La importancia de conocer nuestro pecado

¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: No codiciaras. 8Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado está muerto. 9Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. 12Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.

¡La Ley Existe!

El tema principal del libro a los Romanos hasta este momento es que Dios es gloriosamente justo en justificar a los incrédulos solo por la fe aparte de las obras de la ley.  Romanos 4:5 dice: “mas al que no trabaja, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia” ¿Cómo puede ser?  ¿Cómo puede Dios justificar – declarar justo – al incrédulo que solamente se aleja de sí hacia Cristo y confía en Jesús?  ¿Cómo puede absolver al culpable?

La respuesta viene en una de las declaraciones más importantes de la Biblia, Romanos 3:24-26.  Dios introdujo a Jesucristo, su Hijo, para morir en nuestro lugar “a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús”. Aquí tenemos el tema principal del libro hasta el momento: Jesús, quien fue crucificado, es el Redentor que cargó nuestros pecados; nosotros, quienes confiamos en él, somos justificados; Dios, quien lo por nosotros, es justo.  Este es el glorioso evangelio de Cristo.

Ahora, hay una gran suposición bajo este evangelio.  La suposición es: existe la ley.  El Creador del universo ha revelado su voluntad.  Y su voluntad es la ley.  Cuando no está cumplida, hay verdadera culpabilidad y verdadera condenación y verdadera pena.  Por eso, la existencia de la ley en el universo – la voluntad revelada de Dios – crea el fundamento para el quebrantamiento de la ley y la culpabilidad, para la observación de la ley y la justicia, para un tribunal y un Juez, y para la justificación y la condenación.  Todos estos grandes conceptos dependen de una sola suposición: existe la ley.

Por tanto, cuando Pablo proclama que hay quienes rompen la ley y que hay culpabilidad, y que hay un tribunal y que hay un Juez, que hay una sustitución que lleva esa culpabilidad, y que hay una fe, que existe la justificación solo por la fe aparte de la observación de la ley – cuando Pablo proclama todo esto, él hace una gran suposición: ¡Hay una ley!

Sin ley, no hay desobediencia de la ley; sin desobediencia, no hay culpabilidad; sin culpabilidad, no hay tribunal; sin tribunal, no hay Juez; sin el Juez, no hay justificación y sin justificación no hay necesidad de la encarnación ni la crucifixión.  Toda la realidad y toda la gloria de la redención dependen de la existencia y la excelencia de la ley.

La Sorprendente Forma En Que Pablo Habla Acerca De La Ley

Hacemos este énfasis para mostrar el contraste que hay con las muchas declaraciones negativas que hace Pablo acerca de la Ley.  Es increíble.  Debe hacernos temblar.  Es sorprendente hablar de la ley como Pablo lo hace.

Algunos ejemplos:

  • Romanos 3:20: “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado”.
  • Romanos 3:21: “Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada”.
  • Romanos 3:28: “concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”.
  • Romanos 4:13-14: “Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe.  14 Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa”.
  • Romanos 5:20: “la ley se introdujo para que abundara la transgresión”.
  • Romanos 6:14: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia”

Y peor aún. . .

  • Romanos 7:4: “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos”.

En otras palabras – y lo decimos con temeroso cuidado – la Ley nos impide casarnos con Cristo.  Solo nuestra muerte a la Ley puede librarnos de la Ley para pertenecer a Cristo.  Hay más:

  • Romanos 7:5: “Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte”.

La Ley despierta el pecado y se alía con el pecado para causar la muerte.  Y finalmente. . .

  • Romanos 7:6: “Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra”.

La Ley estorba la vida en el Espíritu.  Usted debe ser libre de ella: “de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu”.

Todas estas declaraciones son increíbles en los labios de un simple hombre,  aun para un hombre inspirado.

Hago esta exposición ante ustedes para que se sientan la urgencia de la pregunta que da comienza al texto de hoy.  Romanos 7:7: “¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley?”. Recuerden que había santos en el Antiguo Testamento que amaban la Ley de Dios. Salmo 119:97, “¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. Las palabras de Pablo debieron haber parecido acusaciones totalmente injustas a algunos santos humildes.

¿Se sentía cohibido Pablo por esta razón?  ¿Le importaba lo que pensaran las personas acerca de la Ley?  Sí, le importaba tremendamente – y por eso vamos a estudiar esta cuestión durante varios domingos.  A él le importa lo que usted piense de la Ley, y lo que hace con la Ley.  Realmente, es importante.  Hoy simplemente comenzaremos con la respuesta a la pregunta de Pablo.

La Ley Es Santa Y Justa Y Buena

Su repuesta viene inmediatamente en el versículo 7: “¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley?”.  Respuesta: “¡De ningún modo!” ¡No!  La Ley no es el pecado.  Esta es su respuesta negativa.  Pero luego, en el versículo 12, lo expresa positivamente con mucho más poder: “Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno”.  Entiendan la fuerza de su planteamiento.  No es solo que la Ley no es pecado, y no solamente que es santa, y no solamente que es justa, sino que también que es buena.

Hay otro texto en Romanos donde Pablo junta las palabras “justo” y “bueno,” es decir, Romanos 5:7, donde dice, “porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno”.  Esto significa que un hombre, considerando simplemente justicia, puede ser suficiente admirado como que alguien muera por él.  Pero un hombre “bueno” – un hombre considerado principalmente por su bondad, no solamente por su justicia – es un hombre que se hace tan querido que usted estará preparado a morir por él.  La “justicia” se enfoca en lo que es legal y correcto.  La “bondad” se enfoca en lo que es servicial y amoroso.  No están en conflicto.  Pero representan dos maneras de ver y actuar – cada una adecuada en su propia forma.

Por tanto, cuando Pablo dice que la Ley es santa y justa y buena, quiere decir que la Ley no es solamente la rigurosa norma de lo que es correcto y justo, sino también de lo que es provechoso.  La Ley, además, expresa el cuidado de lo correcto.

Escuchemos entonces la defensa de Pablo a la Ley como santa y justa y buena.  Desde la mitad del versículo 7 hasta el final del versículo 11 está la defensa de Pablo a la Ley, a pesar de todas sus descripciones aparentemente negativas.

Pablo comienza en la mitad del versículo 7 respondiendo: No, la Ley no es pecado, “Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: No codiciaras”.

Conozca Su Pecado

La primera verdad que veo en esta defensa de la Ley es que debemos conocer el pecado.  Es importante que conozcamos nuestro pecado.  Es bueno conocer nuestro pecado.  Pablo lo supone, ¿verdad?  Para defender su declaración de que la Ley no es pecado, que – es santa, justa, buena –  dice: «no es pecado, porque sin ella, yo no conocería el pecado».  Ahora si no fuera bueno, correcto, útil e importante que conociéramos nuestro pecado, este no fuera un buen argumento.  Simplemente diríamos «“¡A quién le importa si conocemos nuestro pecado!”». Bueno, a Pablo le importa.  A Dios le importa.  Y a mí me importa que sea importante para usted.

¡Oh cuántos peligros corremos al no conocer nuestro pecado!  Vendrá pesar sobre nosotros mismos si nunca llegamos a sentir la tristeza de conocer nuestro pecado. Vendrá dolor sobre el alma, el matrimonio, la familia, la iglesia y el mundo sino probamos el dolor de conocer nuestro pecado.  Sino experimentamos la auto-devastación de conocer nuestro pecado, experimentaremos una gran devastación.  Sino perdemos nuestro orgullo en el conocimiento de nuestro pecado, experimentaremos una pérdida eterna.

Si existe alguna esperanza, alguna fe, algún gozo, alguna paz y algún amor, provienen del conocimiento de nuestro pecado.  Por eso, ¡conozcan su pecado!

¿Y saben cuál es una de las evidencias más claras del pecado en este mismo lugar?  Algunos de ustedes han interpretado lo que acabo de decir como: experimentemos con el pecado.  El pastor acaba de decir que debemos probar un poquito de la pornografía, probar algo de la fornicación, probar un poco de mentir y robar o maldecir.  Para conocer la sensación.  Para entenderlos profundamente.  El pastor lo dijo.  Ustedes saben que no es lo que quiero decir, pero el pecado siempre busca maneras de explotar la mente para sus propios deseos, la captura y hace que algunos de sus pensamientos necios parezcan creíbles.  ¡Oh cuán sutil y engañoso es nuestro pecado!

¿Quién Entiende Todo el Poder Del Pecado?

No, no es necesario experimentar con los pecados individuales para conocer el poder del pecado en la vida. Piensen en la siguiente ilustración.  Algunos dicen: «De veras, ¿cómo puedes conocer el poder de la tentación a codiciar – por ejemplo mirar la pornografía del Internet – si nunca te has entregado y la has experimentado? ». Permítanme darles una respuesta en forma de una parábola.  Hay tres hombres – mujeres, ustedes cambien la situación para que la parábola se aplique a su situación – y cada uno de ellos está al lado de un foso de lujuria y pecado.  Hay cuerdas que se extienden del foso, y cada una está amarrada alrededor de la cintura de cada persona.  La fuerza ejercida por cada cuerda es 100 libras.

El primer hombre comienza a ser tirado hacia el foso lo cual le parece emocionante, pero él sabe que es peligroso.  Cinco libras de presión, diez libras, quince libras.  Él resiste y lucha.  Veinte libras, veinticinco.  Él se afinca con sus talones en toda su fuerza.  Treinta libras, treinta y cinco libras, y la cuerda comienza a apretarlo, él no resiste más, y salta al foso.  El hombre hace un “clic” con el mouse de la computadora.

El segundo hombre comienza a ser tirado hacia el foso.  Cinco libras de presión, diez libras, quince libras.  Resiste y lucha.  Veinte libras, veinte y cinco libras.  Se pone sobre sus talones.  Treinta libras, treinta y cinco libras, y la cuerda comienza a apretarlo.  Él dice, ¡No! Y lucha aun más.  Cuarenta libras, cuarenta y cinco libras, cincuenta libras, cincuenta y cinco libras.  Ahora es difícil respirar mientras la cuerda se aprieta más alrededor al estómago y le duele.  Sesenta libras, y el hombre no resiste más, y salta al foso.  Clic en la computadora.

El tercer hombre comienza a ser tirado hacia el foso.  Cinco, diez, quince, veinte, veinte y cinco libras de presión.  Él resiste y lucha.  Treinta, treinta y cinco, cuarenta, y la cuerda comienza a apretarse.  Él dice, ¡No! Y lucha.  Cincuenta libras, sesenta.  Es difícil respirar mientras la cuerda se aprieta alrededor del estómago y le duele.  Setenta libras y sus pies se mueven hacia el foso.  Él grita por ayuda y agarra una rama – en forma de una cruz.  En la distancia él ve a su esposa trabajando, confiando en él; él ve a sus niños jugando, y en sus corazones admirándole a él.  Y más allá de todos, él ve a Jesucristo con una herida en su lado, puesto con ambas manos levantadas en puños y con una sonrisa grande.  Y lleno de pasión, el tercer hombre mantiene su posición.  Setenta y cinco, ochenta, ochenta y cinco libras, y la cuerda corta a su cuerpo y el dolor es intenso.  Noventa, noventa y cinco y las lágrimas caen de sus ojos.  Cien libras – y la cuerda se rompe.  No hay clic en la computadora.

Pregunta: ¿Cuál hombre conoce el completo poder del pecado?

Si este fuera un sermón acerca de la lujuria, yo miraría alrededor de este lugar y diría, « ¿Hay algunos soldados aquí?  ¿Hay alguien aquí que tiene sangre en su vestido y cicatrices en su costado?  ¿Conoce el poder de la tentación?  O ¿simplemente salta antes de que su poder se haya ido?».

Pero este no es un mensaje acerca de la lujuria.  Y ahora solo estoy es contestando a la objeción de que la única, o la mejor manera, de conocer el pecado es entregarse a la tentación, experimentar con el pecado y andar en el foso.  No es la verdad.

Entonces, hasta este momento he enfatizado una sola enseñanza del versículo 7.  Y es todo que voy a decir hoy, o sea, que es importante conocer nuestro pecado ¡Conozca su pecado! Esta es la primera defensa que Pablo hace de la ley.  Dice, ¡la ley no es pecado!  Por el contrario, la Ley me ayuda a conocer mi pecado.  Y este conocimiento es santo.  Este conocimiento de mi pecado es justo.  Este conocimiento de mi pecado y de mí mismo como pecador es bueno, precioso, que cuida, que me ama.  Esta es mi enseñanza en esta mañana.

El Placer De Conocer Nuestro Pecado. . . Perdonado

Pero, ¿por qué?  ¿Por qué es bueno conocer?  Y ¿por qué es precioso conocer nuestro pecado?  ¿Qué hay de bueno y precioso en la tristeza y el dolor y en la pérdida y la auto-devastación y en la humillación de conocer mi pecado – no mis pecados – sino mi pecado?   Y, ¿por qué en el versículo 7 Pablo enfatiza específicamente la codicia (el deseo)?  ¿Qué nos dice acerca de nosotros mismos y de la condición de nuestro corazón?

Estas respuestas las veremos en la próxima semana. Y si tienen dudas acerca de si es un tema apropiado para el Domingo de Ramos, recuerden: algunos de los que tenían ramas de la palmera el día domingo, también gritaron, “Crucifícale” en viernes siguientes ¿Lo entienden?  Todas estas historias son para nosotros.  Porque somos así.  Y ese es el pecado.  Y lo repito, « ¡Oh, cuánto dolor experimentamos al no conocer el dolor de nuestro pecado!».  Y, como veremos próxima semana, ¡Oh, cuánto placer recibimos al conocer nuestro pecado – perdonado!  Si usted intenta cortar camino evitando el dolor de conocer su pecado (como pecado), entonces no conocerá los placeres de los que deleitan a Jesús. Casi no lo deleitará.  De hecho, se preguntará, « ¿Por qué la gente usan palabras como ‘deleitar’ a Jesús?»  ¡Vengan para que juntos encontremos la respuesta!