que debemos orar una y otra vez.

La Palabra, nuestro tesoro

Concluyo que, al comenzar el año 1998, y anhelar ser santos y amorosos y estar radicalmente comprometidos al propósito de Dios en la ciudad y en las naciones, debemos ser personas que atesoren la Palabra en sus corazones, y más, debemos ser personas que conozcan su condición desesperada sin Dios, y que Él ha diseñado la oración como el modo en que nuestros ojos serán abiertos para ver las maravillas en la Palabra, y ser cambiados. "Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley.”.

¿Cuán ferviente fue él salmista en este tipo de oraciones? ¿Cuán fervientes debiéramos ser nosotros? Una respuesta aparece en el Salmo 119:147: "Me anticipo al alba y clamo; en tus palabras espero”. ¡Levantémonos temprano! Esto es prioridad fundamental. ¿Lo haría usted?