¿Se puede centrar demasiado en uno mismo en la búsqueda de la seguridad de la salvación?

Lo siguiente es una transcripción editada del audio

¿Se puede estar demasiado centrado en uno mismo buscando seguridad de salvación?

Sí, se puede. Se puede llegar a estar obsesionado con uno mismo, lo cual acabará no produciendo lo que se está tratando de producir. Él que analiza constantemente sus motivos, él que analiza constantemente su pasión —"¿Soy tibio y seré escupido de su boca?” – o su claridad doctrinal, destruirá aquello que está buscando.

La razón es porque no logramos la seguridad mirándonos en el espejo. Logramos la seguridad, sobre todo, mirando a Cristo y a la suficiencia de la obra que hizo en la cruz.

Esto no quiere decir que no hagamos introspección espiritual, ya que 2 Corintios 13:5 nos dice que hay que ponerse a prueba para ver si estamos en la fe. Y el libro entero de 1 Juan está escrito para darnos pruebas de fe, pruebas como “Si odias a tu hermano, no conoces Dios”.

Pero una vez que se ha hecho la introspección y se ha visto lo que hay para ver, una vez que nos hemos arrepentido de la mayoría de nuestro pecado y nos hemos visto alentados por las evidencias de gracia ¿Qué hacemos después? No logramos la seguridad por ver esos atisbos principalmente. Hacemos lo que tenemos que hacer. hacemos nuestro trabajo espiritual, y después centramos nuestros ojos en las promesas esperanzadoras.

Dice en Romanos 15:4 (LBLA) que “Todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” Por tanto, estar enraizado en las Escrituras, y sobre todo en el centro de las Escrituras, la cruz de nuestro Señor Jesucristo, satisface nuestro anhelo de esperanza. Al mirar a Cristo, somos despertados para sentir la suficiencia de su obra por los pecadores.

“Contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria” dice Pablo en 2 Corintios 3:18. Y cinco versículos después dice que vemos la gloria del Señor en el conocimiento del evangelio de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Fijamos nuestras mentes y nuestros corazones en el centro de la Biblia (que es Jesucristo, crucificado y resucitado, reinando y proporcionándonos una justicia ajena que sólo tenemos por la fe), este centro glorioso del evangelio es donde se despierta la esperanza, donde es encendida y preservada, y donde se mantiene la seguridad.

Trato con muchas personas que, cuando las guio por los distintos pasos para lograr la seguridad, responden diciendo “Pero esto, y esto, y esto” etc. Siempre dicen que piensan que hay otra razón por la cual no deberían tener la seguridad. Y sabes, por último, llegas a Cristo, al evangelio, a la cruz, y no hay nada más que puedas decir. Dices, “Váyanse a casa después del servicio y mediten en la cruz”.

Una vez escuché a una mujer, que había salido de los testigos de Jehova, dar un testimonio, y dijo que estaba a punto del suicidio porque no podía hacer suficientes obras para darse la seguridad que sentía que necesitaba (la cual pensaba que solo podía lograr a través de obras). Pero antes de intentar suicidarse, – era un Viernes Santo por la noche – alguien le había dicho que leyese el evangelio de Lucas.

Se arrodilló ante su cama, y comenzó a leer todo el evangelio de Lucas, antes de su intento de suicidio, para ver si había alguna última esperanza. Y cuando llegó a los últimos capítulos, fue la contemplación de Cristo en la cruz, perdonando a un ladrón y diciendo, “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”, lo que la quebrantó. Y dio testimonio la mañana de pascua siguiente diciendo que fue el acto de mirar a Cristo, crucificado, lo que le salvó de una falta suicida de seguridad. Toda su introspección y todos sus esfuerzos no lograron lo que contemplar a Cristo pudo hacer.