Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre, parte 1

Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía. Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer. Él, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.”

Mientras nos acercamos al final de nuestra serie en el matrimonio—esta semana y la que sigue—es importante que pensemos juntos en lo que implica el significado del matrimonio para el divorcio y volverse a casar. Para muchos de ustedes que han caminado por el divorcio y ahora están solteros o casados otra vez, o para los que sus padres están divorciados, o algún otro ser querido, la simple mención de la palabra conlleva un enorme sentimiento de tristeza, amargura, pérdida, tragedia, desilusión, enojo, pesar y culpabilidad. Pocas cosas son más dolorosas que el divorcio. Corta hasta las profundidades de una persona como ninguna otra herida de alguna relación. Emocionalmente, destruye más el corazón que la muerte del esposo o la esposa. La muerte generalmente es un dolor limpio. El divorcio generalmente es un dolor sucio. En otras palabras, la enorme pérdida de un  esposo o una esposa  en la muerte es rebasada en el divorcio por el horror del pecado e indignación moral de haber sido ofendido.

La Devastación del Divorcio

Nos toma muchos años llegar y muchos años en asentarnos y ajustarnos. Las curvas de la vida son inmensurables. Los sentimientos de falla y culpabilidad pueden torturar el alma. Como el salmista, noche tras noche un esposo o esposa se duerme con lágrimas (Salmo 6:6). El  rendimiento en el trabajo es muy bajo. La gente ya no sabe cómo relacionarse contigo y tus amigos empiezan a alejarse. Sientes como si trajeras una gran D roja en el pecho. La soledad no es como soledad de ser un viudo o viuda o una persona que nunca ha estado casada. Esta soledad es única. (Es la razón por la que tantas gentes divorciadas se encuentran entre sí). El sentido de un futuro devastado puede ser consumir todo lo demás. Las controversias de la corte conforman una miseria personal. Y luego, regularmente está el lugar agonizante de los hijos. Los padres esperan que las cicatrices no lastimen a los niños o arruinen sus matrimonios algún día. Las tensiones sobre la custodia y el apoyo financiero hacen más profundas las heridas. Y luego los extraños y artificiales derechos de visitación pueden alargar la tragedia por décadas. A todo esto añádele que en los Estados Unidos esto sucede en cuatro de cada diez parejas casadas.

Respondiendo al Divorcio

Hay dos formas de responder a esta situación con amor y cariño. Una es ir con las personas divorciadas y estar junto a ellas cuando lloran y se arrepienten de sus pecados. Y luego estar con ellos a través de las transiciones y ayudarlos a encontrar una forma de disfrutar el perdón y la fuerza de la nueva obediencia que Cristo obtuvo cuando murió y se levantó de nuevo.

La otra forma de responder con amor y cariño es promover un odio hacia el divorcio, y por qué está contra la voluntad de Dios, y hacer todo lo que es bíblicamente posible para prevenirlo. Compromisos en la pureza y la permanencia del matrimonio—posiciones que debilitan la solidez del pacto—puede parecer amor en corto plazo, pero destruyen después de décadas. Preservar la solida institución del pacto matrimonial con estándares altos  puede ser duro a corto plazo, pero trae miles de bendiciones para generaciones futuras. Espero que estas dos formas de amor y cariño florezcan en Belén.

El Pacto se Mantiene Hasta que Cristo lo Remueve

Una de las razones por las que he enfatizado tanto el significado principal del matrimonio en esta serie, es que el significado del matrimonio es tal que los seres humanos no pueden legalmente romperlo. El significado principal del matrimonio es la representación del pacto de amor entre Cristo y su iglesia. Para vivir esta verdad y mostrar esta verdad es lo que significa, en lo más profundo, el estar casado. Es la razón principal por la que existe el matrimonio. Hay otras razones, pero esta es la principal. Por lo tanto, si Cristo abandonara y descartara a su iglesia, un hombre podría divorciarse de su esposa. Y si la iglesia comprada con sangre, bajo el nuevo pacto, alguna vez deja de ser la esposa de Cristo, entonces una mujer puede legítimamente divorciarse de su esposo. Pero mientras Cristo mantenga su pacto con su esposa, la iglesia, y mientras la iglesia, por la gracia sustentante de Dios, se mantenga como la gente escogida por Jesucristo, entonces el significado del matrimonio incluirá: Lo que Dios unió, sólo Dios lo puede separar, no el hombre.

Tomando En Serio Lo Sagrado

Oh, cómo oro para que uno de los efectos de esta serie sea que nos haga personas profundamente comprometidas con lo sagrado del matrimonio.El mundo trata a este diamante como a cualquier otra piedra. Pero, de hecho, el matrimonio es más sagrado de lo que la mayoría de las personas creen. Es una creación única de Dios, un reflejo dramático de la relación de Dios con su pueblo, y un retrato de la gloria del pacto del amor de Dios. Contra todas las actitudes del matrimonio en el mundo—el mundo de Jesús y nuestro mundo—las palabras de Jesús te dejan sin aliento. Este es el trabajo de Dios, no del hombre, y no está entre los privilegios del hombre terminarlo.

Jesús Conoce a Moisés

En nuestro texto en Marcos 10:1 en adelante, los Fariseos vinieron a Jesús y le preguntaron si era lícito al marido repudiar a su mujer. Esa es la pregunta. Hoy, la gente ya no la hace. Se asume. No solo es legal, sino que es fácil y barato. Solamente busca en Google la palabra “divorcio” y mira los resultados (“divorcio fácil en línea,” “simple divorcio en línea,” “divorcio sin fallas, $28.95,” “divorcio fácil en línea, $299”) Déjenme decir esto seria y cuidadosamente: Aquellos que se burlan de los diseños de Dios y la gloria de Cristo, y construyen sus vidas y negocios e industrias alrededor de hacer el divorcio fácil y barato están debajo de la ira de Dios, y deben arrepentirse y buscar su perdón a través de Cristo antes de que sea demasiado tarde.

Jesús sabía que los Fariseos en general, eran una generación adúltera (Mateo 12:39). Él sabía como ellos defendían los divorcios. Así que los lleva a ese mismo lugar y les pregunta en Marcos 10:3, “¿Qué os mandó Moisés?” Los lleva a Moisés. Pero ellos deben tener cuidado aquí. Moisés no solamente escribió Deuteronomio, el cual están a punto de citar. Él también escribió Génesis. Versículo 4: “Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.” Eso es verdad. Es una referencia a Deuteronomio 24:1.

¿Qué dirá Jesús en respuesta a esta defensa del divorcio? Versículo 5: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento.” Esto es increíble. En otras palabras, implica que hay leyes en el Antiguo Testamento que nos son expresiones de la voluntad de Dios para todo el tiempo, sino expresiones de cómo manejar mejor el pecado en un grupo de gente específico en un tiempo específico. El divorcio nunca es mandado y establecido en el Antiguo Testamento. Pero estaba permitido y regulado. Como la poligamia estaba permitida y regulada, y ciertos tipos de esclavitud estaban permitidos y regulados. Y Jesús dice aquí que este permiso no era un reflejo del ideal de Dios para su pueblo; era un reflejo de la dureza del corazón humano. “Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento.”

De Vuelta a la Creación

Después Jesús lleva a los Fariseos (y a nosotros) de vuelta a la voluntad de Dios en la creación y cita Génesis 1:27 y 2:24 para mostrarnos la forma que debía ser. Versículo 6-8: “pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” Ese es el final de su cita de la escritura. Ahora la pregunta es, ¿Qué va a hacer con eso? Claramente Jesús ve tensión entre Deuteronomio 24 y Génesis 1 y 2. El pero al principio del versículo 6 (pero al principio de la creación…) significa que la voluntad de Dios sobre el divorcio en Génesis 1-2 no es la misma que la expresión de su voluntad en Deuteronomio 24.

Así que la pregunta es: ¿Qué camino tomara Jesús? ¿Acaso dirá: Bueno, todavía hoy hay dureza del corazón, aún en mis discípulos, y por eso Deuteronomio expresa la voluntad de Dios para los cristianos hoy? ¿O acaso dirá: yo soy el Mesías, el Cristo; El Hijo del Hombre ha venido al mundo a recoger a la gente que, por fe en él y unión en él, reflejen el verdadero significado del matrimonio en la forma en que mantengan su pacto matrimonial? ¿Caerá el énfasis en el hecho de que en la iglesia todavía hay dureza de corazón, o caerá el énfasis en el hecho de que lo viejo ha pasado y lo nuevo ha llegado (2 Corinitos 5:17)?

Las Tres Conclusiones de Jesús

Jesús saca tres conclusiones del versículo 8b y el versículo 9:

  1. Él dice en el versículo 8b, “Así que no son ya más dos, sino uno.” En otras palabras, porque Dios dice en Génesis 2:24, “los dos serán una sola carne,” entonces Jesús concluye para su tiempo y el nuestro: “Así que no son ya más dos, sino uno.” El matrimonio es ese tipo de unión—muy profunda, justo como Cristo y la iglesia son un cuerpo (Romanos 12:5).
  2. La segunda conclusión que da Jesús es que la unión de una sola carne es la creación, el trabajo, de Dios, no del hombre. Él dice en el versículo 9, “Por tanto, lo que Dios juntó…” Así que aún cuando dos humanos deciden casarse y un pastor o sacerdote humano o alguna otra persona legalice y solemnice la unión, todo eso es secundario al actor principal, que es Dios. “Lo que Dios juntó…” Dios es el actor principal en el evento del matrimonio.
  3. Luego Jesús saca la conclusión del final del versículo 9: “No lo separe el hombre.” La palabra traducida como “hombre” aquí (“No lo separe el hombre”) no es la palabra para “varón” comparado con “mujer”, sino la palabra para “humano” comparado con “divino”. El contraste es: Si Dios juntó al hombre y la mujer en el matrimonio, entonces los simples humanos no tienen derecho para separar lo que él unió. Ésta es la tercera conclusión que Jesús hace de Génesis 1 y 2. Como Dios creó esta sagrada unión con este propósito sagrado de representar la firmeza irrompible de su pacto de amor con su pueblo, simplemente no está dentro de los derechos del hombre el destruir lo que Dios ha creado.

Terminado con los Fariseos

Ése es el final de la conversación de Jesús con los Fariseos acerca del divorcio. Él tiene más que decirles a sus discípulos, pero ya terminó con los Fariseos. Ellos ya no preguntan. Él ya no dice nada más. Ellos llegaron con su pregunta. Jesús les dio su respuesta. Ellos preguntaron, “¿Es lícito al marido repudiar a su mujer?” Y Jesús contesta: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” No. No es conforme a la ley. Contradice el significado principal del matrimonio.

Por supuesto, alguien podría decir, siempre ha contradicho el significado del matrimonio—aún con el permiso escrito en Deuteronomio. Pero Jesús no está pensando de esa forma. Está llamando a sus seguidores a un estándar más alto que el compromiso de corazón duro en Deuteronomio.

Jesús No Vino a Reafirmar a Moisés

Jesús no vino simplemente a afirmar la ley mosáica. Él vino a completarla en su propia muerte y obediencia que consume, perdona y justifica, y luego a llevarse a sus seguidores rescatados, perdonados y justificados a los estándares altos que fueron hechos por Moisés. Recuerda Mateo 5:17, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Y luego les da seis ejemplos de cómo se ve esta obediencia radical en sus discípulos. Aquí están solamente dos: 1) “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás….Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” (Mateo 5:21-22). 2) Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28). Y hay cuatro más como éstos en Mateo 5.

Jesús Vino a Cumplir a Moisés

En otras palabras, Jesús no solamente vino a cumplir la ley en su trabajo, sino a llevar a su pueblo a un entendimiento radical de la ley y a una obediencia radical de la ley que no está basada en la ley, sino en él mismo, y por eso refleja la llenura de la voluntad de Dios para con nosotros—y especialmente refleja el evangelio, el trabajo del pacto de Cristo en el Calvario por su iglesia. El matrimonio entre cristianos es principalmente para expresar la verdad del evangelio—que Cristo muere por su iglesia que lo ama, y nunca rompe su pacto con su esposa.

En esencia, Jesús dice, “Han escuchado que fue dicho, ‘Está permitido el divorcio.’ Pero yo les digo, ‘He venido a conquistar la dureza del corazón. He venido a morir por sus pecados. He venido a contarlos como rectos. He venido a enseñarles la representación que el matrimonio personifica en mi pacto de sacrificio por mi esposa pecaminosa. He venido a darles el poder de permanecer casados o permanecer solteros, para que de cualquier forma cumplan sus promesas y muestren como es mi pacto, y qué tan sagrado es el pacto matrimonial.”

Así que cuando los Fariseos se van y Jesús está en la casa con sus discípulos, el presenta el tema más corta y radicalmente. Marcos 10:10-12: “En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.”

Para la Semana Siguiente

Marcos no reporta lo asombrados estaban los discípulos al oír estas palabras; Mateo sí. Trataré de mostrar con estos dos importantes pasajes en Mateo (5:32; 19:9) y tres en 1 Corintios 7:10-11, 12-16, 39) y uno en Romanos (7:1-3) el porqué creo que debemos encarar el valor del consejo de Cristo aquí, y aconsejar contra casarse otra vez después del divorcio mientras el esposo o la esposa siga vivo. Eso es a lo que Cristo nos llama como seguidores suyos. Mantén tus promesas matrimoniales en tal forma que puedas decir la verdad acerca del pacto irrompible del amor de Cristo.

El Divorcio y el Evangelio

Pero al terminar hoy quiero enfatizar que lo que Jesús dice aquí en los versículos 10-12 son buenas noticias increíbles—aún para aquellos que se han divorciado y vuelto a casar. Aquí está el porqué: Jesús dice, no te divorcies de tu esposo o esposa y te cases con alguien más. Si lo haces, cometes adulterio. ¿Por qué es adulterio? Principalmente, es adulterio porque traiciona la verdad sobre Cristo de que el matrimonio es para exponer. Jesús nunca, nunca, nunca le hace eso a su esposa, la Iglesia. Nunca la rechaza. Nunca la abandona. Nunca abusa de ella. Siempre la ama. Siempre la trae de regreso cuando se aleja. Siempre es paciente con ella. Siempre cuida de ella, provee para ella y la protege y, maravilla de maravillas, se deleita en ella. Y tú—tú que te has casado una vez, cinco veces, nunca—si te arrepientes y confías en Cristo—recíbelo como un tesoro que cargó con tu castigo y que se volvió tu justificación—estás en la esposa. Y así es como él se relaciona contigo. “Que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43).

El llamado radical de Jesús a nunca divorciarse y casarse otra vez es una declaración del evangelio por la cual la gente que ha fallado puede ser salvada. Si Cristo no fuera de esta forma, todos estaríamos deshechos. Pero esto es qué tan verdadero, tan fiel, y cuánto él nos perdona. Por lo tanto, somos salvados.