Dios en Cristo: El Precio y Premio del Evangelio

Romanos 5:1-11

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.

Lo que significa "marca"

Cuando usted me escucha decir que estamos en una serie de mensajes sobre las marcas o características de Bethlehem, no piense en una marca en la pared. No piense en "exclusividades de treinta años". Ni siquiera me gusta la palabra distintiva. Parece connotar un deseo de ser doctrinalmente diferente de otros. Nuestra mentalidad es exactamente la opuesta. Estamos atentos para no ser diferentes a las enseñanzas históricas de la iglesia. Lo último que quiero predicar son nuevas doctrinas exclusivas a nosotros. Cuando decimos "marcas", nos referimos a verdades que nos definen y moldean y que son preciosas. No nos referimos a perspectivas que hemos desarrollado y que nos alejan del resto de la iglesia de Cristo. No queremos salirnos. Queremos estar brazo con brazo con millones de fieles creyentes de la Palabra de Dios. La verdad sí divide. Pero también une. Y nos deleitamos más en el poder unificador de la verdad.

Así que siempre estamos probando nuestras interpretaciones de la Biblia al mirar la historia de la iglesia. Si no podemos encontrar en ella nuestras interpretaciones, tendríamos mucho cuidado al predicarlas en este púlpito. Los cultos y sectas nacen de las mentes de líderes que anhelaban ser diferentes. Los Testigos de Jehová, los Mormones, la Iglesia Unificación, la Ciencia Cristiana, todos nacieron de la mente de maestros que querían nuevas revelaciones e interpretaciones, y las encontraron. Se sentían descontentos con la limitación de la Biblia y sus interpretaciones históricas.

Hoy hay muchas advertencias saludables y garantizadas sobre la idolatría histórica. Hay advertencias sobre la admiración desordenada y abierta, y sobre la imitación a los líderes históricos como Agustín, Aquino, Calvino, Lutero, los puritanos, Edwards, Wesley, Spurgeon, Barth, Chesterton, Lewis, etc. Pero debemos tener cuidado de no exagerar esta crítica. Las personas con grandes héroes históricos tienden a no verse a sí mismos como héroes. Están demasiado ocupados aprendiendo de ellos. Esto significa que, con todos sus peligros, admirar a una gran línea de héroes históricos, al menos, te impedirá comenzar una secta.

Fundamentos sabios y raíces profundas.

Nuestros instintos van más en esa dirección. Nuestras marcas teológicas de treinta años no son nuevas, no son únicas en nosotros, no están solo en la pared, no son exclusivas, no son excéntricas. Todas tienen amplios fundamentos en la Biblia y profundas raíces en la historia del pueblo de Dios. Y si alguna de ellas alguna vez mereció ser protegida de la distorsión de lo novedoso, es la marca de hoy, a saber, el Evangelio de Jesucristo.

Mi título es: "Dios en Cristo: El Precio y Premio del Evangelio". Queriendo decir: Dios en Cristo es el Precio y Premio del Evangelio. El Premio del evangelio es la Persona que pagó el precio, Dios en Cristo. En otras palabras, el Evangelio es la buena noticia de que Dios, en Cristo, pagó el precio del sufrimiento, de modo que pudiéramos tener el premio de disfrutarle eternamente. Dios pagó el precio de Su Hijo para darnos el Premio de Sí mismo.

Para explicar el significado de esto y para mostrar cuán bíblico es, pienso que sería útil tomar tres fotos instantáneas del título del sermón, desde tres lugares diferentes. Una desde Romanos 5, una desde la historia de la iglesia, y una desde 1ra a los Corintios 15.

Precio y Premio en Romanos 5

Tenga en mente que la palabra "evangelio" significa buena noticia; en este caso, la buena noticia de Dios para el mundo. ¿Cuál es el precio y premio de esa buena noticia según Romanos 5? Este es el precio en Romanos 5:6-8:

Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

El precio del evangelio es la muerte de Cristo. Versículo 6: "Cristo murió por los impíos", Versículo 8: "Cristo murió por nosotros", Dios nos amó mientras éramos pecadores y pagó un precio para que pudiéramos tener un premio infinito. Ese precio fue la muerte de Su Hijo. Y, ¿cuál fue el premio que compró para nosotros cuando pagó ése precio? Versículos 9-11:

Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.

¿Qué adquirió Dios por nosotros mediante el precio de Su Hijo? Versículo 9: "habiendo sido ahora justificados por su sangre". Y más: Versículo 9b: Por esa justificación seremos salvos por medio de Él de la ira. ¿De qué necesitamos ser salvados? De la ira de Dios. "Entonces mucho más, [...] seremos salvos de la ira de Dios por medio de El" (versículo 9). Pero, ¿es ése el premio más elevado, el mejor, el más satisfactorio, del evangelio?

No. El versículo 11 comienza diciendo: "no solo esto". Y el versículo 10 había dicho: "seremos salvos por su vida". Entonces, el versículo 11 lo lleva a un nuevo nivel: No solo esto: "nos gloriamos en Dios" Ése es el bien supremo y final de la buena noticia. No hay otro "mucho más" después de este. Aquí solo tenemos a Pablo diciendo, de nuevo, cómo llegamos aquí: Versículo 11b: "por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación".

El fin del evangelio es gloriarnos en Dios. El bien más elevado, más pleno, más profundo, más dulce del evangelio, es Dios mismo, disfrutado por Su pueblo redimido. De ahí el título de este mensaje: "Dios en Cristo: El Precio y Premio del Evangelio". Dios en Cristo se volvió el Precio (Romanos 5:6-8), y Dios en Cristo se volvió el Premio (Romanos 5:11). El evangelio es la buena noticia de que Dios compró, para nosotros, el disfrute eterno de Dios. Ésto es lo que quiero decir cuando digo: "Dios es el Evangelio".

Precio y Premio en la historia de la iglesia

La segunda instantánea de nuestro título de sermón proviene de la historia de la iglesia. Durante quinientos años, los cristianos protestantes han resumido el evangelio en términos de los cinco "solas", que en latín significa "único", o "solo". Y todo lo que hago al darles este resumen es añadir uno que está implícito en los otros. Así que en estas formas históricas, yo definiría el evangelio diciendo:

Revelado con autoridad suprema solo en Las Escrituras

El Evangelio es la buena noticia

solo por fe

solo mediante la gracia

solo sobre el fundamento de Cristo

solo para la gloria de Dios

de que los pecadores solo tienen un gozo supremo y pleno en Dios.

Todas estas afirmaciones están fundamentadas en la Biblia.

  • Solo Las Escrituras son la autoridad suprema para revelar y definir el evangelio de Cristo (Gálatas 1:9). "Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema". La entrega apostólica del evangelio es suprema y decisiva.

  • Solo por fe (Romanos 3:28): "Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”. La fe, y nada más, es la manera de recibir el don de la justificación.

  • Solo mediante gracia (Efesios 2:5; 8-9): "Cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados) [...] Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".

  • Solo sobre el fundamento de Cristo (Hebreos 7:27): "[Cristo] no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando se ofreció a sí mismo". (Vea Hebreos 9:12; 10:10). Una vez para siempre y de un modo decisivo. Nada puede añadirse a la obra de Cristo para cubrir nuestros pecados, y ésa obra no puede repetirse.

  • Solo para la gloria de Dios (Efesios 1:6). "Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo. . . para alabanza de la gloria de su gracia". Dios nos salvó de tal manera que no hubiera jactancia humana (Efesios 2:9; 1ra a los Corintios 1:26-31), sino que todo mostrara Su gloria.

  • Plenitud de gozo solo en Dios (Salmo 16:11; 73:25s): "El tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre". "¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre”.

Este es el evangelio según lo han pensado millones de cristianos durante siglos, y estamos contentos de unir brazos con esta gran herencia de la Reforma. "Dios en Cristo: El Precio y Premio del Evangelio".

Precio y Premio en 1ra a los Corintios 15

La tercera instantánea de nuestro título de sermón proviene 1ra a los Corintios 15. Aquí veo que el evangelio tiene seis elementos o seis aspectos, cinco de los cuales son explícitos en el texto y uno es implícito. Versículos 1-4:

Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras

** Seis elementos indispensables del evangelio **

Aquí hay seis elementos del evangelio. Si uno de esos seis faltara, entonces no habría evangelio.

  1. El evangelio es un plan divino. Versículo 3b: "que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras", según Las Escrituras escritas cientos de años antes de que Él muriera. Lo que significa que el evangelio fue planeado por Dios mucho antes de que ocurriera.

  2. El evangelio es un evento histórico. Versículo 3b: "Cristo murió". El evangelio no es mitología. No es solo ideas o emociones. Es un evento. Y sin el evento, no hay evangelio.

  3. El evangelio es el logro divino mediante ése evento, mediante esa muerte. Proezas que Dios logró en la muerte de Jesús mucho antes de que siquiera existiéramos. Versículo 3b: "Cristo murió por nuestros pecados". Por nuestros pecados, esto significa que la muerte tenía un propósito en sí. Tenía el propósito de lograr algo. Logró cubrir nuestros pecados (Colosenses 2:14); remover la ira de Dios (Romanos 8:3; Gálatas 3:13), adquirir la vida eterna (Juan 3:16). Estos son logros objetivos de la obra de Cristo antes de que sean aplicados a alguien.

  4. El evangelio es un don gratuito de Cristo, por fe. Versículos 1-2: “. . . el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano". La buena noticia del logro de Dios en Cristo se convirtió en nuestra por fe, al creerla, al recibirla. No porque hiciéramos algo, o por merecerlo, o por obras. Lo que Dios ha hecho es gratuito para todo el que lo tendrá. Se recibe por fe. Sin la ofrenda gratuita de Cristo, por fe, no habría evangelio.

  5. El evangelio es una aplicación para los creyentes de lo que Dios logró en la muerte de Jesús. Por tanto, cuando creemos, somos perdonados por nuestros pecados (Hechos 10:43), somos justificados (Romanos 5:1), recibimos vida eterna, y docenas de otros beneficios (es por esta razón que escribí un libro llamado Cincuenta razones por las que Jesús vino a Morir [Fifty Reasons Why Jesus Came to Die]. El evangelio es la poderosa aplicación personal a nosotros de lo que Dios ha logrado para nosotros sobre la cruz.

  6. El evangelio es el disfrute de la comunión con Dios mismo. Esto está implícito en la palabra "evangelio", buena noticia. Si usted pregunta: ¿Cuál es el bien más elevado, más profundo, más satisfactorio, más amplio en contenido, de la buena noticia?, la respuesta es: Dios mismo conocido y disfrutado por Su pueblo redimido. Esto es explícito en 1ra de Pedro 3:18: "Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios"". Los demás dones del evangelio existen para que éste sea posible. Somos perdonados para que nuestra culpa no nos mantenga lejos de Dios. Somos justificados para que nuestra no nos mantenga lejos de Dios. Recibimos vida eterna ahora, con cuerpos nuevos en la resurrección, a fin de tener capacidades para disfrutar a Dios a plenitud. Pruebe su corazón. ¿Por qué quiere el perdón? ¿Por qué quiere ser justificado? ¿Por qué quiere vida eterna? ¿Es la respuesta decisiva: "Porque quiero disfrutar a Dios"?

En resumen, entonces, "Dios, en Cristo, es el Precio y Premio del Evangelio". El Premio del evangelio es la Persona que pagó el precio. El amor del evangelio que Dios da es, en un sentido supremo, el regalo de Sí mismo. Para ésto es que fuimos hechos. Ésto es lo que perdimos en nuestro pecado. Ésto es lo que Cristo vino a restaurar. "El tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre" (Salmo16:11).

Como explica Edwards

Esto le ofrezco en nombre de Cristo. De hecho, le insto a que lo reciba. Es gratuito. Todo lo que requiere es que usted vea la belleza de Cristo, y le reciba como Tesoro y Señor y Salvador. Ésto es lo que significa creer en el evangelio. Para animarles por última vez, leeré la descripción más hermosa que he leído sobre lo que quiero expresar al decir que Dios es el evangelio, y que el amor de Dios es el regalo de Sí mismo. Proviene de Jonathan Edwards en 1731, cuando tenía 28:

Los redimidos tienen todo su bien objetivo en Dios. Dios mismo es el gran bien al que son traídos para la posesión y disfrute por la redención. Él es el mayor bien, y la suma de todos los bienes que Cristo adquirió. Dios es la herencia de los santos; Él es la porción de sus almas. Dios es su riqueza y Tesoro, su alimento, su vida, su morada, su ornamento y diadema, y su honor y gloria eternos. A nadie tienen los santos en el cielo sino a Dios; Él es el gran bien que reciben los redimidos al morir, y al que resucitarán al final del mundo. El Señor Dios; Él es la luz de la Jerusalén celestial, y Él es el 'río de agua viva' que corre, y el árbol de vida que crece 'en medio del paraíso de Dios'. Son las gloriosas excelencias y bellezas de Dios las que por siempre entretendrán las mentes de los santos, y su festín eterno será el amor de Dios. Los redimidos, de hecho, disfrutarán de otras cosas; disfrutarán de los ángeles, y se disfrutarán unos a otros: pero lo que disfrutarán en los ángeles, o los unos de los otros, o en cualquier otra cosa, lo que les dará delicias y felicidad, será lo que verán de Dios en ellos. 1

Amén.


1 Jonathan Edwards, “God Glorified in the Work of Redemption, by the Greatness of Man’s Dependence upon Him, in the Whole of It (1731)” [Sermón sobre 1 Corinthians 1:29-31] en: Wilson H. Kimnach, Kenneth P. Minkema, y Douglas A. Sweeney, ed., The Sermons of Jonathan Edwards: A Reader (New Haven: Yale University Press, 1999), 74–75.