Purificados para servir al Dios vivo

Hebreos 9:1-14

Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y el santuario terrenal. Porque había un tabernáculo preparado en la parte anterior, en el cual estaban el candelabro, la mesa y los panes consagrados; éste se llama el Lugar Santo. Y detrás del segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo, el cual tenía el altar de oro del incienso y el arca del pacto cubierta toda de oro, en la cual había una urna de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que retoñó y las tablas del pacto; y sobre ella estaban los querubines de gloria que daban sombra al propiciatorio; pero de estas cosas no se puede hablar ahora en detalle. Así preparadas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente al primer tabernáculo para oficiar en el culto; pero en el segundo, sólo entra el sumo sacerdote una vez al año, no sin llevar sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en ignorancia. Queriendo el Espíritu Santo dar a entender esto: que el camino al Lugar Santísimo aún no había sido revelado en tanto que el primer tabernáculo permaneciera en pie; lo cual es un símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica ese culto, puesto que tienen que ver sólo con comidas y bebidas, y diversas abluciones y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?

Esto es antiguo y extraño y exótico para mí

Es casi inevitable que personas que viven en el mundo moderno de las computadoras, los aviones a reacción, la televisión, y los antibióticos lean estos versículos con una tremenda sensación de peculiaridad. Ese no es mi mundo, sentimos, incluso aunque no lo digamos. ¿Qué debemos hacer con ese sentimiento?

Cuando usted lee sobre algo antiguo y extraño y culturalmente exótico para su mundo presente, tiene, al menos, tres opciones para lidiar con la diferencia y la distancia que percibe de esa antigüedad y peculiaridad:

1) Puede decir: "El mundo en este texto es tan antiguo, tan exótico, y tan extraño -con sus tiendas y altares y sacrificios animales y profanaciones ceremoniales y lavamientos- que no tienen importancia alguna para mi vida. Así que lo ignoraré y lidiaré con cosas más contemporáneas".

2) O puede decir: "Bien, las verdades que realmente importan en la vida no son históricas, sino eternas más allá de la historia, así que en cada generación estas verdades son expresadas de un modo u otro en el mundo. Buscaré algunas de estas verdades eternas en los antiguos y extraños días de los sacerdotes y los sacrificios y la profanación ceremonial. Quizás mi vida sea enriquecida de alguna forma al enlazarse con el reino eterno mediante estas antiguas prácticas".

3) O puede decir: "Creo que Dios gobierna la historia y su revelación progresiva de sí mismo al mundo en la forma en que guía la historia de un período al otro. Sí, los antiguos períodos del diseño de Dios en la historia son extraños y exóticos para mí, pero no, no carecen de importancia. Cada período sucesivo ayuda a interpretar el siguiente y arroja luz sobre lo que Dios hace en el presente. Y sí, son verdades eternas que podemos aprender de antiguos y extraños períodos de la historia, pero no, esto no es todo lo que Dios está haciendo. La historia no es solo una sombra irreal del cielo. Dios mismo viene a la historia y actúa. No podemos simplemente pararnos a distancia y tratar de ver símbolos de verdades eternas. Si queremos ser salvos y vivir con eternamente con Él, entonces necesitamos volvernos parte de lo que Él está haciendo en la historia.

Por qué es relevante, aunque exótico para nosotros

Permítanme mostrarles, partiendo de estos versículos, por qué creo que la opción 3 es el modo en que debiéramos responder a la peculiaridad y rareza de este texto. Los versículos 1-7 establecen lo que el escritor quiere que veamos. Describen el antiguo período de historia y el modo en que el pueblo de Dios adoraba entonces. Versículo 1: había un "santuario terrenal". Versículo 2: este santuario, o tabernáculo, tenía una parte anterior, llamada "Lugar Santo", con una lámpara, una mesa, y pan. Versículos 3-5: detrás de esto estaba el Lugar Santísimo con un altar y un cofre con reliquias sagradas y querubines labrados sobre el altar. El versículo 6 describe al sacerdote entrando continuamente a la tienda anterior, y el versículo 7 describe al sumo sacerdote entrando solo una vez al año al Lugar Santísimo, para hacer expiación por el pueblo. En otras palabras, en este período de la historia, primitivo, extraño, exótico, el camino hacia Dios era muy limitado. Su presencia estaba detrás de la tienda anterior. Solo el sumo sacerdote podía acercarse a Él en expiación una vez al año, y tenía que ir con sangre, incluyendo sangre por sus propios pecados.

Ahora, cuando leemos el versículo 8, el escritor comienza su interpretación de este antiguo período de la historia, con sus modos extraños, exóticos. Dice: "Queriendo el Espíritu Santo dar a entender esto: que el camino al Lugar Santísimo aún no había sido revelado en tanto que el primer tabernáculo permaneciera en pie; lo cual es un símbolo para el tiempo presente". Aquí llega la pista tremendamente importante con relación a cómo quiere él que nos relacionemos con este extraño y distante período de la historia. Dice que el tabernáculo externo es símbolo para el "tiempo presente" (versículo 9a).

En otras palabras, el ritual de esta tienda, y el camino que hay entre el adorador y la presencia de Dios, son características del "tiempo presente". Note: él no está diciendo que este ritual antiguo, extraño, exótico, sea irrelevante. Y no está diciendo que la historia carece de importancia y que todo lo que importa es encontrar las verdades eternas en su simbolismo. Dice que esta tienda y estos muebles y estos rituales sacerdotales tienen que ver directamente con el tiempo, con un período de la historia. Lo llama "el tiempo presente". Esta tienda es un "símbolo para el tiempo presente" (versículo 9a).

"El tiempo presente"

Pero, ¿cuál es el "tiempo presente" que tiene en mente? ¿Y qué tiene que ver con nosotros en nuestro tiempo presente?

Sigamos leyendo y escuchándole explicar a qué tiempo se refiere y cómo estaban cambiando los tiempos, incluso mientras él escribía. Versículo 9b:

Según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica ese culto, puesto que tienen que ver sólo con comidas y bebidas, y diversas abluciones y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.

Esta es otra referencia al tiempo y al movimiento de Dios en la historia.

Comparemos la referencia en el versículo 9a con la referencia en el versículo 10b. En el versículo 9a él dice que la tienda anterior, con sus muebles y ministerio separando al pueblo del Lugar Santísimo y la presencia de Dios eran símbolo para el "tiempo presente". Entonces dice, en los versículos 9b y 10, que todos estos rituales externos que se relacionan con la comida y la bebida y los lavamientos, son válidos solo "hasta el tiempo de reformar las cosas”. Así que la pregunta es: ¿cuándo ocurre esa transición en la historia? ¿Cuándo es que el "tiempo presente", en el versículo 9, da lugar a la reforma o nuevo orden, en el versículo 10?

Todo el propósito de este libro de Hebreos es decir que la llegada al mundo de Cristo, el Hijo de Dios, es el fin del "tiempo presente" del modo antiguo y extraño de relacionarnos con Dios, y el comienzo de la reforma, donde Cristo mismo reemplaza al sumo sacerdote, al templo, a la sangre de los animales, a la comida, y las bebidas rituales. Ése es el mensaje de libro de Hebreos.

No pienso en lo antiguo y extraño creyendo que sea irrelevante o que es solo una sombra de las verdades eternas, sino creyendo que en ese antiguo período de la historia, bajo el diseño soberano de Dios, todo estaba señalando hacia un nuevo período de la historia que comenzó con Jesús y en el cuál ahora vivimos. El antiguo período tiene mucha luz que arrojar sobre el significado del nuevo período.

¿Por qué él llama "tiempo presente" a ese antiguo y extraño período de la historia, si él más bien vivió después de la muerte y resurrección de Jesús? La respuesta, creo, es dada en Hebreos 8:13, que realmente introduce toda la esta sección. "Cuando El dijo [refiriéndose a la voz de Dios en en Jeremías 31:31]: Un nuevo pacto, hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer”. ¿Ve dónde él se ve a sí mismo? Él se ve a sí mismo en la transición de lo anticuado a lo nuevo. El antiguo sistema de relacionarse con Dios mediante los rituales, los sacrificios, los sacerdotes, y el tabernáculo "se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer”. El nuevo orden, la "reforma" ha sido inaugurada en Cristo y está reemplazando a lo anticuado. Pronto será totalmente destruido el templo en Jerusalén, y terminará todo el sistema sacerdotal y de sacrificios, hasta hoy.

Por tanto, usted y yo vivimos en este nuevo período, "la reforma", como lo llama él. Ahora, ¿por qué es tan importante? ¿Por qué es tan importante para nosotros en nuestra era computarizada, de aviones a reacción, de antibióticos, y de soluciones seculares para todo?

¿Cómo pueden acercarse a Dios las personas con conciencias manchadas?

Es importante porque hay un área donde la vida moderna, el progreso científico, las terapias psicológicas, y los descubrimientos médicos no han logrado el más mínimo avance para solucionarla. Y esto es para responder, ¿cuál es la obra de Dios en este tiempo de reforma y de qué trata este texto? Trata de como pueden acercarse a Dios las personas con conciencias manchadas.

No es sorprendente que cuando dedicamos una tarde solos, frente a nuestra computadora, adictos al trabajo o a la pornografía o a los juegos de computadora, el problema, al final de todo, no sea la maravilla de la tecnología, o la ciencia, el problema es: ¿Cómo puedo venir a Dios cuando me siento tan sucio, y cómo puedo acercarme a mi esposa e hijos con un amor transparente, cuando mi conciencia está tan contaminada? (Y si usted no está en lo de las computadoras, escoja su propio pecado, espectáculos televisivos, novelas románticas, páginas de mercado de valores, música que adormece al espíritu, etc.).

¿No es sorprendente que los problemas básicos de la vida nunca cambian? Las circunstancias cambian, pero los problemas básicos no cambian. Somos humanos, y tenemos consciencias que testifican de nuestra pecaminosidad con testimonios de culpa real. Sabemos qué lo que nos mantiene lejos de Dios no son las manos sucias o las ropas mugrientas o la distancia del altar a de un sacerdote. Lo que nos mantiene lejos de Dios es el pecado real, haciendo eco en una consciencia condenada.

Dios ha resuelto ese problema

Ahora, es por eso que el nuevo período, donde vivimos, es importante. De esto trata el nuevo período: Dios ha hecho algo en la historia, no en un reino eterno de ideas, que resuelve el problema más profundo que tenemos en el mundo moderno. El antiguo período, el antiguo pacto, señalaba hacia la solución pero no resolvía el problema. Mientras lee los versículos 11-14, observe las diferencias entre el anticuado "tiempo presente" y el "tiempo de reforma".

Pero cuando Cristo apareció [esa es la inauguración del "tiempo de reforma" y el fin del "tiempo presente"] como sumo sacerdote de los bienes futuros [que, de hecho, ya han llegado mediante su muerte y resurrección], a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre [al verdadero tabernáculo en los cielos], habiendo obtenido redención eterna [no una redención anual]. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne [es para una purificación ceremonial, pero no para una purificación espiritual y moral real], ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?

En el antiguo período de la historia, el sumo sacerdote iba al Lugar Santísimo una vez al año, tomando la sangre de animales (versículo 7). ¿Por qué tenía que hacerlo? Porque la sangre representaba la muerte de un animal en lugar de la muerte del sacerdote y el pueblo. Dios estimaba la sangre del animal como suficiente para limpiar la carne, la impureza ceremonial.

¿Pero qué ocurría con la consciencia culpable del sacerdote y el pueblo? Ninguna sangre animal podía limpiarla. Ellos lo sabían (vea Isaías 53 y el Salmo 51). Y nosotros lo sabemos. Así que en "el tiempo de reforma", llega un nuevo sacerdote, Jesús el Hijo de Dios, con un sacrificio mejor, el sacrificio de sí mismo. El versículo 14 dice que toda la Trinidad -Padre, Hijo, y Espíritu Santo, estuvieron involucradas. "Por el Espíritu eterno [el Espíritu Santo] se ofreció a sí mismo [el Hijo] sin mancha a Dios [el Padre]". El resultado es que todos los pecados de Su pueblo, en el Antiguo Pacto, fueron cubiertos por la sangre de Jesús. Los sacrificios animales eran una sombra del sacrificio final del Hijo de Dios, y la muerte del Hijo llega hasta el pasado para cubrir todos los pecados del pueblo de Dios en los tiempos antiguos, y hasta el futuro para cubrir todos los pecados del pueblo de Dios en este nuevo tiempo.

El problema es el mismo para los pueblos antiguos y modernos

Así que ahora estamos aquí, en una época moderna, en la época de la ciencia, de los viajes espaciales, el correo electrónico, los celulares, los transplantes de corazón, de las repeticiones instantáneas en televisión, de un número telefónico de emergencias, y nuestro problema fundamental es el mismo de siempre: Nuestras consciencias nos condenan y nos hacen sentir inaceptables para Dios. Estamos alejados de Dios. No nos sentimos suficientemente buenos para venir a Él. Y no importa cuán distorsionadas estén nuestras consciencias, esto es cierto: No somos suficientemente buenos para venir a Él.

Podemos cortarnos, o lanzar a nuestros hijos al río sagrado, o dar un millón de dólares al United Way, o servir sopas en una cocina el Día de Acción de Gracias, o usar cien formas de penitencia y auto-castigarnos, y el resultado será el mismo: La mancha permanece y la muerte aterroriza. Sabemos que nuestra conciencia está contaminada, no por acciones externas como tocar un cadáver o un pañal sucio o un pedazo de puerco. Jesús dijo que lo que contamina es lo que sale de un hombre, no lo que entra (Marcos 7:15-23). Estamos contaminados por actitudes como el orgullo y la auto-lástima, la amargura, la lujuria, la envidia, y el celo, la codicia, la apatía y el temor. El versículo 14 dice que estas son "obras muertas", es decir, no tienen vida espiritual en ellas. No provienen de una nueva vida, provienen de la muerte y llevan hacia la muerte. Es por eso que nos hacen sentir sin esperanza en nuestras consciencias.

La única respuesta

La única respuesta en esta época moderna, como en cualquier otra época, es la sangre de Cristo. Cuando su consciencia se levante y le condene, ¿a dónde irá? Hebreos 9:14 le da la respuesta: Vaya a Cristo. Vaya a la sangre de Cristo. Vaya al único agente purificador en el universo que puede darle alivio en la vida y paz en la muerte.

¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?

Le animo en este mañana, vuélvase a Cristo, vuélvase ahora a Cristo y reciba el regalo gratuito que Él compró a un precio infinito: el regalo de perdón y purificación perfectos.