Predestinados para la adopción para alabanza de Su Gloria

Reflexiones sobre el ser adoptados por Dios y la adopción de hijos

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios: A los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús: 2 Gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.

La adopción es una de las más profundas realidades del universo. Digo "universo" y no "mundo" porque la adopción va más allá de este mundo. Es más grande que el mundo, y anterior a éste en el plan de Dios, y perdurará más que el mundo tal y como lo conocemos. Sin duda, es más grande que el "universo" y hunde sus raíces en la propia naturaleza de Dios.

Esta mañana me he propuesto tres objetivos: 1) que todos apreciemos y comprendamos la maravilla de haber sido adoptados en la familia de Dios a través de Jesucristo, 2) que todos apoyemos económicamente el ministerio de la adopción a través de los fondos Micah y Lydia, y 3) que muchos de vosotros, parejas casadas, sopeseis la adopción de niños en vuestra familia como un exceso visible de la herencia que tenéis en Cristo por parte de Dios vuestro padre. Mi creencia es que debemos entender y disfrutar de nuestra propia adopción por parte de Dios antes de que podamos entender y disfrutar lo que significa adoptar un niño en nuestra familia.

La adopción se menciona en Efesios 1:5 "En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado". Hay tres cosas que me gustaría resaltar en este pasaje acerca de nuestra adopción por parte de Dios. Estas tres cosas serían lo que podríais esperar si terminarais de leer Romanos 11 con nosotros, o si leéis Romanos 11:36, que cierra la primera parte del libro:"Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén”. Todas las cosas, incluida la adopción, son de Dios, por Dios y para Dios. Esto es lo que veo en Efesios 1:5-6

Leamos el pasaje nuevamente: "En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado".

1. La adopción viene de Dios

Primero que todo la adopción viene "de Él", de Dios. "En amor nos predestinó para adopción". De modo que la adopción formaba parte del plan de Dios. Era su idea, su propósito. No fue una idea de último momento. No descubrió de repente que, contra todos sus planes y previsiones, los humanos habían pecado y se habían convertido en huérfanos en el mundo, presentándose entonces con la idea de adoptarlos en su familia. No, dice Pablo, los predestinó para adopción. Lo planificó.

Y si preguntamos cuando se produjo esa predestinación, el versículo 4 nos lo aclara: "Nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él". Antes de la creación del mundo, y antes de que existiéramos, Dios veía nuestras necesidades, y consideraba a su Hijo crucificado y resucitado como la expiación total y suficiente de nuestro pecado, y por ello nos escogió para que fuésemos santos y sin mancha. Y para este fin nos "predestino para la adopción". Sucedió antes de la creación del mundo.

Así que lo primero que debéis saber acerca de vuestra adopción en la familia de Dios a través de Jesucristo es que Dios os escogió y os predestinó en su amor para ser adoptados antes de la creación del mundo. El amor de Dios por vosotros, y la expresión de este amor en vuestra adopción dentro de su eterna familia gozosa, no comenzó en este mundo. Se remonta a la eternidad. Por ello, cuando Pablo dice: "De Él son todas las cosas" (Romanos 11:36), incluye nuestra adopción, y ello significa que antes de la creación del mundo Él ya te había predestinado para que fueses hijo suyo.

Por ello vuestra adopción no está basada en lo adecuados que seáis, en vuestra valía o vuestras características especiales. Nace de la gracia y del propósito eterno de Dios. Y esto quiere decir que vuestra adopción no es frágil, ni débil ni incierta. Dios no os adopta y luego, cuando descubre que no sois dignos de ser adoptados, os rechaza. Él sabe que no somos dignos. Y nos escogió y predestinó para ser adoptados. Esto es algo sólido, seguro e inamovible.

2. La adopción es mediante Jesucristo.

Segundo, "todas las cosas son de él y mediante *él" Esto es cierto con relación a la adopción, y lo podéis ver en Efesios 1:5: "En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia". Somos adoptados *mediante Jesucristo. ¿Eso qué quiere decir? Quiere decir que para ser adoptados por Dios, alguien debió morir por nosotros. El versículo 7 dice: "En El [Cristo] tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia".

Antes de la creación del mundo Dios vio que seríamos pecadores y planeó la muerte de su Hijo para que nuestros pecados fuesen perdonados, y la ira de Dios se disipase. Así fuimos adoptados. Observad dos claras implicaciones aquí:

1) No todas las personas son adoptadas como hijos de Dios.

La sangre de Cristo cubre los pecados cometidos por todos aquellos que creen (Romanos 3:25). Es por ello que sólo son adoptados aquellos que creen en Cristo. Si hablamos de que Dios es el Padre de toda la humanidad, no somos muy precisos, pues realmente no nos referimos a aquellos que han sido salvados.

La segunda implicación de ser adoptado mediante Jesucristo es que:

2) Nosotros no éramos unos pequeños y graciosos huerfanitos con los que Dios se encariñó; éramos enemigos, en rebelión contra Dios.

Estos fueron los que Dios decidió adoptar antes de la creación del mundo. Romanos 5:6: "Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos". Romanos 5:10: "Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo".

Así es que nuestra adopción no se basa en que seamos dignos, guapos o atractivos. Se basa en la gracia libre y soberana de Dios, planificada antes de la creación del mundo y comprada para nosotros mediante la sangre de Cristo.

3. La adopción es para la gloria de Dios

Tercero, "De Él, por Él y para Él son todas las cosas" La adopción, por tanto, es "para Él". Es decir, para su gloria. Esto lo veis en Efesios 1:5-6: "Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia". La meta de nuestra adopción es que la gloria de la gracia de Dios sea alabada.

Dios nos adoptó a nosotros indignos, para que su gracia pareciera extraordinaria. Fuisteis adoptados para alabanza de la gloria de su gracia. La acción de Dios al adoptarnos es totalmente centrada en Dios y para su exaltación. Ya sé que muchos escucháis esto y pensáis: "esto no es amor". ¿Cómo puede ser amor el deseo de Dios de exaltarse a si mismo? La respuesta es que fuimos hechos para ver y disfrutar de la Gloria de Dios por toda la eternidad. Nada distinto de esto puede satisfacer a nuestras almas. Por tanto, si Dios no se exalta a si mismo para que le admiremos y disfrutemos de él, no nos ama. Es decir, no nos da lo que necesitamos.

Fuimos adoptados por Dios, para que nos regocijemos del trato especial que Dios nos da. Fuimos adoptados por Dios para que disfrutemos dándole especial importancia a la gracia de Dios como Padre nuestro por toda la eternidad. Fuimos adoptados para que en esta familia, el Padre y Jesucristo, el excepcional Hijo mayor, sean la fuente y el centro de nuestro gozo. Fuimos adoptados "para alabanza de la gloria de su gracia". Se necesitará una eternidad para que la gloria de esa gracia sea vista por personas finitas. Por tanto estaremos cada vez más felices en Dios por siempre jamás. Este es el sentido final de la adopción.

Cinco implicaciones

Ahora, considerad las cinco implicaciones de ello al adoptar niños, y al apoyar a aquellos que adoptan, contribuyendo con los Fondos Micah y los Fondos Lydia.

1. Adoptamos un niño, no para nuestra propia gloria, sino para la gloria de Dios.

Dios nos adoptó para alabanza de la gloria de su gracia. Por tanto, nosotros adoptamos para alabanza de la gloria de su gracia. Las primeras preguntas que os hacéis cuando os planteáis la adopción de un niño que necesita una familia no son acerca de la viabilidad o la asequibilidad. Las primeras preguntas que os hacéis son: ¿Está mi corazón dispuesto a la glorificación de la gracia de Dios? ¿Mi propósito al hacerlo es que la gracia de Dios parezca gloriosa? ¿Es Cristo el centro y el objetivo de esta decisión? ¿Se han sopesado todos los factores en relación a Cristo? Adoptamos un niño, no para nuestra propia gloria, sino para la gloria de la gracia de Dios.

2. Al adoptar y criar a un niño, nuestro propósito no es enaltecer al niño, sino vivir, guiar y enseñar de tal forma que crezca para deleitarse manifestando la gloria de Dios.

Nuestro propósito no es hacer que reemplace la modesta opinión que tenga de si mismo por una más alta, sino más bien hacer que reemplace su modesto concepto de Dios por la grandeza del espíritu de Dios. Nuestro objetivo no es hacer que un niño con poca confianza en sí mismo se sienta muy valioso, sino más bien queremos tomar a ese niño —que por naturaleza hace de sí mismo el centro del universo— y mostrarle que fue creado para hacer que Dios fuese el centro del universo; y a enseñarle a disfrutar, no con su propia y minúscula valía, sino con el conocimiento de Cristo quien es de una valía infinita. Adoptamos un niño para guiarle al gozo eterno de manifestar la gloria de la gracia de Dios.

3. Al adoptar damos ejemplo a los niños y a otros, de la misericordia y la justicia de Dios.

Damos ejemplo de la misericordia porque decidimos por propia voluntad querer a este niño por encima de todo. Muchas adopciones se producen sin ver al niño. Al niño no se le somete a ninguna prueba. Se le quiere libremente sin que tenga que cumplir ningún requisito. No basamos nuestra decisión en lo que vemos. Amamos porque hemos sido amados. Esto es misericordia.

Y cuando llega el niño, escogido libremente por la misericordia, le sometemos a un modelo de disciplina amable y firme. Le sometemos a la misericordia de la justicia. Desde las primeras semanas existen expectativas, y consecuencias cuando dichas expectativas no se cumplen. Criamos al niño con "la disciplina e instrucción del Señor" (paideia kai nouthesia kuriou). Y sabemos, por Hebreos 12, que la disciplina del señor es a menudo dolorosa, pues sin disciplina no habrá "fruto apacible de justicia". (Hebreos 12:11). De esta forma podemos ver en la adopción la justicia y la misericordia de Dios combinadas en una sabia y amorosa proporción.

4. Con casi total seguridad la adopción traerá consigo estrés, dolor y sufrimiento, de la misma forma en que la adopción le costó a Dios la vida de su hijo.

Hemos sido adoptados "mediante Jesucristo", mediante su sufrimiento. En mis archivos tengo cartas de padres que describen la agonía de adopciones que casi no funcionan o que no funcionaron. Casos de enfermedades mentales, de grandes incapacidades físicas o de comportamientos extraños e inexplicables. Por supuesto que esto no es un hecho exclusivo de la adopción. Puede suceder —de hecho sucede— con nuestros hijos biológicos. La implicación es la siguiente: adoptamos sabiendo lo que hacemos. Esto acarreará dolor, y puede que desdichas. Lo asumimos, y, si somos fieles, al final nos traerá alegrías. Y esto se debe a la implicación número 5:

5. Sólo nos atrevemos a adoptar niños si tenemos una fe firme en la plenitud de la gracia venidera de Dios.

El dolor al adoptar y criar niños está garantizado. Aparecerá de una forma u otra. ¿Hará eso que dejemos de tener niños o de adoptar niños? No. En el mundo egocéntrico, para "disminuir las pérdidas" se tienen pocos hijos o ninguno. (Y esta forma de pensar se ve muy a menudo en la iglesia). Por una parte, podemos alegrarnos pues esa gente no suele tener hijos, o al menos no suelen tener muchos hijos, y eso significa que esa tipo de personas, egoístas, desaparecerán más rápidamente ya que no se reemplazan a si mismos. Pero por otra, nos lamentamos, esperando que vean que la gracia de Dios es suficiente para cada nuevo día, no importa cuán difícil; y que se siente más gozo verdadero al caminar con Dios a través del fuego, que caminando por las playas sin Él.

Carta a Noël

Tal vez la mejor forma de ilustrar el papel de la fe en la gracia venidera sea leer un pasaje de la carta que escribí a Noël el 6 de noviembre de 1995 a las 23:12, cuando, a los 50 años de edad, Dios me había encaminado a aceptar la adopción de Talitha.

Querida Noël:

Con confianza en la plenitud de la gracia futura de Dios, estoy dispuesto a llevar a cabo la adopción de Talitha Ruth y lo estoy deseando. Quiero agradecerte que durante todos estos años, cuando tu corazón anhelaba adoptar una hija, no me hayas apremiado o coaccionado en modo alguno. Has sido maravillosamente paciente. Has demostrado tu fe mediante la abundancia de la oración. Siempre me has apoyado a mí y a mi ministerio, y lo hiciste aunque nunca fuésemos a adoptar. Has sido razonable en todas nuestras discusiones, y solo has expuesto tus razones cuando se te preguntaba. Has honrado mis dudas, juzgándolas como dignas de ser consideradas seriamente. . . .

. . . Desde mi punto de vista, este es el camino que "propagará la pasión por la supremacía de Dios en todas las cosas para el gozo de todos los pueblos". . . . Creo que este es el camino del amor más grande. . . Y por ello tengo confianza en que Dios está satisfecho con ello.

. . . Creo que sabemos lo que hacemos. . . . Hemos pasado por muchas situaciones, y creemos que la gracia venidera de Dios será suficiente. Sus misericordias son nuevas cada mañana y habrá bendiciones para cada prueba y maravilla en este nuevo camino de nuestras vidas.

Doy gracias a Dios por tenerte. Emprendo este camino contigo con mucho gusto. Si vivimos para ver a nuestra hija crecer o no, habremos hecho bien en adoptarla. La vida es muy corta, ya sea de 12 horas como la de Ashley Hope, de 50 años como la mía, de 76 años como la de mi padre o de 94 años como la de Crystal Anderson. Lo importante no es que hagamos todo lo que hubiésemos podido hacer o todo lo que hayamos soñado con hacer, sino que mientras vivamos, vivimos por la fe en la gracia venidera y caminemos por la senda del amor. Los tiempos están en las manos de Dios, no en las nuestras.

Con esta común convicción podremos, Dios mediante, abrazar a nuestra nueva hija y, con todo el poder que Dios inspira en nosotros, entregarnos a guiarla con amor hacía el Reino. Que el Señor establezca los planes de nuestros corazones y que lleve a Talitha Ruth (y a su futuro marido, que Dios ya conoce) a una relación profunda y duradera con Cristo. Que ella sea un broche de ébano que embellezca tu cuello en la vejez, y una corona de pureza y alegría sobre tus grises cabellos.

Te quiero,

Johnny

Tres exhortaciones finales

  • Reflexionad sobre la maravilla de haber sido adoptados en la familia de Dios mediante Jesucristo y comprendedla.
  • Apoyad económicamente el ministerio de adopción a través de los fondos Micah y de los fondos Lydia.
  • Parejas casadas: sopesad la adopción de niños en vuestra familia como un exceso visible de la herencia que tenéis en Cristo por parte de Dios, vuestro padre.